“Estudié filología, lo que me predispuso a la lectura y la escritura. Cuando, tras pasar por una editorial, pensé cómo enfocarme sin tener que trabajar en una empresa, enseguida me di cuenta de la falta que hacía rescatar la historia de las mujeres. Y desde entonces no he parado, porque tengo la suerte de que siempre hay una editora que coincide con mis temas de interés”. La escritora y filóloga Carmen Domingo reflexiona a pie de barra sobre el arranque de una trayectoria que suma ya más de veinticinco libros, diversas obras de teatro y un consistente corpus de artículos para cabeceras como El País, Ethic, El Periódico o Le Monde Diplomatique.
Se deleita con un vino y unas aceitunas de última hora de la mañana, en compañía de un libro —“siempre salgo de casa con uno en el bolso”— que ha aparcado sobre la barra al iniciarse la conversación y que, en caso de silencio, seguiría leyendo: “¡Más vale aprovechar el tiempo!”. De fondo, le va bien que suene un buen podcast cultural o político, y aparcar la radio, aunque en su niñez la tenían encendida en casa a todas horas.
“Siempre que escribo, lo hago con afán de divulgadora histórica y política, y para ello he empleado distintos géneros, desde el ensayo hasta la biografía novelada, pasando por el teatro. Y así he ido formando mi carrera, con cada uno de mis libros”. Mira hacia un lugar remoto que no está en este espacio, sorbe un trago de vino, y prosigue: “Veo cómo el tiempo pasa y cómo la Historia siempre me da pie al siguiente”. Sonríe, entonces, cayendo en la cuenta de que “en realidad, he tenido la suerte de que he podido escribir libros de los temas que me ha interesado aprender”. La Historia le ha ido dando coartadas para seguir escribiendo, salvándola de los vacíos temáticos que a veces sobrevienen cuando se trabaja juntando letras.
La amplitud de esas coartadas se explica echando un vistazo a su extensa bibliografía, con títulos como Frida, Gala-Dalí, Mi querida hija Hildegart, sobre los porqués del escabroso crimen de Aurora Rodríguez Carballeira, No llores por mí, sobre los últimos días de Eva Perón o Cancelado: el nuevo Macartismo, sobre las causas y efectos de la creciente cultura de la cancelación. Una obra que otorga solvencia, como demuestra el hecho de que, en 2022, la parroquiana fue comisaria de la séptima edición del Día de las Escritoras de la Biblioteca Nacional de España bajo el lema Antes, durante y después de las guerras, para lo que se enzarzó en una ambiciosa labor de visibilizar a autoras que dejaron testimonio escrito de conflictos en sus países de origen.
La carpeta, a rebosar
“Siempre ando con algo en mente, ya sean artículos de opinión o proyectos en los que embarcarme”, asevera Carmen. “Si te dejara abrir mi ordenador y entrar en la carpeta de proyectos posibles, verías que no hay menos de siete u ocho temas sobre los que me interesa adentrarme antes o después. ¡Y espero que vean la luz!”.
En estos momentos, anda escribiendo el último volumen de su ambiciosa trilogía sobre la historia del papel modernizador de la mujer en España. El primer volumen, Con voz y voto (RBA), acaba de ser relanzado con una edición ampliada, y se centra en los años 1931 a 1939, huyendo de trincheras políticas y arrojando luz sobre las mujeres que influyeron en el devenir del país en aquellos años: desde Dolores Ibarruri hasta Federica Montseny, pasando por Victoria Kent o Pilar Primo de Rivera. Del segundo, Coser y cantar, que aborda entre 1939 y 1975, se espera el retorno a las librerías (también en edición ampliada) para este mismo otoño. “Y el último, De excluidas a protagonistas, que es el que estoy escribiendo ahora, cubre de 1975 a 1982 y saldrá el año que viene”.
El primer volumen de su trilogía sobre el papel modernizador de la mujer en España acaba de ser relanzado con una edición ampliada, centrado en los años de 1931 a 1939 y huyendo de trincheras políticas
Todo ello lo compagina la escritora con sus colaboraciones en prensa y la escritura de una nueva obra de teatro. “En general estoy orgullosa de todo lo que he hecho. De ayudar a rescatar la historia de muchas mujeres que son invisibles y que no deberían serlo. Y de tener la suerte de sentir que no estoy sola, algo que constato gracias a mis presentaciones y conferencias por las mujeres que se dirigen a mí interesadas por los mismos temas que yo”. Y el vino, acompañado de esa constatación, le sabe especialmente exquisito.
El tamaño perfecto
Barcelonesa cosecha del 70, la escritora Carmen Domingo se siente muy cómoda en una ciudad “que para mí tiene el tamaño perfecto”. Por ponerle un pero, confiesa que “tal vez me gustaría que recuperáramos el ambiente cosmopolita que se respiraba en los 90 y huyéramos de ese provincianismo que por momentos nos acompaña”. Pero cuando se trata de Barcelona, prefiere pensar en todo lo bueno. “Yo vivo a dos pasos de la superilla de Consell de Cent y eso me ha permitido volver a descubrir un barrio por el que antes no salías ni a dar un paseo, y en el que ahora puedes andar y sentarte en cualquiera de sus terrazas, o descubrir pequeñas tiendas de comercio local. Si es que sólo el hecho de pasearse por la ciudad, descubrir tiendas y bares de toda la vida… ¡para mí eso es suficiente!”. Y sonríe ampliamente, respirando unas calles que están en su cabeza y en su corazón.
—Pues ahora que lo dices, has venido a este Bar, pero te falta descubrir nuestra oferta gastronómica, por si te quieres quedar a comer algo…
—La única condición, si como fuera, es comer platos que yo misma no me cocinaría en casa, o bien por lo elaborado, o bien porque es gastronomía típica de otros países.
—Eso no es un problema: tenemos raciones, menú y carta con buena variedad… ¡Y calidad!
Y Carmen Domingo mantiene su sonrisa. “En vista del momento y la compañía, creo que voy a mirar qué raciones hay”, premiando, de alguna manera, la calidad de la conversación a pie de barra.
