Barcelona, la mejor ciudad del mundo

La Barcelona que ambicionamos desde el sector comercial es aquella capaz de convertirse en un referente internacional por su oferta de comercio y restauración. A pesar de la inflación, hemos cerrado un 2022 con un turismo y un consumo interno positivos, y pensamos que éste debe ser el camino. Barcelona necesita potenciar su carácter comercial en un contexto en el que la globalización, la homogeneización de marcas y el comercio electrónico ponen en cuestión la actividad del comercio en la ciudad, cuando la realidad es que Barcelona dispone de un comercio singular, único y competitivo. Y los barceloneses tenemos que ser los primeros en valorar y apostar por defender la presencia de nuestros establecimientos y marcas comerciales en nuestros barrios y ejes comerciales; debemos ser parte activa de la mejor tienda del mundo que debe ser Barcelona.

Es sobradamente conocido que, tanto el comercio como la restauración, son sectores que generan riqueza para la ciudad, y, además, son también fuente de cohesión social: lo hemos visto claramente durante la pandemia y lo vemos diariamente a través de las historias personales de las vidas humanas que pasan por nuestros establecimientos comerciales. Por eso, lo más importante es poder contar con una colaboración público-privada con los sectores del comercio y la restauración. Necesitamos recuperar e instaurar un buen diálogo entre el sector público y el privado para impulsar los retos que deben hacer de Barcelona la mejor tienda del mundo. 

El retail de Barcelona tiene este año grandes retos por delante. Por un lado, la implantación de las APEUs, que deben dotarse de instrumentos de financiación, tal y como se ha demostrado en otras grandes ciudades comerciales; mantener unos horarios comerciales que permitan esponjar el gasto turístico, al menos de las zonas más céntricas y en los meses de más afluencia; una movilidad eficiente y accesible tanto dentro de Barcelona como en la conexión con su área metropolitana; una regulación de terrazas que evite botellones e incivismo; una oferta cultural de ocio y entretenimiento para atraer a visitantes, especialmente en los periodos de baja afluencia de visitantes, entre los meses de noviembre y marzo; y, por último, y no menos importante, nos hace falta más seguridad y menos delincuencia en nuestros establecimientos y calles. 

Los barceloneses tenemos que ser los primeros en valorar y apostar por defender la presencia de nuestros establecimientos y marcas comerciales en nuestros barrios y ejes comerciales

Afortunadamente, debemos celebrar buenas noticias, como el Compromís Metropolità 2030, con un planteamiento de la nueva ciudad de los cinco millones, un instrumento indispensable para planear el futuro bajo una visión integrada de la ciudad con el ámbito metropolitano. O también la nomenclatura de Barcelona, como la Capitalidad Europea del Comercio de Proximidad, que sin duda supondrá poner en valor un sector económico con tanto impacto social y cultural, y a la vez, prestigiar la singularidad de nuestro comercio. Sin olvidar la celebración de la Copa América, una oportunidad única para renovar y mejorar el tejido comercial del centro de Barcelona, especialmente de las zonas más cercanas al evento, como son la Barceloneta, el Born, el barrio de la Mercè, la Via Laietana, la Rambla, la Vila Olímpica y el Paral·lel.

Por todo ello, necesitamos unas administraciones que actúen de facilitadoras de la actividad comercial, de la restauración y de los servicios, que se muestren comprometidas con el comercio de proximidad, sus ejes comerciales y sus profesionales.

Estamos en el camino de la recuperación y, en este tramo del camino, es indispensable que las decisiones sobre la ciudad de los cinco millones se tomen para hacer de Barcelona, la mejor ciudad del mundo.