Cautivado por el trazo fresco y rápido de Xevi Solà

Barcelona acoge estos días una de las grandes exposiciones del año: la muestra conjunta de Miró y Picasso, dos enormes figuras de la pintura contemporánea que también fueron amigos. De hecho, se trata de dos exposiciones que dialogan; una, en el Museu Picasso y la otra, en la Fundació Miró. Dos exhibiciones concebidas por sus comisarias como un único relato, premeditadamente complementarias. Por el contrario, que la retrospectiva que La Pedrera dedica a Antonio López (Tomelloso, Ciudad Real, 1936) coincida con la primera exposición en solitario de Xevi Solà (Santa Coloma de Farners, Girona, 1969) en las instalaciones de Alzueta Gallery de la calle Séneca es una cuestión de puro azar. Por lo tanto, el haber podido relacionar a dos artistas pertenecientes a galaxias diferentes y lejanas es fruto de la pura casualidad. Contemplar estas dos exposiciones con pocos días de diferencia ha resultado un ejercicio totalmente imprevisto y enriquecedor, no por lo que tienen en común López y Solà sino justamente por todo lo que los separa.

López es un pintor realista, de producción lenta, reposada y obsesivamente minuciosa. Para elaborar algunos de los cuadros que hay en la muestra de La Pedrera plantó el caballete durante quince años en el mismo sitio y a la misma hora. El resultado son unas grandes telas ricas en detalles en las que predominan los tonos pastel: el azul brumoso de los cielos y los marrones, ocres y marfil de las panorámicas urbanas que le han hecho célebre. La obra de López se expone, acertadamente, en unas salas iluminadas tenuemente que generan sensación de paz, de recogimiento, aunque también de cierta nostalgia crepuscular.

Solá es todo lo contrario. Un pintor de trazo fresco y rápido. De hecho, un artista que actualmente pinta más deprisa que nunca justamente para tratar de capturar la frescura en cada una de sus obras. Un creador que durante sus años universitarios descubrió a Lucian Freud y decidió que iba a dedicarse al retrato psicológico, aunque también le sedujeran los paisajes de los fauvistas y las odaliscas de Matisse, y que reconoce las influencias de van Gogh, David Hockney o Alice Neel.

Xevi Solà
Algunos de los cuadros de Xevi Solà expuestos en la Alzueta Gallery. © theNBP

La obra más reciente de Solà retrata con una explosión de color la superficie de una juventud hedonista y seductora, pero también y sobre todo nos insinúa un interior complejo, inquietante e incluso perturbador. Los personajes de Freud parece que se miraran al espejo, con una desnudez tanto física como psicológica que deja al descubierto todas sus miserias y derrotas. Los de Solà podríamos decir que parece que compartan en Instagram sus propias fotografías, abusando de los filtros para tratar de salir guapos y esconder con más o menos fortuna heridas, inseguridades y otros secretos más oscuros. Me parece una forma rabiosamente actual de retratar, de representar y representarse.

Le explico a Solà que he ido a ver su exposición poco después de ver la de López y me confirma que se encuentra en las antípodas del veterano artista castellano: “Si empleas años en hacer un cuadro, escondes tu trazo y los tus errores, y la pintura pierde no sólo frescura, también autenticidad. El trazo de un pintor es lo que le hace único, como si fuera una caligrafía. Por tanto, para mí, un trazo veloz y directo puede explicar más claramente la manera de ser del pintor”. Para entendernos: “El trazo de Picasso habla de un tipo con mucho carácter, decidido, duro. El trazo de van Gogh o el de Matisse, son menos severos y más sensuales…”. Y concluye, por si quedara alguna duda: “El trazo de Antonio López no me comunica nada”.

Descubro a Solà a una amiga que me acompaña a su exposición y, ante uno de sus cuadros, me comenta que dan ganas de saber qué les pasó a sus personajes. De hecho, Solà se considera un explicador de historias ya desde sus inicios como dibujante: “Con 16 años dibujaba cómics y ahora me gusta dar pequeñas pistas que configuran de algún modo retratos psicológicos de personajes que charlan o callan sus secretos”. Solà no revela, da pistas. Por eso sus retratos de jóvenes atractivos y enigmáticos tienen un magnetismo innegable que seduce a la par que inquieta. “Siempre busco expresiones auténticas y uno de los métodos que empleo es la fotografía policial porque me facilita transmitir esta melancolía o, incluso, resignación”, me explica Solà, a quien definen como el pintor de la belleza triste de la juventud.

“Con 16 años dibujaba cómics y ahora me gusta dar pequeñas pistas que configuran de algún modo retratos psicológicos de personajes que charlan o callan sus secretos”

Hace tiempo que sigo de cerca la trayectoria de Solà y, hace un par de años, cuando me encontraba en plena escritura de mi última novela, El somriure dels dofins (Columna Edicions, 2023) se me ocurrió que podía estar escribiendo la historia de uno de sus personajes que, por cierto, finalmente acabó apareciendo en la portada del libro.

Podéis visitar la exposición Common People de Xevi Solà en Alzueta Gallery hasta el 20 de noviembre.