— ¿Es difícil convivir con todas estas etiquetas?
— A veces, es un poco complicado poder ser tú sin encontrarte muchos obstáculos por el camino. Cuando hablo de obstáculos, muchas veces son personas que están ahí para decirte quién debes ser. Te dicen que no estás lo suficientemente integrada aquí, pero tampoco en Marruecos. Yo no me olvido de dónde vengo, pero tampoco voy a renegar del país en el que estoy. Al final es una cuestión de valorar la diversidad cultural que hay y disfrutarla, sin tener que desprestigiar ni infravalorar nada.
— Todo esto que relatas te motivó a escribir desde pequeña. ¿Qué ha significado para ti la música? ¿Ha sido una herramienta para canalizar?
— Me ha servido para canalizar las emociones y para entender qué estaba pasando dentro de mí. Encontraba una manera de desahogarme y de hablar sola. Yo era muy tímida. A día de hoy, sigue siendo muy importante. Tengo el blog de notas lleno de pensamientos, de tonterías, de reflexiones, de cosas que tienen sentido y cosas que no tienen sentido. Hoy en día hay mucho miedo a pensar y a cuestionar. Parece que estamos en la era de la libertad de expresión, pero, para nada.
— Todos estos pensamientos que escribías, ¿en qué momento decides que se conviertan en rap?
— Nunca he tenido la intención de convertirlo al rap. Yo escuchaba mucha música, pero a día de hoy, me sigue persiguiendo ese síndrome de la impostora de “no soy lo suficientemente buena”. Se me hace muy grande la gente que me llama artista. Los artistas tienen mucho mérito y yo no veo que me esfuerce lo suficiente. Yo hago, de vez en cuando, cosas que me gustan. Soy muy de jugar, soy como una niña pequeña.
— Pero sí te lanzaste a rapear.
— Fue un amigo del instituto que hacía rap en catalán que me dijo de hacer una canción. Me gustó mucho haber transformado mis pensamientos y mi historia en algo musical que pudiera compartir con mucha gente.
— Y hubo un día que decidiste colgar una canción.
— Siempre he vivido desde el miedo y desde la vergüenza máxima. Lo explico muy bien en mi segundo libro. Es terrible vivir así. Fue un reto personal. Fue una sorpresa porque a mucha gente le gustó. Parece que el velo y el rap fuera contradictorio cuando no sé qué tiene que ver.
— Muchas mujeres que tienen exposición pública sufren violencia digital. En tu caso, la violencia ha sido extrema.
— Tengo una canción en que lo digo: soy mujer musulmana, con velo y catalana, lo tengo todo para ser criticada. ¿Qué mal he hecho yo en este mundo para recibir tanta violencia digital? Pero luego ves que el problema no es tuyo.
— La violencia no eran sólo insultos. Colgaste un vídeo reivindicando los derechos de las personas LGBTI y recibiste amenazas de muerte.
— Yo todo eso lo veía en las pelis. Pero, de repente, pasé a ser yo la niña de la peli que necesita protección porque hay gente que te odia tanto por algún motivo extraño que te quiere hacer daño. Un daño no solamente psicológico, sinó también físico. Yo estuve sin salir a la calle. A mi hija la cambié de colegio porque también recibí vídeos de ella dentro de la escuela.
— La violencia no acabó aquí. La siguiente ola de odio que sufriste empezó cuando, en verano de 2022, decidiste quitarte el velo.
— No quería ver los mensajes. Te machacan cada día un poco y hay una parte de ti que acaba muriendo. Me da mucha rabia eso. Soy una persona muy inocente, muy natural, muy auténtica y te das cuenta que acaban cambiándote, sin darte cuenta. Llega un momento que te reprimes y te autocensuras. Las redes te cambian, en general. Pasas a ser una esclava. Y yo no soy un títere. Siempre acabaré defraudando a alguien.
— Dices que antes la gente te etiquetaba como “la del velo” y ahora te definen como “la que se quitó el velo”. ¿Cómo lo vives?
