El diseñador Miguel Milá en su casa de Esplugues de Llobregat. ©Paola de Grenet

Miguel Milá: “Para disfrutar en la vida hay que tener sentido del humor y sentido del amor”

Las lámparas de Miguel Milá iluminan miles de casas pero él insiste en que la mayor parte del tiempo están apagadas y que, por lo tanto, son principalmente un objeto de decoración. Se define como un diseñador preindustrial porque nunca le ha interesado mucho la industria como industria y se ha decantado por el diseño partiendo del uso de las cosas. Milá subraya que la estética es lo más importante.

Miguel Milá (Barcelona, 1931) empezó a colaborar en el despacho de los arquitectos Alfonso Milá, hermano suyo, y Federico Correa en 1950 cuando cursaba la carrera de Arquitectura, que abandonó poco después para dedicarse al diseño de interior. Declara a los cuatro vientos que no se dio cuenta que le gustaba el diseño hasta que dejó la carrera de Arquitectura: “Federico Correa me dijo, si no te gusta por qué no la dejas, y me sentí el hombre más libre del mundo”.

Se convirtió en interiorista pero pronto se dio cuenta de que los muebles que se hacían en aquella época no le gustaban y se puso a diseñar muebles y lámparas para decorar las casas. “Lo primero que hice fueron lámparas, incluso abrí una tienda que se llamaba Tramo en un local que me prestó María Vidal-Quadras y, a través de este primer negocio, entré en contacto con las propietarias de Gres que se interesaron por mis lámparas y me propusieron unirme a Gres”, explica. Tiene muy presente su primer trabajo como interiorista: “Mi primer diseño de interior fue una casa en Sant Feliu de Codines de Coderch. Me lo encargó el propio Coderch cuando yo apenas tenía ventipocos años… Yo seguí trabajando en el despacho Milá-Correa, pero me iba independizando poco a poco, aunque físicamente seguía en el mismo despacho”.

Su amigo Federico Correa se despidió hace unas semanas de este mundo terrenal. ¿Qué puede decir de él? “Es un hombre que me ayudó muchísimo en mi vida profesional. Me ha considerado mucho; me ha considerado más él a mí que yo a él”, señala. Y de Barcelona, ¿qué puede o quiere contarnos de su ciudad? “Yo soy un entusiasta de la ciudad de Barcelona; me encanta, la he vivido intensamente. Nací en la plaça Sant Jaume número 2, al lado del Ayuntamiento. El barrio se ha ido degradando mucho; ya no es lo que era. Cuando vivíamos allá estábamos en un piso que era de mi abuelo. Entonces no se compraban los pisos, se alquilaban. Yo estuve mucho en la plaça Sant Jaume; aquel barrio era mi casa. Lo que ahora es un restaurante era un herrero al que iba mucho y Sant Just i Pastor era una iglesia en la que participaba mucho mi padre que era un gran entusiasta de su restauración”, recuerda.

Bodegón con diferentes diseños de Miguel Milá.

Premios y consideraciones

Revisando el libro Miguel Milá. Lo esencial de la editorial Lumen, que se publicó el año pasado y que ya está a punto de su segunda edición, vemos fotos suyas recogiendo premios como la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes de manos de los Reyes en 2016. “Premios. Me han llenado de premios y consideraciones y esto me ha ido muy bien, y mucho es por la ayuda que tuve de Federico y también creyó en mi Coderch, a quién le debo muchos de mis reconocimientos”.

Milá fue profesor en la Escuela Elisava y en Eina, ambas escuelas de diseño: “Entré en Elisava para sustituir a Federico pero el tema de la docencia no era lo que más me gustó hacer. Al principio me daba mucha marcha dar clases pero luego me cansé porque la gente no respondía. Lo mío es el diseño y de una forma especial”.

Lámpara Cesta de Miguel Milá.

¿Recomendaría estudiar diseño a su nieto? “Es muy difícil recomendar a la gente joven lo que tiene que estudiar. Los tiempos han avanzado tanto que me arrollan. Me encuentro avasallado por los avances que hay. No puedo recomendar formas de trabajar, lo único que les digo es que hagan lo que hagan en la vida lo hagan con verdadera vocación y que les divierta lo que hacen. Creo que para disfrutar en la vida hay que tener sentido del humor y sentido del amor”.

Los diseños Milá son símbolo de excelencia, pero no podemos pasar por alto el fenómeno Ikea. ¿Qué opina del gran huracán sueco? “Creo que Ikea es uno de los sitios más difíciles para ir a comprar, pero agradezco la labor que hacen porque ofrecen diseños buenos a bajo precio y están ayudando a la cultura del diseño”, sostiene.

Miguel Milá con la silla Gata.

La Pedrera y su tío Pedro Milá

El banco NeoRomántico Liviano (2000) que produce Santa&Cole inunda las aceras, como las del Paseo de Gracia. ¿Qué hace cuando se encuentra uno de sus bancos por la calle? “¡Siento una gran, gran satisfacción!”, exclama. Precisamente, en esta grana avenida está La Pedrera o Casa Milá. “Me entusiasma la Casa Milá porque tengo este apellido y porque es el diseño más completo de Gaudí. Yo sostengo la teoría de que el que encarga una casa tiene mucho que ver con el resultado final. Me gustaría escribir un libro que se titulara Pedrera también viene de Pedro, que era mi tío Pedro Milá y que tuvo mucho que ver con el resultado final. No es que La Pedrera sea el mejor diseño de Gaudí, pero es luminosa contrariamente a los que la criticaban y decían que era un cueva. Tiene luz en todos sus espacios. No he visto nunca una cocina de aquella época más alegre que la de la Casa Milá”.

Sus diseños hace años que se expanden por el mundo, ¿controla la expansión? “Mis productos se venden en el extranjero. Por ejemplo en Italia se han vendido muchísimas lámparas mías. Me he encontrado en muchos vestíbulos de casas de Milán la lámpara Estadio que me encargaron Alfonso y Federico. Para mí, que los italianos valoren mis diseños es un triunfo porque soy gran admirador del diseño italiano y del nórdico”, expone.

La imaginación del diseñador no se para. “Ahora, lo que hago en algunas ocasiones es colaborar con mi hijo Gonzalo, que es un excelente diseñador. Lo último que hemos hecho es una serie de muebles de jardín y estamos a punto de sacar al mercado una serie de banco y silla también para exterior”. Y como apunte divertido nos cuenta que le han llamado para profesionalizar su pala matamoscas: “Mi mujer se quejaba de las moscas y le hice hace años un invento con palo y un trozo de cuero; ahora se ha puesto en contacto conmigo una empresa especializada en cuero y lo van a comercializar; lo he bautizado Espantamoscas”.

Lámparas Wally.