Corazón digital MWCapital BSC MWC Mobile 2024
Los asistentes al MWC pueden replicar su corazón virtualmente a partir de sus pulsaciones.

El Mobile mira al pasado para imaginarse el futuro

Un telar de finales del siglo XIX convive con un coche volador en el salón tecnológico, donde la cuántica, aunque suene complicada, demuestra que ya avanza con pasos firmes

Uno no se esperaría encontrarse con una máquina de tejer en el Mobile World Congress (MWC). De acuerdo con que ya no sea solo la feria del móvil y que los últimos modelos de smartphones hayan sido sustituidos por robots y gafas de realidad virtual, pero de ahí a que se hable de la revolución industrial en Catalunya hay un trecho. En un estand que se envuelve en las líneas de las antiguas fábricas textiles, la Mobile World Capital Barcelona (MWCapital) ha querido reivindicar el pasado de las compañías locales en el salón, viendo cómo innovaciones que ocurrieron hace muchos siglos han acabado marcando el presente empresarial.

Si hay que hablar de cuándo empezó a despuntar Catalunya, sin duda alguna hay que pensar en fábricas como la Bonaplata, instalada en la calle Tallers a finales del siglo XIX. Fue la primera de España en utilizar la fuerza del vapor para mover las máquinas textiles hechas de hierro fundido. Un sector que no solo dinamizó la economía sino también sirvió para desarrollar otros, como el farmacéutico, gracias a todo el conocimiento que se generó alrededor de los tintes, e incluso hasta la computación. También fue en Barcelona donde surgió el primer ordenador del país, en la Telesincro de la calle Diputació. Y el legado de las fábricas textiles se palpaba hasta en las tarjetas de memoria, donde tejedoras se encargaban de cablear las placas, formadas por una infinidad de hilos.

Ahora bien, en el mayor congreso internacional de innovación tecnológica, no todo iba a ser pasado. En pocos pasos, la MWCapital regresa al presente, donde el primer aparato de Telesincro se ha transformado en un superordenador capaz de replicar el corazón humano a partir de las pulsaciones de los asistentes al congreso. El Barcelona Supercomputing Center (BSC) y la spin-off Elem Biotech se encargan de fabricar humanos digitales con la mirada puesta en avanzar hacia una medicina personalizada para prevenir enfermedades y curarlas mejor. En concreto, puede servir para probar cómo funcionan determinados medicamentos, partiendo del análisis masivo de datos y el uso de la inteligencia artificial (IA), lo que permite acelerar el tiempo que se necesita para validar las terapias a base de probarlas en muchos gemelos virtuales.

Pero no solo eso. Siguiendo el hilo de esas innovaciones que empezaron con la máquina de vapor en la industria textil, marcas como Desigual empiezan a aplicar la tecnología ahora para diseñar ropa recurriendo a la IA, proporcionada por la startup Fermat. Así se consiguen romper algunos esquemas mentales y probar nuevas fórmulas difícilmente imaginadas por un cerebro humano. No es que tenga que ir de la mano con el buen gusto, como les pasa a algunos congresistas que intentan definir un abrigo azul con estampados de periódicos o unas bambas rojas con letras.

Unos usos presentes aún incipientes presentados por la MWCapital que no es casualidad que se encuentren rodeados por la zona en la que el congreso tecnológico incluye propuestas de futuro. En la segunda edición de Journey to the Future, hay algunas tecnologías algo distópicas como el  coche volador de la empresa estadounidense Alef Aeronautics. Pensado para elevarse por los aires cuando el conductor —con licencia de piloto— se encuentre con un accidente o mucho tráfico, el prototipo que se ve estos días en Barcelona está en fase de pruebas, después de haber recibido la aprobación por parte de la Administración Federal de Aviación. Según dice la compañía, se espera que los primeros vehículos salgan al mercado a finales de 2025 con un precio de 300.000 dólares.

Una propuesta puede que poco realista, y sobre todo cara y potencialmente caótica, que toma el testigo de una que se vio hace un año en el salón, la fallida cápsula supersónica Hyperloop de Elon Musk. El coche volador, que en el Mobile no vuela, está acompañado por un vehículo autónomo que sirve cafés, siguiendo la filosofía de para qué ir a una cafetería si la cafetería puede venir a ti. Ideado por la italiana Rhea y siguiendo el modelo de los autobuses a demanda, funciona como una máquina de café portátil, seleccionando el tipo de bebida en una pantalla y recogiéndolo en pocos minutos, y espera poderse empezar a utilizar en China.

Coche volador Alef
El coche volador de Alef Aeronautics se prevé que salga al mercado a finales de 2025 con un precio de 300.000 dólares. © Lluís Síbils/ACN

Poner los pies en la tierra gracias a la cuántica

A un lado de esta futurista área está la Quantum Flagship, organizada por el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) para divulgar sobre las tecnologías cuánticas, un paso más en la física que abre muchas posibilidades nuevas. Puede que para muchos sus propuestas suenen imposibles y muy lejanas, también complicadas, pero son mucho más realistas que un coche volador o un vehículo/barista autónomo. A la espera de que lleguen los ordenadores cuánticos, para los que todavía queda mucho aunque se lleven toda la atención, se están desarrollando otras áreas como la encriptación y la comunicación cuántica.

Ahí está Quside, una spin-off del ICFO que está especializada en la generación de números aleatorios para resolver tareas como evaluar el riesgo de los activos que tiene una entidad financiera, lo que requiere cálculos muy complejos, o hacer más segura la banca online, ahora que tanto preocupan las estafas. Soluciones más útiles a la espera de si los coches acaban volando.

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