John Berger
Trabajadores emigrantes salen del centro de recepción y se dirigen a la ciudad, en Ginebra, 1974. ©Jean Mohr, Collection Photo Elysée

El rojo intenso de John Berger

La exposición 'Permanent Red' en La Virreina, Centre de la Imatge, repasa hasta el 15 de octubre la trayectoria del influyente crítico y artista británico John Berger, siempre cercano a la ideología marxista, a través de una serie de artículos, libros, fotografías y entrevistas que conforman la metodología de sus análisis

John Berger (Londres, 1946 – París, 2017) ocupa un espacio de referencia entre los autores que, a mediados del siglo XX, cuestionaron las interpretaciones formalistas sobre cómo debían leerse las imágenes desde un punto de vista que hoy llamamos moderno.

Poeta, dramaturgo, novelista, ensayista y guionista de cine y televisión, destaca una forma de contar, de mirar, que restituye las implicaciones ideológicas, morales y estéticas de la imagen, alejado, en la mayoría de los casos, de los términos académicos y teóricos dominantes en cada una de las décadas y corrientes que le fueron contemporáneas. 

Permanent Red es una exposición que toma el nombre de su libro publicado en 1960, que recoge críticas de arte que Berger escribió para la revista marxista New Statesman, donde colaboró por más de una década desde 1951. Sus escritos, famosos en su época, ofrecían furibundas críticas contra el gusto burgués generalista. Se caracterizó por presentar a artistas desconocidos o muy minoritarios, siempre movido por destacar obras fuera del canon y por los análisis que discrepaban del relato siempre conservador.

John Berger. © Beverly’s Collection

La muestra, una de las más completas realizadas hasta la fecha, incide especialmente en el carácter político y revolucionario de Berger, así como en sus colaboraciones con fotógrafos como Jean Mohr, cineastas como Mike Dibb y Alain Tanner, el dramaturgo Simon McBurney o el poeta Mahmud Darwish. Se exhiben, también, dibujos y numeroso material documental, en su mayoría, inédito, y cedido por los herederos del crítico y la British Library de Londres, donde se halla la mayoría de su archivo personal. También aportan piezas el Photo Elysée-Musée Cantonal pour la Photographie de Lausana y la BBC.

Berger defiende la disidencia frente al adoctrinamiento capitalista y el mercantilismo de la cultura. Presenta una fuerte oposición contra las segregaciones de clase y hace suyas las palabras de la filósofa alemana Rosa Luxemburg: “La clase proletaria moderna no desarrolla su lucha de acuerdo con el plan establecido de algún libro o teoría; la actual lucha de los trabajadores es parte de la historia, es parte del progreso social y es el centro de la historia y del progreso, en medio de la lucha es donde aprendemos cómo debemos pelear”.

Berger defiende la disidencia frente al adoctrinamiento capitalista y el mercantilismo de la cultura

Sus dibujos y collages son relevantes, sobre todo, los que pertenecen a sus inicios, realizados, la mayor parte, en la posguerra. También se expone una antología de los programas de la BBC, que Berger presentó. Hay que recordar, que para la mayor parte del público británico, John Berger es una figura televisiva relevante.

Algunos de los dibujos que recoge la muestra Permanent Red. © Pep Herrero

A partir de los años 50, Berger se convirtió, mediáticamente, en el antagonista de Kenneth Clark, el popular historiador de arte cuya serie Civilization (1966 – 69) ratificaba las interpretaciones hegemónicas y formalistas sobre la pintura occidental con un largo sentido continuísta, un sentido nada renovador y ya alejado de las corrientes nuevas y las nuevas teorías que validaban diferentes contextos, apreciaciones y consideraciones críticas valorando otros conceptos que a los términos académicos se les escapaban.

En la Virreina se proyectan los filmes Pig Earth (1979), Parting Shots from Animals (1980) y Once Upon a Time (1985), fruto de la colaboración de Berger con el productor y director Mike Dibb; y, cómo no, las célebres emisiones del programa estrella Modos de Ver (Ways of Seeing. 1972), que con el tiempo se han convertido en el gran referente de la obra de su autor y del inconsciente colectivo.

En la sala Miserachs, se proyecta Une Ville à Chandigarh (1966) de Alain Tanner, con guión de Berger, que trata sobre el proyecto urbano de Le Corbusier en la India. La Salamandra (1974), El centro del mundo (1974)Jonás, que cumplirá 25 años en el año 2000 (1976), en lo que conforma el grueso de la colaboración entre los dos artistas.

La muestra recoge la fructífera relación entre Berger y el fotógrafo Mohr a lo largo de cuatro décadas. El libro Un séptimo hombre (1975) es un ensayo visual que investiga la precarización de los trabajadores migrantes en Europa en los años 60 y 70. Siguen Un hombre afortunado (1967), sobre la vida de un médico rural, y Otra forma de contar (1982), en lo que es un relato fotográfico y literario de los campesinos en primera persona. 

A Seventh Man. Migrant Workers in Europe, de John Berger, con fotografías de Jean Mohr, 1975. A Richard Seaver Book, The Viking Press, Nova York

En  1972, Berger publica G, novela experimental sobre la toma de conciencia política del protagonista, después de la Primera Guerra Mundial. En palabras del propio autor: un hombre que hace el amor como una forma de destruir mentalmente a la sociedad establecida. La novela ganó el James Tait Black Memorial Prize y el Booker Prize. En la ceremonia de entrega del Booker, Berger criticó con dureza a los patrocinadores por sus explotaciones comerciales en el Caribe desde el siglo XIX, que incluían el tráfico de esclavos. Allí mismo anunció que donaría la mitad del dinero del premio a los Black Panthers ingleses, mientras que con la otra mitad, financiaría una investigación sobre las terribles condiciones de vida de los trabajadores migrantes en el norte de Europa.

