librería Alibri
La librería Alibri, en la calle Balmes. © theNBP
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Te echaré de menos, Alibri

La casi centenaria librería de la calle Balmes, antes llamada Herder, cerrará antes de acabar el 2022 por la inviabilidad del negocio

La noticia del próximo cierre de la librería Alibri me llegó como una puñalada que me arrebataba más de 40 años de idilio con este templo barcelonés del libro. Era un joven estudiante la primera vez que crucé la puerta de esta histórica librería, que aún se llamaba Herder. Entonces, tenían una sección de psicología, que era lo que estudiaba antes de que el periodismo se cruzara en mi vida, muy bien dotada, y allí había adquirido obras al margen de las recomendadas por el profesorado que me fueron muy útiles. Otra sección de referencia de la Herder era la de filosofía, y en ella encontré Por qué no soy cristiano, de Bertrand Russell, que me impactó y que todavía guardo y de vez en cuando hojeo.

Cuando un establecimiento de este tipo que ha formado parte de tu vida cierra es como si te amputaran una parte de ti. Por desgracia, este tipo de clausuras vienen siendo habitual en los últimos años. Desaparecen los comercios singulares e históricos y se sustituyen por cadenas, franquicias, bazares y supermercados caóticos. La ciudad pierde personalidad comercial en beneficio de una uniformidad de marcas que, al menos a mí, me dejan indiferente. No es problema solo de Barcelona, es un fenómeno global. En estos momentos, el mayor punto en común de las ciudades es que en sus calles las pueblan los mismos rótulos comerciales.

Parece ser que el cierre está provocado por la falta de viabilidad económica del negocio y que la Alibri —Balmes, 26— bajará definitivamente sus persianas antes de acabar el 2022. A partir de entonces, desaparecerá de mi itinerario de regreso a casa desde el trabajo. Durante años, entrar en la Alibri ha formado parte de mis rutinas. Me gusta hacerlo por simple placer, aun sin tener en mente adquirir ningún libro, pero debo admitir que pocas veces resisto a la tentación. La Alibri también ha sido donde algunos amigos y yo mismo hemos presentado nuestros libros. Por esta y otras razones es que le tengo tanto cariño.

La ciudad pierde personalidad comercial en beneficio de una uniformidad de marcas que, al menos a mí, me dejan indiferente

El cierre llega a tan solo tres años de que la librería celebrase su centenario. Abrió en 1925 con el nombre de Herder, editorial alemana que ese año decidió incorporar Barcelona a su red internacional de librerías. Una fotografía que preside la sala donde se celebran las presentaciones es testimonio de aquellos primeros años. Durante la guerra civil, la librería fue colectivizada, y, pasado el conflicto, la adquirió en subasta el antiguo gerente.

A partir de entonces, la Herder, rebautizada Alibri en 1991, se consolidó en el mercado del libro de Barcelona, por su buen fondo, por tener sólidos proveedores como la Universidad de Barcelona y bibliotecas, y por disponer de una oferta de libros en otros idiomas imbatible durante muchos años.

El problema ha venido cuando las nuevas demandas y usos del libro, sumados a otras circunstancias, han hecho que el modelo de negocio de la Alibri, que hasta ahora había primado el servicio de calidad por encima de todo, se haya resentido y requiera una elevada inversión para adaptarse a los nuevos tiempos que no es posible ahora mismo. Algunos lo resumen como efecto Amazon, pero no es solo por la plataforma de Jeff Bezos. Entre los estudiantes, el intercambio de PDFs está penalizando mucho la compra de libros, y el cliente ya no está dispuesto a esperar días para tener el volumen que necesita, de modo que recurre a alternativas como Amazon. Yo mismo reconozco ser un buen cliente de Amazon, aunque solo compro a través del portal cuando busco libros en inglés o francés que no puedo encontrar en las librerías locales.

La librería se consolidó en el mercado de Barcelona, por su buen fondo, por tener sólidos proveedores como la Universidad de Barcelona, y por disponer de una oferta de libros en otros idiomas imbatible

Ya hace algún tiempo que había notado en Alibri ausencias impropias entre las novedades, pero no supe predecir que eran los primeros síntomas de la situación que le lleva al cierre, y menos cuando la salud del sector del libro es muy buena, incluso mejor que antes de la pandemia. Son los contrasentidos de negocios como este. Ahora, la propiedad y responsables de la librería están concentrados en gestionar de la mejor forma el cierre y las liquidaciones de los empleados.

Cuando esto ocurra, los echaré a todos mucho de menos. Echaré de menos también la selección de novela negra y la de temas de actualidad, que son las dos mesas de novedades que más he visitado en los últimos tiempos. Y, por supuesto, las presentaciones de algunos de mis libros. En la esperanza de que surja un milagro de última hora, solo me queda decir: gracias por todos estos años, buena suerte y hasta luego, gente de la Alibri.

Interior librería Alibri
El interior de la librería Alibri. © theNBP