Josep M. Miró i Eduard Gutiérrez despatx Nitidus Arquitectes Biblioteca Barcelona
Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez, arquitectos de la nueva biblioteca de Barcelona. ©Rafa Marín
ENTREVISTA A JOSEP MARIA MIRÓ Y A EDUARD GUTIÉRREZ

“Una biblioteca ya no es un espacio sólo para los lectores”

Doce años después de ganar el concurso público, los arquitectos de la nueva Biblioteca Pública del Estado en Barcelona celebran que se haya desencallado el proyecto y nos cuentan cómo será el edificio, que han concebido como una gran vitrina abierta a la Ciutadella, un espacio diáfano que conectará el Born con el Parlament y en diálogo con la Estación de Francia

Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez conforman el despacho Nitidus Arquitectes, a quien se ha designado como diseñador, conceptualizador y director de la construcción de la nueva Biblioteca Pública del Estado en Barcelona, ​​prevista junto a la Estación de Francia, en UTE con el despacho de aparejadores Betarq. Tienen experiencia en varios proyectos como el Auditorio y reforma del Castell de Cap Roig, el Archivo Histórico Provincial de Castellón de la Plana o el Teatro de Palafrugell, entre otros muchos.

Hablan con una coordinación impecable, socios desde 2012 y antiguos alumno y profesor: Josep Maria dio clases a Eduard, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura La Salle. El entusiasmo que demuestran por su nuevo proyecto es equivalente a la sangre, sudor y lágrimas que ha costado desatascarlo. Ahora sólo hace falta que respondan a varias dudas, como por ejemplo, por qué Barcelona debe tener una biblioteca provincial.

— ¿Qué es una Biblioteca Provincial?

— Josep M. Miró (JMM): Es decir, que el proyecto lo paga el Estado, que es su titular, pero cede el edificio y su gestión y mantenimiento a la Generalitat. Después, voluntariamente, esto podría cogestionarse con el Ayuntamiento de Barcelona.

— ¿La Diputación, entonces, no interviene?

— JMM: En principio no directamente.

— ¿Se puede saber por qué queremos una Biblioteca Provincial?

— JMM: Lo tiene muy bien explicado en artículos Asunta Bailac, que hasta hace pocos años fue gerente del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona: ella se remonta a unas negociaciones en 1987 con el ministro Semprún, diez años después se decidió que este proyecto iría al mercado del Born y, en 1997 se formaliza un convenio para sacarlo adelante. Pero aparecieron los restos arqueológicos del barrio de la Ribera de antes de 1714 y, en 2004, se decidió reenfocarlo hacia la Estación de Francia. Dicho esto: en todas las grandes ciudades europeas existe una gran biblioteca central y otras de distrito o de barrio.

— Pero, ¿por qué una central, si ya está la Biblioteca Nacional de Catalunya?

— JMM: Porque una biblioteca central, sea nacional o metropolitana, no tiene las mismas funciones que la Biblioteca Nacional de Catalunya. Debemos tener en cuenta que Barcelona es la única provincia que todavía no disponía de una gran biblioteca central. ¡La idea se remonta a hace más de 200 años, inspirada por los principios de la Ilustración, con las Cortes de Cádiz! Pero hay otra razón.

— ¿Cuál?

— Eduard Gutiérrez  (EG): Las bibliotecas no son sólo espacios para leer. Esta biblioteca unificará el Born con el Parlament, queremos que se contagie del espíritu de las asambleas ciudadanas, por ejemplo queremos que la gente le ponga un nombre.

– La moda es que los nombres los ponga directamente Aena o, en ese caso, Adif.

— EG: Creemos que será acordado porque es un punto sensible.

Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez arquitectos nueva Biblioteca central de Barcelona
Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez, del despacho Nitidus Arquitectes, son socios desde 2012. ©Rafa Marín

— Por lo tanto, este equipamiento nos conviene.

— EG: Estamos hablando de la guinda que faltaba desde hace muchas décadas en la red de bibliotecas de Barcelona, ​​y en las grandes ciudades europeas este equipamiento siempre está ahí: en Oslo, en Helsinki, en Gante, en Ámsterdam… Esta última tiene incluso un restaurante en el último piso, que no es algo que nosotros nos propongamos hacer, pero que nos habíamos llegado a plantear. Sí queremos un espacio donde se puedan realizar conciertos, presentaciones, grandes eventos populares… Hemos concebido el proyecto arquitectónico como un espacio ciudadano, no sólo de lectores.

