literatura musical
Fragmento de la portada del libro 'L'era dels àlbums' (Columna Edicions) de Àlex Torío, una de las propuestas para este Sant Jordi.

Disfruta con la literatura musical este Sant Jordi

Llega una nueva edición de la fiesta del libro y de la rosa. En esta ocasión, 'The New Barcelona Post' pone la mirada en un sector emergente: los libros que hablan de música. He aquí una selección de estilos y músicos, en contextos diversos, en forma de ensayos, biografías y ficciones. 

Desde hace unos años, Barcelona capitaliza un número importante de emprendedores que se ha distinguido en crear sellos editoriales especializados en literatura musical. El éxito, ya no tan reducido, de la iniciativa ha llamado la atención de los lectores, cosa que permite comprar obra internacional e invertir en buenas traducciones, incluso, en editar autores nacionales.

Ese interés también ha alcanzado a los grandes grupos editoriales del país, que también han creado sus sellos específicos de literatura musical. Ese nuevo escenario refleja un auge de nuevos lectores en materia de publicaciones musicales. Todavía falta dar el paso de presentar títulos internacionales en catalán, que sí existen en castellano, como difundir temáticas propias del país, presentadas en ediciones cuidadosas y atractivas. Este año, la convocatoria festiva y cultural que supone Sant Jordi dispone de un catálogo musical editorial más sólido y diverso que en ediciones anteriores, a la espera de despertar el interés y el goce del lector. 

  • Bob Dylan. Mixing Up the Medicine, Mark Davidson y Parker Fishel (Planeta)

Inapelable. Bob Dylan (1941) es un ejemplo de alguien que comprende plenamente la importancia cultural de su legado, que desde los años 80 gestiona con esmero. Con la venta de sus másteres a Columbia/Sony, el cantante demuestra un control absoluto. Si, además, dispone de su obra poética y literaria, sólo tiene que pensar en la donación de los fondos y la memorabilia que se desprende.

El colofón ha sido el traslado de sus archivos al Bob Dylan Center de Tulsa, Oklahoma, que ya dispone del legado de Woody Guthrie (1912-1967), padre espiritual vía folk de Dylan. Este impresionante y delicado volumen es la publicación oficial de la institución, una colección de documentos muy diversos, profusamente ilustrada, editada con primor por Mark Davidson y Parker Fishel. El autor de Girl from the North Country confía en que su obra perdure en el tiempo.

  • L’era dels àlbums, Àlex Torío (Columna Edicions)

El músico y profesor de matemáticas supura vinilo por las venas. A partir de una selección de 40 referencias que han marcado su educación musical, el autor desgrana el proceso emocional de creación y el contexto de los títulos reseñados, entre 1961 i 1997, que han cautivado el pop y el rock, cuya importancia dan paso a recomendar otros discos. Muchos son inevitables. Torío creció con esta banda sonora. La selección es tan sincera como discutible, ya que prescinde de los géneros de raíz negra. No obstante, contiene algunas sorpresas interesantes, como In the We Small Hours, de Sinatra; Modern Sounds in Country & Western Music, de Ray Charles; Dr. John’s Gumbo, de Dr. John; Young Americans, de Bowie o Easter, de Patti Smith Group. Álbumes que explican historias y tonadas, y no merecen ser fraccionados, ni troceados por las plataformas.

Portada de ‘Ella Fitzgerald’ (Libros del Kultrum), de Judy Tich.
  • Ella Fitzgerald, Judy Tich (Libros del Kultrum)

