“Mira, este es un tema sobre el que he reflexionado mucho: creo que, en realidad, no he decidido muchas de las cosas importantes de mi vida. Me han pasado, y ya está. Muchas veces sí que he reflexionado sobre alguna no-decisión. En 2001, por ejemplo, hice un semestre en el Musicians Institute de Los Ángeles, y estuve tentado de quedarme allí a intentar el sueño americano. Supongo que esta no-decisión hizo que mi vida no cambiara de manera dramática. Me volví a casa y seguí por donde lo había dejado. Supongo que tomar esta salida en la autopista me habría hecho estar ahora mismo en un lugar muy distinto, haciendo cosas muy distintas”, razona el baterista, compositor y activista musical, Tony García, a pie de barra, sorbiendo un aguadísimo café americano, con la radio sonando de fondo.
Ha llegado a poca distancia del mediodía, tras aprovechar la mañana “ensayando, componiendo y pensando en mis cosas”, una costumbre reciente en quien, hasta hace poco, era ave nocturna confesa. “Últimamente estoy descubriendo el encanto de vivir por la mañana”, revela.
Nacido en Murcia “hace bastante”, Tony vino a Barcelona en 2005 con la intención de quedarse y se considera ya catalán adoptivo.
“Vine a estudiar jazz al Taller de Músics. Había empezado a los 14 años tocando en bandas de rock y garage, pero hace ya mucho que me centré exclusivamente en los sonidos negros, que es lo que siempre me ha interesado. Jazz, funk y, desde hace un tiempo, hip hop. Hace diez años me inventé Discos Redondos, una tienda de discos de vinilo donde ofrezco, básicamente, la música que me gusta en el formato que me gusta. Primero fue web y puesto ambulante por ferias de discos, ahora es tienda estable ubicada en Sant Antoni, en el espacio que tengo dentro de la librería Prole de Comte Borrell”.
Además de la tienda, Discos Redondos es también un pequeño sello musical: “Saco discos de jazz, hechos en Barcelona de forma casi artesanal”. Tras publicar dos referencias del quinteto del contrabajista y compositor, Marco Boi, lo siguiente es el vibrante álbum del proyecto OGB Trio + R, en el que el parroquiano toca y compone, y que estos días está en fase de preventa.
Cosas que empiezan en Norma Cómics
Venir a Barcelona es, posiblemente, la decisión meditada y orquestada más importante que el parroquiano haya tomado en su vida. “Se me fijó esta idea en la cabeza en 1991. Nos trajeron en un viaje de estudios del colegio y nos llevaron a la tienda de Norma Cómics. Ahí compré un libro de ilustraciones de Manara, que todavía conservo, y ya entonces pensé que quería vivir en esta ciudad. En aquella época era un consumidor compulsivo de Cimoc, Zona 84, El Víbora y Métal Hurlant. Cosas como coleccionar discos, venderlos en una tienda o el sello han ido surgiendo después, de forma muy natural y muy poco meditada, cuando ha tocado”.
Toda esa inquietud cultural, Tony la canaliza con su música, con su sello y tienda y también con otra actividad que se enmarca en el más puro activismo cultural de base, el colectivo Gran Price Vinyl, junto a Emma Tarragó. Una idea “que surge para crear una feria de discos para Sant Antoni, que no contaba con una propia, y para homenajear a la desaparecida sala Gran Price, que fue un escenario muy importante en el movimiento contracultural de la Barcelona de los 70. Dentro del programa de actividades de esta feria siempre hemos incluido exposiciones sobre músicos de Barcelona, presentaciones de discos, conciertos y cosas así. Siempre hemos querido que fuera algo más que un mero evento de venta para coleccionistas”.
El colectivo, que ahora está colaborando con el festival Jazztrònica, vuelve en junio al centro Calàbria 66 “para organizar la primera edición poscoronavirus del Gran Price Vinyl Fest. ¡Estamos muy ilusionados!”. Se trata de un paso más “en esa carrera de fondo, tras todas las crisis y decepciones, que le ha tocado tragarse a nuestra generación, a pesar de lo que seguimos acometiendo proyectos de creación y difusión con cierta alegría, lo que es para sacar pecho”.
Una ciudad con voz propia
Más que un hecho concreto, lo que a Tony le enamora de esta Barcelona en la que hace tanto decidió que quería venir a vivir, “es que ha sido históricamente capaz de tener una escena propia, con una voz propia, en las disciplinas que a mí me interesan. Hace años, cuando no se podía estudiar jazz en ninguna parte, aquí estaban el Taller de Músics y L’Aula del Liceu. Cuando nadie editaba jazz hecho aquí en forma continuada y estable, estaba Fresh Sound con la serie New Talent. Y si no quieres echar la vista tan atrás y buscas iniciativas más jóvenes, hay también un montón de ejemplos, como el festival Say It Loud, la sala Deskomunal o el colectivo The Changes, con modelos de gestión que hacen posible que se siga desarrollando un tejido local de proyectos de calidad”.
“Barcelona ha sido históricamente capaz de tener una escena propia, con una voz propia, en las disciplinas que a mí me interesan”
Como archienemiga natural de esta corriente creativa de base, el parroquiano identifica la gentrificación y el espejismo del turismo basura. “Me fastidia ver cómo se ha sucumbido tanto y tan rápido, no sólo porque ese sea un modelo que me molesta, sino porque, además, hace daño a todo lo que te comentaba antes que me apasiona. Es un modelo destructivo, y eso no debería permitirse nunca, gane quien gane con él, que los hay que ganan, claro”.
— Lo que siempre gana, y por goleada, es nuestra oferta gastronómica. Tenemos menú, raciones, tapas, bocatas… ¡un sinfín de exquisiteces!
Tony García liquida su café y, tras un rapidísimo repaso a las vituallas disponibles, sentencia:
— Que sean raciones —ríe. Soy un ser racional.
