Andreu Martín
El escritor Andreu Martín.
EL BAR DEL POST

Andreu Martín: Un novelista que escribe novela

Con toda injusticia, hay veces que cuando se habla de las grandes novelas de Barcelona no se menciona Cabaret Pompeya, de Andreu Martín, una de las más exactas narraciones ambientadas en una ciudad, que funge como algo más que simple escenario para convertirse en un protagonista más, que vive y padece un arco narrativo de medio siglo de historia impecablemente cincelado.

Y, a pesar de la imponencia de la obra citada, ésta no es el único motivo por el que a Martín se le acoge con algarabía cuando llega al Bar, por la tarde, para atizarse un gintónic y someterse, con amable resignación, a una conversación que toma tintes de tercer grado a pie de calle.

“Estudié psicología y, un día, empecé a ganar dinero como escritor. Así he vivido hasta hoy, cuarenta y tantos años después. Ahora debería estar jubilado, pero la adicción a la escritura es más fuerte que yo”, explica el premiadísimo autor de centenares de obras que van desde la historieta, hasta la novela juvenil, pasando por guiones para televisión y cine, o novelas negras referenciales como Prótesis, Piel de Policía o El Harén del Tibidabo.

— ¿Y cómo y cuándo decidiste que te ibas a dedicar a este oficio?

— Me hice escritor en el servicio militar, porque prefería escribir guiones de cómic a hacer la instrucción.

Aquél fue el principio de una proficua colaboración con la Editorial Bruguera y el desarrollo de personajes tan sólidamente anclados en muestro acervo cultural popular como Sir Tim O’Theo, creado por Raf pero a menudo guionizado por Martín.

El resultado es la maestranza de un oficio del que se siente muy orgulloso: “He podido ser escritor toda mi vida. No periodista que escribe novelas, o abogado que escribe novelas, o profesor que escribe novelas, ni rico que escribe novelas; sino escritor a tiempo, dedicación y vocación concretas. Tengo la sensación de haber hecho toda mi vida lo que me ha dado la gana”, argumenta con la mirada perdida en la ginebra y tónica de su copa. Tras un instante de silencio reflexivo, puntualiza: “Aunque eso es imposible, claro”.

Situar la novela negra barcelonesa en el mapa

Manuel Vázquez Montalbán, posiblemente el nombre que más haya contribuido a cimentar la presencia de la narrativa negra y criminal manufacturada en la capital catalana en las librerías de todo el orbe, aseguraba que, con Barcelona Connection de Andreu Martín, “la ciudad penetra en el imperio del crimen internacional”. Un reconocimiento a la labor de un escritor todoterreno que sigue en el candelero con obras nuevas del género, desarrolladas con rapidez, efectividad y un total dominio de las herramientas y recursos de un gran narrador. La última, tomen nota, es la lícitamente aclamada Vais a decir que estoy loco (AlRevés).

— Y, últimamente, ¿en qué andas?

— Estoy escribiendo una novela que se titulará Una chica disfrazada de clarinete. Y sigo viviendo.

Andreu Martín en los Premios Gaziel, en 2016.
Andreu Martín en los Premios Gaziel, en 2016.

En lo personal, Andreu destaca haberse hecho “esposo dos veces: una de manera irreflexiva y loca y acabé despeñado en el fondo de un barranco; y una segunda vez, durante un baile de disfraces en que le robé una estrella a la Noche. Me hice padre en un viaje lleno de aventuras, como la de perderme en la selva del Orinoco, en una pequeña piragua, en compañía de mi querida RM”. Dicho lo cual, lo que arranca su sonrisa más categórica es la proximidad de su próximo encuentro con su nieto, con el que comparten mundos, juegos y aventuras que se plasman en una complicidad que humedece de alegría la mirada del escritor.

Casado con una ciudad de la que se fue

Cuando se le pregunta a Andreu Martín qué le enamora de su Barcelona natal, donde nacía en 1949, la respuesta no deja lugar a dudas: “Todo, sus virtudes y sus defectos, su historia sucia y sus logros brillantes. Es como si me preguntaras qué me gusta de mi esposa. No hay más que una respuesta: todo. Incluso lo que no debería gustarme”.

Aún así, ya no vive en la ciudad. “Me gustó cuando era la lúgubre capital franquista de mi infancia; me enamoré de ella cuando Maragall la ayudó a que se pusiera guapa; y me he ido a otro sitio cuando Colau ha decidido destruir todo lo que me gustaba de ella”, lamenta a propósito “de mis detestadas superislas, de los carriles bici, de la eliminación de la utilidad de los chaflanes, de las obras tan mal pensadas y malparidas. Pero —reflexiona— ya no estoy hablando de mi Barcelona. Estoy hablando de un sitio que me resulta tan ajeno como si me hubieran convertido en turista”.

En la radio suena el ritmo furibundo de Cayo Diablo, de Los Mambo Jambo, capitaneados por su buen amigo y ahijado, el saxofonista y compositor Dani Nel·lo.

Andreu sonríe con afecto y echa un vistazo al menú.

— ¿Vas a querer comer algo?

— Si no me oye mi médico, algo dulce por favor.

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