Después de la edición de infarto de hace un año, el Premio Planeta calienta motores para una nueva gala con la incógnita de si podrá conseguir sorpresas como el desenmascaramiento de Carmen Mola. De momento, lo que el galardón sí que ha conseguido en su 71 edición ha sido la participación más alta de la historia, con 846 manuscritos presentados, casi 200 novelas más que el año pasado, que también fue de récord. Además, este año sí, según ha remarcado el presidente del grupo, José Creuheras, se dará el portazo definitivo a la pandemia, recuperando la absoluta normalidad de las tradicionales ceremonias multitudinarias en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, sin ninguna restricción de aforo y dando ya por olvidadas las mascarillas, geles hidroalcohólicos y demás.
A un día de revelar la novela ganadora, la editorial ha dado a conocer algunos detalles de los finalistas de este año, entre los que no han faltado los contratiempos. Si tradicionalmente llegan diez historias a esta última fase, el galardón ha visto cómo se tenía que eliminar una a pocos días de entregarse, con tan poco margen que no se ha podido sustituir por otra. Uno de los requisitos para presentar un manuscrito es que sea inédito y La niña del castillo de los almendros en flor, de Fernando Preto Rodríguez, se había autopublicado en 2021. Para los que estén interesados, se puede encontrar en plataformas como Amazon.
La novela eliminada trata sobre el asesinato de un joven en un famoso hotel de Sevilla y la investigación que le sigue. Precisamente, y a pesar del descarte, el género negro ha sido uno de los más populares en esta edición, ha subrayado Juan Eslava Galán, miembro del jurado. De hecho, otra finalista, El arpista, de David Galindo Martínez, también aborda los misterios que se producen en un hotel, en este caso, ubicado en el murciano Cabo de Palos y con desapariciones de clientes que, casualmente, son alemanes, lo que acaba relacionando la historia con la Alemania nazi.
Las tramas históricas han sido el otro género que más peso ha ganado en esta edición del Premio Planeta. Entre los nueve finalistas, hay ejemplos como Las debilidades del Führer. Historia de una raza: los pastores alemanes, presentado bajo el pseudónimo de Iñaki Carrera y también con la Alemania nazi como hilo conductor; El avionazo, una historia de Frida y Marilyn, de José Manuel Mata Muñoz; Magdalena, la mirada del corazón, escrita por un escritor inventado llamado Ho Hanan; Río arriba, de Hoja de fresno, también nombre ficticio, y La ciudad de las ilusiones, de Manuel Millán Sánchez, un título y una trama que recuerdan a una de las mejores novelas de Eduardo Mendoza, La ciudad de los prodigios, ganador de este galardón en 2010.
Después de los asesinatos y la historia, el amor y sus problemas protagonizan el resto de las tramas finalistas, todas ellas presentadas bajo pseudónimos, con Plumas y arena de Álex Oneida; El amante de mi mujer de Gabriela Hausmann, y A más de siete mil kilómetros de Alma Browncross. Tal y como ha expuesto Eslava, el empoderamiento femenino va tomando protagonismo en las tramas presentadas.
El ganador de este año se volverá a llevar un millón de euros, a la espera de saber si se lo tendrán que repartir entre tres escritores o lo podrá disfrutar un único autor, mientras que el finalista se tendrá que conformar con 200.000 euros. Como ha recordado Creuheras, el Premio Planeta continúa siendo el más bien dotado del mundo, por encima incluso del Premio Nobel de Literatura.
Buena época para la lectura
El mundo editorial sigue viviendo un momento dulce, con crecimientos de más del 20% en los últimos dos años, después de haberse revelado como un entretenimiento seguro en épocas de confinamientos y restricciones. “Se trata de un sector consolidado con crecimientos propios de una industria emergente”, ha señalado el director del área de Librerías del grupo Planeta, Jesús Badenes.
Todo ello, a pesar de la recesión económica, con episodios ya superados como la escasez de papel. De este modo, Planeta vivió “uno de sus mejores ejercicios” en 2021, con una facturación de 1.700 millones de euros, un 13% más, y una disminución del 50% de la deuda, que se situó en los 250 millones de euros. Para este 2022, y a la espera de ver cómo evolucionan los últimos meses, esenciales para el sector editorial y con una incertidumbre creciente, el grupo prevé unos ingresos por encima a los del año pasado. De momento, la tendencia inflacionista la han contenido con una subida en los precios de los libros del 5%.
Pese al saneamiento de las cuentas el grupo, con presencia también en el sector audiovisual y el formativo, no contemplan ninguna gran operación corporativa en el corto plazo. Tampoco ha tenido un gran impacto en los resultados la desinversión en Italia, donde habían lanzado un sello destinado al público juvenil que no acabó de funcionar. Según ha recalcado Creuheras, este área de negocio registraba una facturación de solo cinco millones de euros.