Juan Carlos Castillón
El escritor Juan Carlos Castillón.
EL BAR DEL POST

Juan Carlos Castillón: De natural, escritor

“Soy un escritor publicado, con un pasado confuso que no sabe si reivindicar o no, que ha logrado convertir algunas partes de ese pasado en versiones casi definitivas de cómo éste hubiera debido ser. A todos los efectos, tengo mucho de mitómano y sólo me separa de la mitomanía mi memoria, que me impide confundir lo deseado, lo inventado y lo vivido… Vamos, soy algo parecido a un novelista”. Juan Carlos Castillón achina los ojos detrás de los lentes, mientras se atiza un Bourbon a pie de barra a última hora de la tarde, tras pedir que, de fondo, suene algo de jazz envolvente.

“El 2019 y los siguientes años fueron duros para mí, como supongo, más bien sé, que lo fueron para todos. Ahora, después de demasiado tiempo sin escribir ni publicar, estoy recuperando las ganas de hacer lo primero, de sentarme con calma a trabajar un manuscrito, sin prisas, sobre un tema que me interesa: el próximo conflicto armado dentro de Estados Unidos”, explica el escritor al compás del Live at Parnell’s de Jack McDuff.

— ¿Próximo conflicto armado? ¿Tan claro tienes que va a haber una guerra en Estados Unidos?

— Tengo ya reunida gran documentación acerca de cómo los autores de ficción ven ese posible conflicto, pero también estadísticas, análisis sociológicos y cifras sobre el consumo de armas en un país que viví como propio y que van más allá de la ficción.

En efecto, Juan Carlos Castillón vivió durante varios años en Miami, de donde extrajo un profundo conocimiento de la cultura, historia e idiosincrasias de los norteamericanos que plasmaría en su ensayo Extremo occidente, que confiesa ser la obra que más ha disfrutado escribiendo, y la aplaudidísima novela Nieve sobre Miami, brutal fresco sobre el narcotráfico en la capital de Florida.

Ahora vuelve a incidir con el tema. “¿Es posible sentarse a escribir sin prisas sobre algo que puede estallar de un momento a otro?”, se pregunta mirando su copa.

— ¿Lo es?

— En este caso sí. Si estalla una nueva guerra civil en Estados Unidos, una posibilidad en la que muchos creen, sólo nos daremos cuenta que estalló a posteriori, y localizaremos los primeros síntomas, los primeros muertos, en algún punto que incluso hoy puede formar ya parte de nuestro pasado inmediato.

Escribir no siempre es cosa de uno

Siendo un adolescente, Juan Carlos Castillón se enamoró de un conjunto de ideas políticas “y dejé que éstas condujeran mi vida. Estuve punto de hacer disparates, pero al final las únicas personas realmente dañadas por ellas fueron mi familia y yo mismo. Mi familia me lo perdonó todo. Yo aún tengo remordimientos”. Después comprendió que le gustaba escribir “y eso es algo que no he dejado de hacer. Supongo que es normal, habiendo nacido en una casa llena de libros”. Actividad a la que ha sumado una conspicua producción como traductor del francés e inglés y editor de textos.

Juan Carlos comprendió que le gustaba escribir “y eso es algo que no he dejado de hacer. Supongo que es normal, habiendo nacido en una casa llena de libros”

Novelas como la rotunda La muerte del héroe y otros sueños fascistas y La ofensiva reflejan de forma descarnada y honesta aquella deriva personal, aunque su mayor éxito llegaría con Amos del mundo, una brillante historia de las conspiraciones, que cuenta con traducciones en Turquía, Rusia, Polonia, Rumanía y Portugal.

“Me gustan, y sé que hay mucho de vanidoso en ello, mis libros de ensayo, en donde dejo que la realidad demostrada o demostrable conduzca el hilo de la narrativa y en donde, cuando los datos objetivos contradicen mis ideas previas, me quedo con los datos”, explica el parroquiano antes de aclarar que tampoco hay muchas cosas de las que se sienta orgulloso. “Posiblemente, lo estoy del hecho de que soy capaz de trabajar con mis editores, correctores y traductores. Habiendo editado, traducido y corregido obras ajenas soy consciente de la necesidad de esos filtros entre un autor a veces desbordado y un público que no tiene por qué comprender todo lo que quiere decir el autor”.

Juan Carlos Castillón
Novelas como la rotunda La muerte del héroe y otros sueños fascistas y La ofensiva reflejan de forma descarnada y honesta aquella deriva personall de Juan Carlos Castillón.

Ciudad soñada

De pequeño, el escritor Juan Carlos Castillón acompañaba a su padre cuando éste enseñaba la ciudad a sus amigos franceses. “Veía su orgullo cívico, disfrutaba de sus bromas y de su humor. La Barcelona que él enseñaba sigue ahí, tal cual, algunas casas más viejas y otras más limpias y remozadas, y sin embargo es completamente distinta a mi recuerdo”, explica antes de confesar que la relación que le une a la urbe es “de curiosidad y sorpresa”.

Sorpresa que pervive pese al tiempo transcurrido desde el momento en que, tras veintiún años viviendo en el extranjero, volvía a poner pie en su ciudad. “En mi memoria el Paseo de Gràcia había llegado a ser más largo y majestuoso que los Campos Elíseos. Lo curioso es que sigo soñando con Barcelona y que la Barcelona de mis sueños no es la real que tengo ocasión de ver cada día, sino la de mi ausencia: sueño con la Barcelona reinventada por mí cuando vivía en Miami”.

“En mi memoria el Paseo de Gràcia había llegado a ser más largo y majestuoso que los Campos Elíseos. Lo curioso es que sigo soñando con Barcelona y que la Barcelona de mis sueños no es la real”

Ahora es él quien hace de Cicerone por estas calles para sus amigos norteamericanos. “Y me asombro pensando que en algún momento yo pude vivir en una ciudad que no tenía un barrio medieval, una catedral gótica, ruinas romanas y un bar en prácticamente cada esquina”, se toma un respiro en forma de trago largo, y añade: “Eso último sorprende casi tanto como las Columnas del Templo de Augusto o la Catedral a algunos de mis amigos de fuera”.

— Lo que sorprende indistintamente es nuestra increíble oferta gastronómica. Tenemos de todo, bocatas, tapas, pinchos, carta, menú… ¡todo riquísimo!

Sin perder su semblante serio, Juan Carlos Castillón no necesita pensárselo mucho.

— Menú —sentencia— y que sea con su postre y café.

— ¡Que no se respire miseria!