Oliver Mancebo
El escritor, periodista, ilustrador y agitador cultural, Oliver Mancebo.
EL BAR DEL POST

Oliver Mancebo: Trascender la letra impresa

“Durante gran parte de mi vida me he podido dedicar, sobreviviendo, a lo que me gusta. He dado muchos tumbos y me he ido reinventando a fuerza de palos, pero nunca he pasado por aros por los que no he querido pasar y creo que siempre he sido coherente”. Las palabras del escritor, periodista, ilustrador y agitador cultural, Oliver Mancebo, se deslizan sobre el gutural fraseo del Green onions, de Booker T & the MGs, mientras, acodado a la barra, saborea un Negroni que anticipa la inminencia del mediodía.

Formado en Bellas Artes como dibujante e ilustrador, de joven forma parte del vibrante colectivo de art brut, Infancia en escabeche, con el que organiza happenings, exposiciones y edita fanzines. Al mismo tiempo, se curte trabajando en series de animación como Benvinguts a Patatamón, Família.cat o 240, el nen clònic. “En aquel momento, además de ilustrar, empecé a meterme en otras áreas como la producción artística o el guion, y ahí, ya, me metí de lleno en lo de escribir”, si bien con una noción de escritura que trasciende la letra y se expande hacia otras disciplinas y dimensiones lúdico-festivas.

“Cuando he empezado a sentirme cómodo en alguna disciplina la he dejado para dedicarme irrevocablemente a alguna otra cosa”. El nexo común de todos estos cambios es la necesidad de explicar historias, expresar nociones, y llevar todo ello más allá de la letra impresa.”La filosofía que hay detrás del proyecto Mancebía Postigo es que las publicaciones que vamos sacando trasciendan su formato y se conviertan en eventos irrepetibles”, explica a propósito del colectivo que, junto a su pareja y socia, Marta Postigo, ha redundado en publicaciones dispares como Pensadores bailando, Nos vamos a Croatán, Recetario sónico popular, Operación tenedor o el reciente Culebrón gastro-carcelario, un opúsculo que recoge las conversaciones del dúo con el preso activista Daniel Font, y que sirve como adelanto “de un libro sobre cocinas y cárceles que está en preparación”. 

El de la gastronomía es otro de los elementos rayanos la omnipresencia en la producción artística de Mancebía Postigo, tal y como atestigua el fanzine Cinc receptes amb cresta de gall, que recoge reflexiones alrededor del punk y la comida, dedicado a Víctor Nubla que ha contado alguna vez con el colectivo para su veterano festival LEM de música experimental.

Mancebo se ha formado en Bellas Artes y ha trabajado en otras áreas como la producción artística o el guion

La sombra de “Juanito Líos”

Escrutador de la cultura Pop, a través de sus colaboraciones con El Nacional y Cáñamo, e irredento cinéfilo de la serie B a la Z, Oliver Mancebo ha llegado a colaborar con el cineasta de culto Juan Carlos Olarria, considerado el Ed Wood barcelonés, y a punto estuvo de alegrarnos la existencia con un documental sobre una de esas figuras ignotas que, no obstante, representan el carácter canallesco universal de la Ciudad Condal.

“John Liu era un taiwanés experto en artes marciales que había participado en diversas cintas de acción de su país y, en 1974, recaló en Barcelona de la mano de los Hermanos Calatrava para participar en la película Los Kalatrava contra el imperio del kárate”. La cuestión es que este señor, al que pronto se iba a conocer en la ciudad como Juanito Líos, era un embaucador, un embustero y un tunante”. Mientras estuvo aquí, el actor se metió en muchos fregados, “hasta que acabó huyendo de la policía española, acusado de formar parte de una red de trata de blancas”. 

Oliver Mancebo trabajó durante años, involucrando a diversas productoras y socios, para explicar las vicisitudes de Juanito a través de un documental. “Pero, en un momento dado, me colapsé y decidí dejar este proyecto, del que sólo ha quedado un teaser”. 

— ¡No fastidies! ¡Esa historia es demasiado potente como para dejarla ahí y no contarla!

El artista sonríe. “No te preocupes, esta historia la explicaré a través de un libro que está ya casi listo”. Esta obra se sumará a otra, coescrita con Dani Montlleó, que tratará sobre la importancia de los peinados en la historia de las subculturas y que lleva el título provisional Peines como navajas.

El objetivo del Mancebía Postigo es que las publicaciones trasciendan su formato y se conviertan en eventos irrepetibles.

Reivindicar el patrimonio “barístico”

“Yo soy de Vilafranca del Penedès, de modo que de jovencito sentía por Barcelona la típica fascinación que la gran ciudad ejerce sobre un chaval de pueblo. Ahora llevo aquí algo más de media vida y la relación con la urbe ha ido cambiando, igual que la propia Barcelona, que por suerte no ha perdido su carácter eminentemente pícaro”. Pero este cambio aboca al parroquiano a vivir “un poco como un apache en una reserva, con miedo a que algunos de los lugares que amo, en peligro de extinción, acaben por desaparecer”, puntualiza con el Negroni a un sorbo de su fin.

“Creo que Barcelona tiene muy poca consideración con su patrimonio barístico —prosigue-–. Hay muchos casos, como el reciente cierre del Bar Brusi, de la calle Llibreteria, o la persecución sistemática a la que un local con la solera del Ca’l Pep, de la calle Verdi, se halla sometido”. 

— Quizás debido a nuestra excelente oferta culinaria, nuestro Bar de momento aguanta el tipo. No sé si, habiendo liquidado tu Negroni, te podemos tentar con un menú, raciones, un plato combinado…

Al compás del Slim Jenkins’ place de Booker T, Oliver Mancebo reflexiona brevemente, consciente de la importancia de un buen yantar y en sintonía con aquel categórico rechazo que Vázquez Montalbán expresaba por boca de su Carvalho, a la horrible idea de “comer cualquier cosa”.

“De entrada, queda descartado el plato combinado”, declara, antes de sumirse en otro silencio que le ayude a madurar una decisión, que finalmente llega:

—Haré menú. Y, vistos los calores, si entra una esqueixada o algún plato de bacalao, ¡mejor!

—¡No esperábamos menos de un bec fin como tú!

Polifacético, ha llegado a colaborar con el cineasta de culto Juan Carlos Olarria, considerado el Ed Wood barcelonés