“He podido burlar a la muerte en varias ocasiones. Dos por enfermedad y otra al escapar de un atentado. Los años que pasé como miembro del Servicio de Información de la Guardia Civil me hicieron adentrarme en lo más duro de la delincuencia y el terrorismo. Los atentados como el de Zaragoza e Hipercor dejan una huella muy grande. Y los treinta años viviendo como detective las penurias de los ciudadanos que me contrataban para que les resolviera sus angustias han llenado mi vida. Necesito contar todo eso”. Tras deleitarse con un plato combinado a base de huevos fritos con hamburguesa y patatas, el escritor y activista literario Vicente Corachán pide un café espresso a pie de barra mientras se deja sorprender por las noticias y los sonidos que, desde la radio, llenan el espacio del Bar.
Curtido en los grupos especiales de Delincuencia Organizada y Antiterrorismo de la Guardia Civil, Vicente abrió a principios de los 90 su agencia de detectives privados, formándose en diversas áreas de especialización tales como criminalística o pericia caligráfica y documentoscopia. Redactar informes, dar forma a hechos e historias a través de palabras y de la observación, le empujaron poco a poco hacia una orilla insospechada: la de escribir relatos basados en todo lo vivido. Así, en 2011 debutaba con su novela Un cadáver para un detective, con la que recibía el premio del Colegio de Detectives Privados de Catalunya. Aquel primer paso se tornó en impulso imparable.
Tras diversas obras en solitario y colectivas que se han ido sumando en este tiempo, Vicente Corachán presenta estos días su último libro, Qué harías tú (Vencejo): una historia de amistades inquebrantables, lealtad, bajos fondos y secretos que se arrastran hasta la tumba, ambientada en Sant Boi, la localidad donde el autor —cosecha de 1959— reside.
Al margen de la presentación de la nueva novela, éste asegura estar trabajando en una nueva obra con la idea “de cerrar una trilogía centrada en una historia en la que trato, entre otras cosas, de poner el foco en las deficiencias que en nuestro país tenemos en términos de apoyo del sector policial y judicial hacia las personas más vulnerables”.
Activismo literario de alta intensidad en el Baix Lobregat
Orgulloso “de lo que he llegado a aprender en muchos sentidos, de lo que he podido ayudar en la resolución de algunas situaciones muy penosas y de que mi profesionalidad haya servido para resolver muchos asuntos”, Vicente no puede evitar sonreír bajo su perilla ante su actual situación: “ahora me dedico a escribir con mayor intensidad. Hasta ahora el trabajo como detective se comía mi tiempo, pero he aprendido a delegar y soy yo quien maneja mi calendario a mi antojo. ¡Llegó la hora de poder ficcionar todas esas cosas que he vivido durante los más de cuarenta años de mi vida profesional!”, afirma.
Experiencias que no sólo transmite a través de relatos, novelas —o incluso un libro, ¿Estoy llamando a un detective? basado en sus anécdotas vividas en primera persona—, sino a través de iniciativas que vigorizan el entorno literario de ese Baix Llobregat que ha sido su escenario vital. Es el caso de las asociaciones literarias Autor@s de Cornellà y Lletraferits de Sant Boi o la colaboración con certámenes como Esparraguera Negra, Collbató Negre o Sang Boi, antes de lanzarse a crear sus propios festivales dedicados a la novela criminal y policíaca: Cornellà Negre en 2018 y, desde 2022 y tras el paréntesis del Covid, Sant Boi Negre que el año que viene celebrará su tercera edición.
Asesor para la serie Detectiu de Canal 33, le queda tiempo para armar divertidas gincanas de asesinatos en casales, bibliotecas y librerías, en las que el público debe averiguar quién es el asesino. También participa en varias tertulias radiofónicas y televisivas en ETV-Llobregat, Radio Televisión Gavá o Radio Sant Boi, compartiendo su amplia experiencia y conocimiento en materia criminal, detectivesca y literaria.
La ciudad del egoísmo
Por su recorrido vital y profesional, la visión que Vicente Corachán tiene de Barcelona está singularmente ligada a un criterio de servicio y ayuda: “es mi vida, donde he dejado miles de horas tratando de servir al ciudadano”.
Y un aspecto que se le ha quedado dentro, como una piedra en el zapato, es “el hecho de que la gente de aquí vive como si sólo estuviesen ellos en el mundo. No somos capaces de ayudarnos cuando vemos un problema que afecta a otras personas. Puede que el ser una ciudad cosmopolita lleve a eso. Y el miedo a que las instituciones tampoco hacen nada para evitarlo ¡Al contrario!”, exclama liquidando su café de un trago.
Precisamente, a través de su obra el escritor busca poner el foco en este aspecto: “la falta de respeto hacia los demás, el egoísmo que se nos ha instalado en nuestra sociedad, las deficiencias sociales… En mis libros trato de denunciar todo eso”. Y, tras estas palabras, se queda abstraído en un silencio reflexivo, de quien tiene muchas cosas que decir porque las ha vivido, las ha sufrido. A veces, ha contribuido a solucionarlas, a resolverlas. Desde informes periciales hasta la lucha contra el terrorismo. Tantísimo que contar sobre esa cara menos amable de lo que somos y que él tan bien conoce.
–¡Te has quedado inmerso en un súbito silencio!
Vicente Corachán vuelve a esgrimir una sonrisa franca bajo su blanca perilla y, dispuesto a seguir con la sobremesa a pie de barra, pide el veneno adecuado para ello:
–Ponme un gintónic, que me apetece.
–¡Oído! ¡Esto mejora por momentos!