— Yo no quería que lo más destacable de mí fuera el velo. Yo sé que es importante para la comunidad. Yo sé que para ellos es un símbolo de identidad muy potente y lo fue para mí también durante unos años, pero me ha deshumanizado un montón. Me ha quitado totalmente mi personalidad, mis méritos, mi trabajo, mis capacidades. Todo lo que yo ofrezco como ser humano se ha visto en un segundo, tercer, cuarto lugar… Lo primero era el velo. Yo soy una persona que dialoga mucho y te lo explico y no tengo ningún problema porque para mí es natural haberlo llevado y es natural habérmelo quitado. Soy más que la chica del velo y creo que también lo he demostrado. Pienso en voz alta y eso molesta muchísimo.
— Miss Raisa: tienes más de 512.000 seguidores en TikTok y más de 59.000 seguidores en Instagram. Después de ser víctima de tanta violencia digital, ¿qué relación tienes con las redes?
— Nula. Tengo restringidos muchos mensajes de Instagram y de TikTok. Tengo el trauma de todo esto, no entro ni a comentarios porque sé que me van a insultar. Soy como el saco de boxeo. “Estoy frustrado, voy a insultar a Miss Raisa”. Esto conlleva que viva en un entorno muy violento todo el rato. Me siento muy atacada todo el tiempo y eso, a veces, también se traduce en tensiones familiares. A lo mejor, estoy muy cansada y, de repente, salto.
— Siempre habías usado las redes para transmitir tu música o para transmitir mensajes de conciencia social. ¿De dónde te vienen tantas ganas de comunicar?
— Es un poco el resultado de estar callada tanto tiempo. A medida que vas creciendo, vas obteniendo más hate. Me lo decía ayer un amigo: “Eso son medallas porque estás generando un conflicto en alguien, que le haces pensar, le haces entrar en contradicción”. La palabra referente me ha hecho mucho daño también. Porque te ponen como alguien ejemplar que puede ser útil para no sé qué. Y yo, la verdad, solo quiero ser referente para mis hijos. Para los demás, un día eres referente y al día siguiente eres la vergüenza de la comunidad.
— Pero, claramente, las mujeres necesitamos referentes donde reflejarnos. Una mujer como tú, rapera, musulmana y antiracista inspira a muchas niñas. ¿Qué mensajes recibes de tus seguidoras?
— Aunque no sea públicamente, muchas chicas me escriben contándome que quieren trabajar o estar con quien les da la gana y no pueden compartirlo públicamente. Ni siquiera me pueden seguir, porque resulta que soy una influencia horrible. Me preguntan cómo lo he hecho para hablar con mis padres para dedicarme a la música o para estar con la persona que quiero. Como si yo fuera su última oportunidad… Siento mucha impotencia porque yo no puedo hacer nada. Siempre les digo: “Elige, hay momentos en la vida en los que hay que elegir, con todas las consecuencias que eso conlleve”.
— ¿Tú tuviste referentes?
— Yo no me sentía reflejada en mucha gente. Existían, pero no tenían altavoz ni repercusión mediática.
— Estudias psicología, has publicado dos libros, tienes el premio Diversidad y cultura Tiktok (2021), el premio cultura RTVE (2022) y el premio voz del año RAC1 (2023). ¿En qué momento estás de tu carrera? ¿Qué te apetece hacer?
— Ahora voy a meterme en un tercer proyecto literario, eso sí me hace ilusión. Va a ir un poco sobre literatura romántica para cambiar un poco de registro, que también me hace mucha ilusión. A nivel musical, lo tengo un poco abandonadillo, la verdad. Hago cosas cuando me apetece y eso es un poco el éxito para mí. Cuando no estoy inspirada es contenido vacío. Me encanta experimentar y jugar. Me metí a hacer doblaje y me encantó. Documentales… Pero el proyecto que más estoy disfrutando —esto será muy ñoño— es mi familia. Haber construido una familia tan bonita y tan sana, que podamos hablar las cosas. Es el mejor proyecto en el puedo invertir tiempo.