La joven soprano Sara Bañeras canta el jueves 14 de octubre en el Palau de la Música.

Sara Bañeras: “es importante transmitir belleza en el canto”

La soprano barcelonesa debuta en el ciclo Primer Palau, y en apenas un mes lo hará en el Gran Teatre del Liceu, formando parte del elenco vocal del Rigoletto de Verdi, uno de los momentos fuertes de una temporada apasionante

Por razones de agenda, conversamos telemáticamente con la soprano Sara Bañeras. Nos atiende desde Valencia, donde radica el pianista que la acompañará en el recital del Palau de la Música Catalana, con quien ultima los ensayos. Aunque ya ha actuado en Barcelona, una parte del público que frecuenta el Palau o el Liceu la escuchará por vez primera en las próximas semanas. De algún modo puede decirse que se trata de su presentación oficial, el inicio de una carrera que se vislumbra exitosa.

 —Escuchándote cantar, el espectador intuye que te lo estás pasando de lo más bien. ¿Cómo descubriste el gusto por el canto?

—Pues ya en la escuela recuerdo que, si se hacía un concierto de Navidad, yo siempre cantaba. Cuando me lo pedían —en todas las fiestas e incluso comuniones— cantaba. Bueno, es que de hecho ¡empecé a cantar a los dos años!

—¿Quizá porque en tu casa alguien se dedicaba profesionalmente a la música?

—No, en realidad, pero es cierto que mi madre estudió muchos años el piano, y que en casa había uno. El caso es que yo era muy tímida y me costaba mucho relacionarme con la gente. Entonces mis padres pensaron que la música, las clases de canto y subir a un escenario me podría ayudar a relacionarme y abrirme. Empecé a estudiar canto y más adelante piano a través del método Suzuki.

—No es la primera vez que oigo de personas aparentemente tímidas, que cuando suben a un escenario dejan atrás por completo su timidez.

—A veces, aún hoy en día me cuesta mostrarme sociable. Por ejemplo, en las fiestas soy la chica que casi no habla. Pero en cambio en el escenario… ahí sí que me siento como en casa. No es la Sara del día a día, la que se expone, sino la Sara cantante de ópera. Y, claro, la Sara cantante de ópera no es tímida, es alguien que se lo pasa muy bien cantando y actuando.

Sara Bañeras en La Traviata.

—Parecería que, metiéndose en la piel de otro, uno puede llegar a conectar mejor con uno mismo, y así con el público…

—Totalmente, sobre el escenario soy yo misma pero en la vertiente de artista, y me resulta mucho más fácil transmitir todo lo que siento al público.

—Y en las pruebas o audiciones que acostumbráis a hacer, ¿ahí tampoco sale la timidez?

—Pues no, aunque es cierto que cuando haces audiciones y concursos —que en nuestra profesión se han de hacer sí o sí porque es la plataforma, el escaparate para poder trabajar— me lo paso menos bien. Porque no tienes un público delante de ti, sino un jurado.

La clave para dar lo mejor de ti misma es abstraerse del hecho de estar siendo juzgada, ponerte dentro del personaje y cantar

—Cuesta más soltarse, seguramente…

—Es que estás más en modo autocrítico, más pendiente de cantar bien… En realidad, esto resulta contraproducente, porque es más difícil disfrutar y ponerse en la piel del personaje que estás interpretando. Pero al final, creo que la clave para dar lo mejor de ti misma es abstraerse del hecho de estar siendo juzgada, ponerte dentro del personaje y cantar. Es entonces cuando mejor puedes expresar.

—Y, por tanto, ¿cómo encaras tu recital del Palau de la Música?

—Pues muy contenta de actuar en el ciclo Primer Palau. Normalmente, cada año escogen a un intérprete joven de cada disciplina, o de cada formato: un cuarteto de cuerda, un pianista… Y a mí me seleccionaron en la modalidad de canto. Después, de entre todos los participantes, se hace un concurso. Pero más allá de eso, yo me lo tomo como una oportunidad para protagonizar en el Palau un programa entero, con la repercusión que implican los actos de prensa y que sea transmitido por Catalunya Música. Es un lugar para hacerse ver, y por supuesto para disfrutar cantando en la sala de conciertos.

—A pesar de que, en efecto, este es tu debut oficial en recital, tú ya habías actuado en representaciones operísticas adaptadas al escenario del Palau.

—Es cierto, he tenido la suerte de actuar gracias a la compañía de ópera NovAria Artists, asumiendo el papel principal de La Traviata. Además de hacer de Violetta Valery, canté también otros roles secundarios, como el de Frasquita en Carmen, el de Papagena en Die Zauberflöte, o el de Musetta en La Bohème. Y alguna vez, hace más tiempo, había cantado con los Cors Clavé, invitada como solista.

—De hecho, quince días después de tu recital, vuelves a hacer de Violetta. Los espectadores que se queden con ganas de más podrán verte actuando. ¿Qué relación tienes con ese papel tan exigente?

