“Siempre me ha gustado tocar un poco todas las disciplinas artísticas, pero hace unos cinco o seis años me metí en el mundo del muralismo contemporáneo, aprovechando que en Konvent tenía muchas paredes para pintar. A partir de ahí me salieron oportunidades laborales para vivir de ello, seguir investigando y pintando”. El artista plástico Berni Puig explica todo ello a media mañana, apoyado a la barra del Bar tras pedir “una caña, por favor” y puntualizar que sean Catalunya Ràdio o Radio3 las que, en todo caso, suenen de fondo, tal y como le gusta a este fan declarado “de l’Alcover Moll, el Comunista y Oye Sherman”.
“Mi trayectoria se caracteriza por una progresiva síntesis del concepto y formalidad de la obra así como del proceso artístico, combinando el formato de estudio y el trabajo mural. Siempre me inspiraron mucho las artistas, arquitectas y diseñadoras de la Bauhaus y los carteles polacos de la primera mitad del siglo XX. Supongo que por eso empecé a trabajar con geometrías y colores planos, intentando construir una lógica propia de dibujo”, explica el artista, actualmente volcado en el strappo, una antiquísima técnica de intervención artística mediante arranque de la superficie cromática de paredes y su consecutiva resignificación, a la que se acerca durante una residencia artística en La Providence de Ille-sur-Têt.
Nacido en Castellbell i el Vilar en 1990, formado como ilustrador en la Escola Massana y como grabador en el Centro Internacional de la Estampa Contemporánea de Betanzos, desde 2017 el parroquiano convive “con un montón de gente maravillosa” en Konvent, un antiguo convento de monjas convertido en laboratorio y espacio creativo situado en Berga, donde confluye una amplia diversidad de proyectos apartados del foco institucional, y que Berni no duda en definir como su gran escuela y la gran experiencia que le ha definido “como artista y como persona”.
En estos días, y hasta el 15 de enero, expone en la colectiva Aventis de la galería LegaxArt (Aragó 331) junto con Agustín Santoyo, Jordi Guarch, Norbert Bilbeny y Miquel Sabaté.
Médium de la memoria involuntaria
“Estoy trabajando alrededor del color como protagonista de mis obras. Mediante varios proyectos, registro y catalogo el color de los paisajes, cosa que hago a través de un muralismo muy minimalista o de obras de estudio. Fue desarrollando este concepto e idea que aprendí la técnica del strappo, que te permite arrancar literalmente el pigmento de la pared. En el MNAC, por ejemplo, hay unas muestras de arte románico de la iglesia de Sant Climent de Taüll que fueron arrancadas, transportadas y expuestas con esa técnica”.
–¿Trabajas con restos monumentales?
–No, yo lo hago con pintura interior de edificios abandonados. Arranco pintura que alguien usó para vivir en su casa. Pintura cotidiana. En estas prácticas, me interesa dejar de actuar como creador intrínseco y asumir más el papel de médium. Una tarea de catalogación de la memoria involuntaria que permanece en el paisaje y la ruina de las casas abandonadas que descubro.
Aún así, el artista Berni Puig también ha intervenido en obra monumental. Lo hizo en 2020, cuando pintó el interior de la iglesia Sant Joan Baptista de Penelles, cerca de Lleida, uno de los primeros templos en uso en ser intervenidos por un artista contemporáneo.
“Fue la obra que me ayudó a romper con el mundo de la ilustración. Me dejé ir hacia lo abstracto. Hacía mucho tiempo que sentía una fuerza gravitatoria hacia la abstracción, pero me costaba dar el paso. Cuando me propusieron pintar la iglesia, encontré el motivo perfecto: pinté las formas que hacían los campos vistos desde GoogleMaps. A partir de allí me desarrollé en el mundo abstracto, en el que me siento mucho más sincero, pues creo que la figuración distrae al espectador”.
A raíz de este proyecto, Berni también se interesó por el conflicto alrededor de las trabajadoras temporeras de la fruta en la Plana de Lleida, que daría pie a la exposición El preu de la fruita estructurada en un itinerario de varias paradas en cada una de las cuales se brinda un punto de vista diferente sobre el conflicto a través de grabaciones de audio de jornaleros, agricultores o abogados, y que se complementa con diversas esculturas que representan frutas, repartidas por diferentes puntos de Lleida.
Barcelona sin prisas
“Siempre he sido más de pueblo, pero desde hace un año me siento fascinado por las grandes ciudades”, explica Berni Puig, que reconoce que, a partir de proyectos y residencias que le han salido en urbes como Madrid, Berlín o Viena ha conocido “a un Berni que se mueve bien por el asfalto”.
Encantado con su energía y poco amigo de sus prisas consustanciales, en estos momentos el artista suele hacer acto de presencia en Barcelona “una o dos veces al mes, a consumir cultura y a ver amigos y amigas”. Un disfrute pausado y atento de una ciudad que le gusta.
–Puedes aprovechar también para deleitarte con la oferta gastronómica urbana. Aquí mismo, sin ir más lejos, tenemos de todo y muy rico: menú, carta, raciones, tapas, bocatas…
Berni Puig ladea la sonrisa mientras hace señal para pedir otra caña, y remata:
–Yo es que soy de menú, pero de menú de carretera.
–Demasiado pixapins somos aquí en el Bar…