UnderPool
El pianista Toni Saigi con el cuarteto Tronik. ©Nil Mujal

UnderPool, con escarpa y martillo

El sexto maratón de UnderPool, con motivo del décimo cumpleaños del sello catalán de jazz, celebrado en la sala Club del espacio P62 de Barcelona, fue un éxito de convocatoria y de propuestas musicales

UnderPool es un do it youself, un hazlo tú mismo de manual. La verticalidad y el liderazgo, a cargo del saxofonista Sergi Felipe (1979) y el batería Pep Mula (1975), ambos barceloneses. Son músicos y gestores de maneras tranquilas, pero con carácter. En caso contrario, los diez años de trayectoria del sello no existirían. También son perseverantes. Una calidad que adorna a muchos jazzmen y músicos de otras disciplinas, ante las adversidades.

La noche del pasado sábado no solo fue un éxito de convocatoria, donde un espacio situado en un segundo piso parecía una cava de siempre, también fue una fecha que fijará en cierto modo un antes y un después de la escena musical barcelonesa y, también, la catalana. Al margen del alto nivel que propusieron los músicos que se sumaron a la celebración, quedó patente que nadie encima del escenario mencionó la palabra jazz. Los osados que se dirigieron al micrófono hablaron de música, sin más. Este detalle no es cosmético, es sintomático. Otro aspecto a tener en cuenta es que los cinco conciertos programados tuvieron en común la ausencia casi absoluta de la electrónica; las sonoridades analógicas marcaron el ritmo y la temperatura de la noche. La guitarra de Jordi Matas, con su habitual soltura y oficio, fue la cuota de electricidad.

El orden de aparición fue el siguiente: en formato de dúo, Lidia Facerías (piano) y Edu Pons (saxo, flauta y clarinete) interpretaron un jazz introspectivo recogido de su álbum Mapas de Días y Pájaros; el quinteto de Pep Mula mostró con solidez el cálido clasicismo de Elixir/Mula Vol. 3, y Lluís Vidal (piano) y David Xirgu (batería) lucieron con su álbum de homenaje Carla Bley Songbook, dedicado a la recientemente desaparecida compositora y pianista norteamericana, una figura heterodoxa del jazz más libertario. La cantante madrileña Carmen Lancho, cerca de las técnicas del scat y el vocalese, y su trío estuvieron correctos con No!. Y cerró la convocatoria el pianista Toni Saigi con el cuarteto Tronik, que presentaron Wara, el jazz más clásico, en evolución. De una manera u otra, todos viajaron por las esencias del género para formalizar una mirada crítica a una música casi siempre en movimiento, sin romper esquemas; es decir, las habituales miradas disruptivas del jazz no fueron invitadas. En esta ocasión, la audiencia lo dio por bueno.

Barcelona goza de buenas escuelas para estudiar música y, a la vez, de pocos espacios para mostrar estos conocimientos, algo que provoca una gran dificultad a la hora de tocar en público

UnderPool es el radar del jazz underground que moviliza público y músicos educados y sobradamente preparados para ofrecer el mejor jazz hecho en el país hacia el mundo, como lo demuestra la plataforma Bandcamp, donde UnderPool tiene una presencia significativa. Desde 2013, el sello discográfico, que dispone de un estudio de grabación en Esplugues de Llobregat, demuestra que no todo pasa por Barcelona. Las vinculaciones de Sergi Felipe y Pep Mula lo certifican. “La relación con el Estival de Igualada ha sido muy fructífera. Con ellos hemos editado nueve ediciones de la Carta Blanca. La Carta Blanca consiste en dar la oportunidad de grabar el primer disco como líder a un músico. Dani Comas, Santi de la Rubia, Ester Quevedo, Clara Lai son algunos ejemplos. Esta última edición ha sido para la contrabajista Carla González Ferrer”, explican los responsables. También tienen un acuerdo con el Ciclo de Jazz C-65, en Llagostera y Cassà de la Selva (Girona).

Desde 2013, el sello del cactus campechano y feliz, ha publicado en diez años casi ochenta referencias. Los organizadores destacan títulos como por ejemplo: Varios, UnderPool Ú (2013); UNDP Collective, UnderPool 3 (2014); Varios, UnderPool 5 (2017); Jaume Llombart, SOLO Jaume Llombart (2015); Bill MchHenry, Solo (2018); Clara Lai, Creciente (2021), y UnderPool Collective, On tape / Wedding Songs (2023). Hasta el momento, en el catálogo han participado cerca de doscientos músicos.

Las referencias indican sin mucho margen de error que la propuesta de Felipe y Mula funciona en una ciudad que goza de buenas escuelas para estudiar música y, a la vez, de pocos espacios para mostrar sus conocimientos, algo que provoca una gran dificultad a la hora de tocar en público. ¿Dónde están las autoridades respectivas para escuchar, conocer y ayudar en las tareas de difusión de tanto talento diverso, adquirido en diferentes grados universitarios, cuyos planes de estudios, se consideran profesionalizadores? Al respeto, la experiencia de los gestores es clara: “Excepto una colaboración con el Institut Ramon Llull, lo cierto es que no hemos disfrutado de ninguna ayuda pública. Nuestra infraestructura es muy sencilla; en ningún caso es bastante grande para acceder a las ayudas con toda la gestión que comporta”.

Sala Club
La sala Club escuchando a David Xirgu a la batería y a Lluís Vidal al piano. ©Nil Mujal

Cómo habrá observado el lector, estas líneas no han sido la convencional reseña de una noche musical. Es la crónica de una merecida celebración. Estos párrafos quieren ser una constatación preocupante de un sector que lucha con las uñas —y alguna vez, también, con las zarpas— para hacerse presente en el inestable ecosistema musical del país. Un proyecto como UnderPool es un claro ejemplo del trabajo bien hecho. Su catálogo está construido con amor y precisión, es bastante más que el simple hecho de ir sacando emociones con escarpa y martillo del core de la industria musical. El sello del cactus quiere ser feliz mientras alegra a la audiencia, que es reducida pequeña, sólida y constante.