—Desde siempre, toda mi vida había sido el papel que soñaba cantar alguna vez. Y, de hecho, de más joven no tenía nada claro que lo pudiera llegar a cantar nunca. A nivel vocal requiere que la voz pueda hacer frente tanto a los pasajes más ligeros como a los más líricos, hasta llegar a los más dramáticos. Es complicado encontrar voces que puedan pasar de un extremo al otro, ya no por una cuestión de técnica vocal, sino de naturaleza física. Afortunadamente y de manera bastante natural, la verdad es que me siento muy cómoda y eso, sumado a mucho trabajo, me permite afrontar este papel tan precioso a nivel musical y tan fascinante a nivel dramatúrgico.

—Acerca de lo más inmediato, el programa de tu recital en el Palau es muy interesante y valiente.

—Algunas piezas las he cantado y me han acompañado durante tiempo, pero otras son nuevas, y me apetecía prepararlas pensando que a mi voz les podían ir bien. Coincido en que es un programa potente, sobre todo hay dos canciones de Liszt muy complejas: Pace non trovo y Die Loreley. El programa está formado por algunos lieder de Strauss muy conocidos de cara al público, una aria de Charpentier —Depuis le jour, extraída de la ópera Louise–– y algunas canciones de Toldrà. También podré cantar Romance de la luna, luna, de Miguel Ortega, un compositor contemporáneo que tuve la suerte de conocer hace unos años, me fascinó, y todavía no había podido cantar nada de él.

La cantante en el espectáculo infantil Papageno & Cia, en el CaixaForum.

—Tengo entendido que a lo largo de 2021 también estás protagonizando otros proyectos.

—Pues sí, después de un 2020 de parón casi total, la cosa se reactivó. La cultura se ha mantenido abierta en España y, personalmente, ha sido un año muy fructífero. He podido debutar en muchos papeles. Empecé el año cantando a la Rosalinde en Die Fledermaus, después canté La Ópera de las 4 notas en el Teatro de Sarrià, debuté en La Traviata y participé en el Concurso Josep Palet donde obtuve el primer premio. En el presente también estoy implicada en un espectáculo infantil para CaixaForum que se llama Papageno & Cia, y que se compone de pasajes de óperas de Mozart. Conforman una historia con una escenografía preciosa, con otro cantante —un barítono—, dos clarinetes y un fagot. Un arreglo que, la verdad, queda muy bien.

—Y luego está lo de tu estreno en el Gran Teatre del Liceu…

—Me hace mucha ilusión poder debutar en el Liceu. Será la primera vez que figuro en la temporada oficial —había cantado en algún acto externo, como una cena solidaria— y aunque se trata de un papel pequeño, en la ópera Rigoletto, al mismo tiempo supone un primer paso para entrar en el Liceo. Y en este sentido estoy muy agradecida a su director artístico, Víctor García Gomar, por ofrecerme esta oportunidad. Hice una audición, fue muy bien, y enseguida —de hecho, al día siguiente— me ofrecieron la posibilidad de debutar en la presente temporada.

Realmente, más allá de las cualidades propiamente vocales, se tienen en cuenta muchos otros elementos de la formación del artista para asignar los papeles, ¿verdad?

—Ahora se da mucha importancia a la actuación, para que el canto sea creíble. Incluso pueden llegar a decirte, cuando se escogen los roles: “mira, tú podrías cantar una muy buena Micaela —por poner un ejemplo— pero no tienes el físico de Micaela”. Se prioriza que la historia que se explica sea real, que funcione de cara al público.

—En este sentido, ¿qué personaje te gustaría hacer en el futuro?

—Pues uno de los papeles que creo que va mucho con mi voz, pero que aún no he tenido la ocasión de interpretar, es el de Lucia di Lammermoor de Donizetti. Me gusta el rol de Lucia como personaje, tan frágil —ella llega a enloquecer— y tan romántico y fuerte a la vez. Musicalmente me siento muy cómoda con los roles del belcanto, pues me permiten expresar con tanta libertad. Luego, claro, hay aquellos roles preciosos que una dice, “quizás nunca podré cantarlos”, por ejemplo, el de Madama Butterfly de Puccini.

 Musicalmente me siento muy cómoda con los roles del belcanto, que me permiten expresar con tanta libertad

—Y de entre las sopranos consagradas, ¿hay alguna que admires o tengas presente por algún motivo especial?

—Hay muchísimas sopranos que admiro y sigo… ¡Creo que no acabaría nunca de enumerarlas! Algunas de las cantantes que me han servido de referencia han sido Montserrat Caballé, Renata Scotto, Maria Callas o Ileana Cotrubaş. Actualmente estoy siguiendo también las carreras de Lisette Oropesa, Marina Monzó o Nadine Sierra. Precisamente, pude disfrutar de esta última en directo cuando cantó en el Liceu el papel de Lucia a finales de la temporada pasada. De alguna manera esas cantantes han sido una inspiración, porque cantan muy bonito. Y para mí eso es importante, el hecho de transmitir belleza en el canto.

Ópera de las 4 notas, representada en marzo de 2021 en el Teatre de Sarrià. ©A. Bofill