Ella Fitzgerald (1917-1996) probablemente es la mejor cantante de jazz de todos los tiempos. Su técnica del scat le dio un sentido muy personal al bebop de los años 50. Europa fue más que un refugio para una intérprete estigmatizada, pero no vencida por el segregacionismo.  Dotada para interpretar cualquier melodía, insistió y trabajó de lo lindo para grabar ocho espléndidos álbumes, conocidos más adelante como The Complete Ella Fitzgerald Song Books, editados entre 1957 y 1964. Tick se concentra en este periodo para explicar de pe a pa el valor de las canciones populares, provenientes del teatro musical, Hollywood, Broadway, baladas o jazz. Rodeada de espléndidos músicos y arreglistas, Fitzgerald canoniza el talento compositivo y musical de Cole Porter; Rodgers & Hart; Duke Ellington, Irving Berlin; George e Ira Gershwin; Harold Arden; Jerome Kern, y Johnny Mercer. La ensayista no se olvida del paso de la cantante por el pop y el soul. También observa su activismo, no muy conocido, como su sufrimiento por no estar en casa, dado que se pasó la vida en la carretera para entretener y alegrar a los otros, fuera en un club o en una sala de conciertos. 

Portada del libro de Eamonn Forde ‘Royalties de ultratumba’ (Liburuak).
  • Royalties de ultratumba, Eamonn Forde (Liburuak) 

Elvis Presley y Michael Jackson siguen vendiendo mucho más que aquellos que todavía llenan estadios. A partir de entrevistas con responsables de patrimonios musicales, así como abogados, ejecutivos de compañías discográficas y otros agentes, el libro revela cómo la industria musical se esfuerza por perfeccionar el negocio de los músicos fallecidos. El autor norirlandés ilustra los casos de Freddy Mercury y David Bowie y sus modelos de planificación patrimonial. Por el contrario, James Brown, Prince o Aretha Franklin parece que no tomaron las medidas más acertadas. En cambio, Bob Dylan y Neil Young optan por la venta de sus activos musicales, obviando problemas a sus familiares. “A menudo los legítimos herederos se adentran en un mundo empresarial para el cual no están capacitados y que los supera”, indica Eamonn Forde. 

‘De su puño y letra’ (Libros del Kultrum), que recoge documentos de Amy Windhouse a modo de libro de recuerdos.
  • De su puño y letra, Amy Winehouse (Libros del Kultrum) 

La desafortunada cantante británica de solo 27 años, de la cual será difícil saber si murió por accidente o realmente quería irse para siempre, dejó atrás una sarta de ajetreos, malentendidos, rifirrafes y una inmensa sensación de vulnerabilidad y falta de autoestima —“¿merece la pena ser asediada por los amigos?”, se preguntaba—, más unas cuantas buenas canciones. Como no podía ser de otra manera, llega la idealización post mortem, tan habitual en la música, en forma de libro de recuerdos, en este caso, de su puño y letra. Recortes inéditos de imágenes y fotografías poco conocidas, notas y letras, informes escolares, entre otros. También constan recortes y comentarios sobre su proceso creativo. Se podría decir que Amy Winehouse ofrece una mirada sin filtro de su capacidad musical. Un libro diferente, en que participan los padres, espléndidamente editado que capta un espíritu enjaulado. 

Coda

No querríamos acabar la selección sin mencionar otros títulos interesantes. Como, por ejemplo, el pensamiento crítico, respecto a la composición y al rol de la música en el sí de la sociedad, de un director de orquesta como Daniel Barenboim en La música despierta el tiempo (Acantilado). Jordi Puntí en Confeti (Proa) trata una singular puesta en escena de un hombre que fue más conocido por las ansias de ser famoso que por la huella musical, que también, como es Xavier Cugat. La copla queer. De los fenicios hasta Rocío Jurado (Almuzara) encapsula un análisis agudo y pertinente de la filòloga Carmen Moreno, que explora la presencia constante de la diversidad sexual en la historia de este género. Antoni Batista vuelve a la Nova Cançó, desde una perspectiva que observa los antecedentes y las pertinentes influencias posteriores, en la música del país, en La nostra cançó (Pòrtic). Por último, un notable de la escena catalana, Ricky Gil, que explica cuatro décadas de conciertos en Barcelona y en otros lares, como un viaje vital y de evolución estilística en Qui toca aquesta nit? Una història del rock en 64 concerts (La Rosa dels Vents).