— ¿Y por qué vosotros?

— JMM: En 2009 se convoca un concurso por parte del Ministerio, que en 2010 ganamos nosotros. Antes hubo la búsqueda del solar más adecuado, porque en el mercado del Born ya no se podía hacer, y después dos años más buscando el sitio más adecuado dentro de ese solar. Finalmente, se hizo una especie de “intercambio de cromos” entre Adif/Renfe, el Ministerio y el Ayuntamiento y fruto de ello fue la modificación puntual el PGM que ya estaba aprobada al realizar el concurso, por tanto, para definir la forma final del solar y sus usos.

— ¿Y ahora qué toca?

— EG: Este septiembre se derriba la tradicional ala de Correos de la Estación de Francia, que se encuentra en medio de este solar. Es lo que entendíamos hasta ahora como la Universitat Pompeu Fabra.

— ¡Eh! ¿Y el Baluard del Migdia?

— EG: No hay que sufrir: se incorpora al sótano del edificio, cerca de la futura sala auditorio. Quedará abierto, visible y protegido de los graffitis.

— ¿Por qué buscaban de forma tan insistente el Born?

— EG: Siempre se había buscado el Born, pero de la Ronda Litoral hacia adentro, es decir, descartando anteriores ideas como un solar cerca del edificio corporativo que construyó Gas Natural. Durante el concurso se disponía, como dato de proyecto, del Plan Director de la Ciutadella, que estaba redactado, pero no aprobado y que permitía conectar el Salón del Paseo Sant Joan con el mar. A partir de la entrega del proyecto, hemos estado diez años en una travesía del desierto, con un encefalograma plano, navegando sin viento. No teníamos ninguna respuesta.

Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez arquitectos nueva Biblioteca central de Barcelona maqueta
Miró y Gutiérrez con la maqueta del concurso que ganaron en el año 2010 y que ahora finalmente se ha desencallado. ©Rafa Marín

— Hasta que…

— Hasta que después de la moción de censura en el Parlamento español se empezaron a mover cosas.

— ¿Tan directamente?

— Desde el año 2012 al 2018, el silencio. Y a partir de ahí se vuelve a activar la licencia de derribo del ala Correos, que estaba caducada.

— ¿Iceta, pues?

— JMM: Sus intervenciones han sido impecables como las de la Dirección General del Libro y Promoción de la lectura. También el anterior ministro fue importante y también, y es importante decirlo, el papel en todo momento positivo y constructivo con el proyecto del Departament de Cultura y su dirección de Promoció Cultural i Biblioteques.

— Volvamos al tema: ¿por qué ganasteis vosotros?

— EG: Según nos explicaron, ganamos nosotros por muchas razones, pero creemos que sobre todo porque decidimos poner la entrada no en la punta del lado Marquès de l’Argentera, sino que la hicimos por el lado del paseo de Circumval·lació, de modo que se convertía en una entrada que permitía bastante flexibilidad como estamos viendo con los ajustes requeridos. La forma del solar es irregular, la parte más ancha del edificio será la del sector más cercano al mar. Los bibliotecarios piden normalmente el mínimo de plantas posible, con lo que concentramos el volumen principal con mayor altura y superficie en el lado de mar, que es el más ancho. Son alrededor de 16.000 metros cuadrados de superficie útil, con 180 metros de largo y 40-25 variables de ancho. Dejamos, según el programa, los 2.000 metros cuadrados de zona infantil en el extremo de Marquès de l’Argentera, porque no es un lugar de paso, debe ser algo aislado pero conectado interiormente. Poniendo la entrada en medio hacemos entrar directamente hacia el centro de gravedad del edificio, y conectamos visualmente mejor la Ciutadella con la Estación de Francia. Al principio se creía que la estación dejaría de funcionar cuando se abriera La Sagrera, pero parece que esto último va para largo. En cualquier caso, son múltiples decisiones fuertes y atemporales que hacen que no dependan de cortoplacismos.

– ¿Y qué otros motivos os hicieron ganadores?

