“El dibujo ha sido mi pasión desde muy pequeña. Empecé a garabatear con colores mucho antes que a escribir. No recuerdo ningún pasaje de mi vida en el que no desarrollara alguna actividad artística, ya fuera pintando, imitando los artilugios de Art Attack o tocando algún instrumento”, razona Sara Falcó ante una recién servida “cañita con un chorrito de vermú”.
La artista alicantina, cosecha de 1989 y afincada en Barcelona, ha llegado al Bar inusitadamente pronto para su confesa condición noctámbula. Al preguntársele si se deja puesta la radio o quiere escuchar algo en concreto, la respuesta ha sido taxativa: “La música es uno de los grandes placeres que la vida me ha otorgado. Soy la pesada de turno que no se cansa de pedir canciones al DJ en las fiestas. Si puedo elegir, escuchemos You and your friend de Dire Sraits. Sólo una condición: ¡Volumen, por favor!”.
Con un trazo único y muy aplaudido entre los amantes del arte hiperrealista, Sara se muestra muy orgullosa “de haber logrado una completa independencia en todos los aspectos de mi vida para llevar a cabo mis proyectos sin depender de nadie, lo que me hace sentir libre y feliz”. Esta independencia la debe al arranque de su estudio y academia de pintura, Arte Falcó Studio & Gallery, donde prepara sus exposiciones e imparte clases. “El estudio nació del entusiasmo por el dibujo y de las ganas de vivir del arte, y es fruto de mucho esfuerzo y dedicación”.
Ahora, se halla inmersa en la creación de un curso online de retrato realista a lápiz. “Desde que empecé a impartir clases presenciales en mi estudio, mucha gente de fuera de Barcelona, e incluso de otros países, me pregunta sobre el curso en formato video, así que decidí hacerlo. Me está llevando mucho tiempo, pero merecerá la pena el esfuerzo, va a ser muy completo”.
Fue un ahora o nunca
“Mi interés en transmitir sensaciones a través de la mirada y la expresión ha estado presente desde muy joven. Sin embargo, fue a los 17 años cuando empecé a darle un acabado realista a mis dibujos. Hoy en día no diría que fuese muy realista, pero bueno. Descubrí que era capaz de conseguir un parecido razonable a base de trabajo de sombra y no sólo de línea”, razona la parroquiana que, tras estudiar Bellas Artes en la Universidad de Murcia decidió, obstinada y preclara, “seguir con mi formación en pintura digital, diseño e ilustración en Barcelona”.
En aquel momento, Sara tenía claro que su profesión estaría ligada al arte, “pero no tuve muy claro de qué forma hasta hace un par de años, el día que decidí dejar mi trabajo de diseñadora gráfica. Me vi sentada en la oficina, currando para otra persona, sin ninguna motivación ni aportación creativa, y pensé: ‘esto tiene que cambiar. Y es ahora o nunca’”. Fue entonces cuando se lanzó a la aventura y emprendió. “Como buena leo, mi carácter no está hecho para acatar órdenes, me gusta hacer las cosas por mí misma y a mi manera”.
Perfeccionista, pertinaz y armada de una paciencia infinita —“cualidad imprescindible en el realismo”—, en el último año la artista “ha tenido el placer de realizar siete pinturas murales en las calles de Gràcia. La técnica del espray da mucho juego, aunque ha sido un verdadero reto, ya que nunca había empleado este material. Destacaría, entre todas, la que realicé sobre una puerta de cristal en la calle Aulèstia i Pijoan, con la Casa Vicens de fondo”. Para esa obra, Sara usó “espray para el fondo y pintura acrílica en la creación de los personajes. La composición está basada en una escena de la película City lights, del tiernísimo Charles Chaplin”.
Barcelona, flechazo
La parroquiana reconoce “haber soñado con una vida en Barcelona desde muy joven, atraída por la cultura y las oportunidades que ofrece a nivel artístico, además de su encanto”. Y, como a tantos recién llegados que acaban enamorándose hasta las trancas de la ciudad, los momentos que definen ese flechazo nacen de perderse en sus calles.
“Paseaba por el Gótico y me perdí. Fui a parar a la que, para muchos, es considerada la plaza más triste de Barcelona, Sant Felip Neri. Reconocí el lugar enseguida: la fuente, las paredes con los impactos de metralla, y no fue porque hubiese estado ahí antes, sino porque fue donde se rodó un videoclip que yo había visto hasta la saciedad durante mi adolescencia: My inmortal de Evanescense. Además, también fue uno de los escenarios en mi amada película El perfume. ¡Cómo no reconocerlo! Entonces supe que, en plena Guerra Civil, esta plaza sufrió los bombardeos de la aviación fascista, causando la muerte de muchos niños de la escuela Sant Felip Neri. A pesar de ello, allí estaban los niños de la actual escuela, jugando al futbol y al pillapilla, sin tener que preocuparse por el tráfico, ajenos a la tragedia que les precedía, a la historia que narraban esas paredes”.
Esa mezcla de tristeza, tragedia, alegría y despreocupación cuajó en el alma de la pintora, que reconoce estar “en esa fase de idealización propia del enamoramiento, en la que todo te parece maravilloso” y que se siente “muy acogida en esta hermosa ciudad que, para mí, representa pasión, libertad y tolerancia: un lugar donde todo es posible. Siento que, por mucho que lo intente, nunca llegaré a desentrañar toda su historia, y eso me encanta”.
— Lo que sí puedes desentrañar y te encantará es nuestra simpar oferta gastronómica. Tenemos de todo: raciones, menú, bocatas, platos combinados… ¡Y todo exquisito!
Sara Falcó apura su cerveza y se lo piensa un breve momento, antes de sentenciar, con un tono que no duda, no titubea, de quien hace todas las cosas de su vida a su manera y sólo a su manera:
— Combinado, necesito mezclar. ¡Si en el plato no hay más de tres colores no merece la pena degustarlo!