En la ceremonia de entrega del Booker, Berger criticó con dureza a los patrocinadores por sus explotaciones comerciales en el Caribe desde el siglo XIX, que incluían el tráfico de esclavos

De fervientes convicciones marxistas, en los años 50 colaboró con distintas revistas como New Statesman, Marxism Today, Modern Quarterly, Marxism Quaterly, Realism: The Journal of The Artist’s Group of The Comunist Party y World News, a más de la declarada socialista Tribune, editada por el mismísimo George Orwell. Pese a no militar nunca en el partido comunista (CPGB), siempre estuvo cerca de sus miembros. Influenciado por el historiador Frederick Antal y su libro La pintura florentina y su trasfondo social (1948), sus modelos teóricos fueron los críticos marxistas Ernst Fischer, Max Raphael y el por el entonces desconocido Walter Benjamin. Comenzó, así a publicar en la Statesman en 1951,  fijando su atención en artistas sin repercusión pública, exiliados de la Segunda Guerra Mundial, en su mayoría, y que vivían en la precariedad y el anonimato más absoluto.

Muchas de sus críticas se enfocaron siempre en el realismo socialista y en hacer seguidismo del legado de Andréi Zohánov, comisario político y censor estalinista. Publicó bajo ese prisma: Ascensión y caída de Picasso  (The success and failure of Picasso, 1965) y el Permanet Red (1960) que nos atañe, y que en su versión americana vio suavizado su título por Hacia la realidad (Toward reality, 1962).

John Berger, Crida, 1951. © Beverly’s Collection

Los dibujos de Berger retratan el proletariado industrial: operadores hacinados en fábricas. En 1983, Berger llegó a grabar un programa en la comunidad minera de Creswell (Debyshire), en una clara analogía con la novela Germinal (1885) de Émile Zola y a la época que Van Gogh pasó en similares condiciones en la búsqueda de su vocación religiosa. Sus referentes en este campo son: El General Intellect narrado por Karl Marx en Grundisse (1939) y el “hombre robótico” de Tiempos Modernos (1926) de Charles Chaplin. Berger ofrece siempre una perspectiva del obrero organizándose contra la alienación de las subjetividades y el secuestro de los cuerpos. 

La notoriedad le llegó de la mano de los legendarios capítulos, emitidos todos los sábados de enero de 1972 en el canal BBC Two a las diez de la noche, del programa Modos de ver. Por aquel entonces, Berger ya había participado en otros programas como Is art necessary? Should every picture tell a story? (1958), hablando de El Guernica de Picasso y oponiéndose a las teorías de Clark. Participó también en Picasso (David Jones, 1960), Friso Ten Holt (1962), Drawn from life (Mike Wooller, 1962), Tomorrow couldn’t be worse (David Cunliffe, 1963), Why leger? (1965), 10.000 days, 93.000 hours, 33 years of effort (Michael Gill, 1965), Giacometti (Jonathan Miler, Michael Gill y Nancy Thomas, 1965), Nureyev’s Nutcracker / De Stijl (1968) y Ernst Neizvestny, an artist from Moscow (Robert Vas, 1969), todos ellos, producidos por la BBC.

Los cuatro episodios de Ways of seeing, dirigidos y producidos por Mike Dibb, que duraban alrededor de treinta minutos, transformaron por completo no solo la mirada del arte o la tradición pictórica, sino, sobre todo, las formas de decodificar ciertos mensajes ideológicos que, hasta entonces, permanecían ocultos

Una de las salas de proyección de la exposición que La Virreina dedica a John Berger. © Pep Herrero

Para terminar, la muestra proyecta el interesantísimo programa Voices de Channel 4, dirigido por Mike Lloyd, con el título Knowledge in crisis. To tell a story (1983), en el que conversan John Berger y la autora norteamericana Susan Sontag. Los dos autores debaten sobre si contar historias nos redime de la realidad y su sinsentido, si de algún modo blanquea aquellas partes oscuras de nuestra sociedad y actúa como bálsamo, una idea cercana a las críticas, por ejemplo, a Walt Disney, por parte de las corrientes intelectuales contemporáneas y sobre su impacto en los niños y en la anestesia generalizada de la cultura de masas. Así pues, muchas veces, al imaginar, validamos ciertos formalismos de la realidad, algo que no lograríamos hacer de forma tan eficiente de ningún otro modo. Al final, los dos llegan a un acuerdo: todo autor “muere” al encontrar a su lector, aunque morir signifique, aquí, volver al principio, escribir de nuevo…

Permanent Red completa el tríptico expositivo, después de Sobre la Fotografía, de Susan Sontag y La Cámara Lúcida, de Roland Barthés, de La Virreina, Centre de la Imatge sobre los tres autores seminales, para comprender una verdadera reflexión visual. La exposición, comisionada por Valentín Roma, estará vigente hasta el 15 de octubre y es de entrada gratuita. Una oportunidad única de ver tan valioso material y de aproximarnos a una figura clave de la historia del arte contemporáneo a reivindicar, no solo por su figura y sus revolucionarias ideas, que todavía hoy, resuenan con fuerza, sino por lo necesario de su discurso divulgativo, por la lucha contra el mercantilismo y el elitismo estructural en el arte, por acabar con el clasismo cultural y en pro de una definición y defensa de un arte que es y debe ser siempre político, implicado, consciente y social.