Roberto Sánchez Ruiz
El periodista y escritor Roberto Sánchez.
EL BAR DEL POST

Roberto Sánchez Ruiz: Entre el micrófono y la hoja en blanco

“Siempre leí mucho y pensaba que, en algún momento, quizás me atrevería a escribir. Un día me puse a hacerlo en las notas del móvil y vi que todas tenían algo en común como para hilvanarlas. De allí salió la idea para mi primera novela”. El periodista y escritor Roberto Sánchez Ruiz medita en voz alta, acodado a la barra ante un vermú negro con dos olivas, y con una copia de su recién publicada última novela, Líneas cruzadas (Plaza & Janés), un thriller que hurga en la historia reciente de una Catalunya hecha de grandes sueños, silencios ensordecedores y verdades a medias. 

— ¿Te apetece picar algo con ese vermú?

— Yo es que comería de brunch a todas horas. ¡Luego igual me animo!

Ha llegado a media mañana, en contra de lo que dicta la nocturnidad de su trabajo radiofónico y, prestándose a la charla en primera línea de Bar, acepta que de fondo suene cualquier tipo de música o programa. “Sólo te pido que no sea un podcast de dos hablando de cosas: abundan y sólo se salvan un par”.

En paralelo a una aplaudida y premiada trayectoria radiofónica que le ha granjeado reconocimientos como el premio ONDAS, un Micrófono de Plata y un Antena de Oro, el responsable del exitoso magazine radiofónico Si amanece nos vamos, en Cadena SER, tiene publicada una decena de libros entre los que se cuentan Asesinos de series, Salvarás a mis hijos, Noche en vela o Quienes manejan los hilos. Incapaz de parar quieto, en una constante alternancia entre el micrófono y la hoja en blanco, Roberto Sánchez Ruiz en estos momentos anda por ahí presentando su nueva obra y, a la vez, se halla “en plena celebración de los cien años de la radio en nuestro país y con el borrador de dos novelas de corte muy distinto entre ellas”. Tiempo para descansar, el justo.

La irresistible llamada de las ondas

“Soy un chaval de Cerdanyola que quería hacer radio. En los años 80 allí era relativamente fácil, ya que llegó a haber hasta cinco emisoras. Aquella fue mi mejor escuela”, explica mientras da cuenta de su vermú. En una visita con sus padres para matricularse en el Instituto Oficial de RTVE, el director le dijo “que tirara hacia la Facultad de Periodismo y que no perdiera el tiempo allí”. Y aquel fue un paso providencial.  

— Pero tu carrera arrancó en Madrid, ¿no?

Roberto Sánchez Ruiz afirma con la cabeza. “En la Facultad de Periodismo me dieron una beca para entrar en la SER en Madrid. Ahí tuve que escoger si irme ahí de becario o ser una estrella de la COPE en Sabadell”. Decidió lo primero, claro, y en aquel 1988 dio comienzo una larga carrera vinculada a esta emisora, al frente de programas como Carrusel de verano, Mediodía SER y Madrid siete estrellas, de la delegación de la radio en Valencia, y trabajando en Hoy por hoy y La ventana

Un viernes de 1994 le concedieron unas pocas horas “para decidir si el lunes siguiente empezaba Si amanece nos vamos o si me quedaba con un programa de fin de semana para la emisora local de Madrid de la SER”. De nuevo, se embarcó en el proyecto más ambicioso y ahora se enorgullece “de reivindicar la importancia de la radio de madrugada”.

Ha pasado también por el medio televisivo en TVE, Telecinco y Telemadrid y —a modo de cuadratura del círculo—  es miembro del Consejo Local de Comunicación de aquella Cerdanyola del Vallès donde, hace ahora tantos años, hizo sus primeros pinitos sucumbiendo a la irresistible llamada de las ondas hertzianas.

El periodista Roberto Sánchez Ruiz
Roberto Sánchez Ruiz trabaja en el borrador de dos novelas de corte muy distinto entre ellas.

Barcelona, la ciudad de las 5.000 madrugadas

“Desde esta ciudad le he hablado al mundo, desde Radio Barcelona, durante 5.000 madrugadas. Nací en el Hospital de Sant Pau y cada fin de semana me llevaban a Sarrià o al Camp Nou, lo que me ha ayudado a no ser forofo de nada ni de nadie. Mis dos hijas han nacido aquí”, explica el periodista, poniendo el acento en su pertenencia a una ciudad de la que le sigue enamorando el que define como milagro olímpico. “Me maravilla la capacidad que tuvo Barcelona de cambiar su imagen, de mirar al mar al que incomprensiblemente le había estado dando la espalda durante tanto tiempo. Y, de ese episodio, creo que resulta especialmente encomiable la contribución de los voluntarios”.  

El periodista ha publicado recientemente Líneas cruzadas, un thriller que hurga en la historia reciente de una Catalunya hecha de grandes sueños, silencios ensordecedores y verdades a medias

Quizás sea este afecto que le une con la urbe en la que actualmente ya no vive, pero que visita con frecuencia, lo que le impida “achacar a la gran Barcelona que unos cuantos se hayan empeñado en tirar por la borda el talante acogedor y cosmopolita, abierto e integrador de una ciudad moderna y culta. Tanto los de uno como los del otro lado de esta polarización hacen mucho ruido, pero en realidad son pocos y, aunque entraran en el éxtasis en el que entran los líderes de una secta, mica en mica van topándose con la realidad y se desinfla el globo de su soberbia”, sentencia a punto de liquidar su vermú.  

Pero queda un trago, el justo para levantar la copa y proponer un brindis muy especial:

— En estas últimas visitas a la ciudad he percibido que se está recuperando la pasión por vivir, por salir, la cultura del tapeo, del copeo. ¡Brindemos por ello!

Y Roberto Sánchez Ruiz liquida, ahora sí, su bebida mientras guiña un ojo y sonríe, quién sabe si pensando en pedirse ese brunch apetitoso del que antes hablaba.