— JMM: Por la volumetría. La biblioteca irá creciendo, como decíamos, a medida que nos acerquemos al mar. Son tres volúmenes, crecientes en altura y anchura. Hicimos el mínimo de plantas posibles, que serán seis en su punto más alto. El más bajo será la zona infantil, en la parte de Marquès de l’Argentera, por no tapar la percepción de la Estación de Francia, es decir, que los edificios no compitan. Los pisos más altos del cuerpo central estarán destinados a administración y bibliotecarios, pero el volumen más grande y alto está sobre el acceso que correspondería a un gran porche, que suple el espacio público que cualquier edificio público requiere.

— ¿Y en cuanto a la sostenibilidad, reglamentaciones, etcétera? ¿Se lo han puesto muy difícil?

— EG: Son conceptos importantísimos, pero también lo son en nuestro proyecto la austeridad y discreción formal. Por ejemplo, las instalaciones deben estar controladas desde el principio y deben estar el máximo de integradas. Cada volumen es autónomo desde el punto de vista de instalaciones, y así es más fácil que queden incluidas en el edificio. Hablando claro: que, cuando miremos el Googlemaps después de la construcción, no te dé vergüenza ver cómo queda la cubierta.

Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez arquitectos nueva Biblioteca central de Barcelona
Los dos arquitectos en su despacho de Barcelona. ©Rafa Marín

— Quiere decir los aires acondicionados.

— EG: Sobre todo. Ahora debemos revisarlo todo de nuevo desde el punto de vista normativo, y actualizar, por ejemplo, placas fotovoltaicas: gracias a la previsión que hicimos, ahora podemos ponerlas sin problema. Hemos realizado una estructura puesta al servicio de la flexibilidad, donde el espacio sea el protagonista.

— Mies Van der Rohe.

— EG: Siempre es una referencia. Diáfano, espacios limpios con la estructura al servicio del espacio. Centrifugar la estructura, que todo sea nítido y claro. De hecho, la fachada que dará a la Estación de Francia estará hecha de pilares apantallados muy seguidos, para controlar la luz solar del oeste, que es a menudo más agresiva. En el norte, por el contrario, están más separados porque la luz del norte es más amable. Será como una gran vitrina abierta a la Ciutadella. Además, todo el suelo del edificio es un suelo técnico, para favorecer la flexibilidad. Éste era un condicionante del proyecto, pero nosotros lo aprovechamos: de modo que la climatización también va por tierra. No hay cielos rasos, porque con el tiempo se convierten en decrépitos. Y también añadimos una ventilación natural de noche, de forma monitorizada. Así ahorramos energía.

— Un edificio atemporal.

— EG: Esto quisiéramos, que perdure en el tiempo. Queremos un edificio donde parezca que las instalaciones no están, y que aun así donde la confortabilidad sea el denominador común. Siempre tenemos presente el ejemplo de la Galería Nacional de Berlín de Mies, donde la planta baja está al servicio de la planta principal superior y donde parece que no ocurra nada.

-Por último: Barcelona y la arquitectura, hoy. Una pincelada.

— JMM: La ciudad sigue teniendo unas escuelas de arquitectura buenísimas, y unos excelentes arquitectos muy exportables. Sólo una cosa…

— A ver.

— JMM: El exceso de reglamentación. Hay mucha presión por la sostenibilidad, y lo entendemos y compartimos desde siempre. La buena arquitectura siempre lo ha sido. Pero aun así nos parece que vivimos en un mundo demasiado normativizado, con demasiados controles y procesos. Se puede intentar hacer una buena arquitectura con un esfuerzo ingente, pero constantemente está más pendiente de cumplir con todo lo que piden los reglamentos que de ser fiel a la idea. Se están terminando muchos paraísos generacionales.

— ¿Paraísos generacionales?

— JMM: Es una forma de hablar. Aquella alegría de hacer de arquitecto cuando casi todo estaba focalizado en el proyecto y con pocos interlocutores: nosotros no lo hemos vivido del todo, pero sí que nos ha llegado el aroma. Desde aquellos maravillosos años 50, donde la atmósfera optimista queda reflejada en la serie Mad Men, cuando todo era posible y positivo. El dinamismo, sin tantos filtros, y en ocasiones sin poder tener una visión global. Los laberintos de los sucesivos interlocutores que no acaban de mandar por completo. Antes, los proyectos podían definirse con una documentación razonable. Ahora estamos demasiado pendientes de cumplir. Esto parece ser el signo de los tiempos, pero sin duda no hace mejores los proyectos.

Josep M. Miró y Eduard Gutiérrez arquitectos nueva Biblioteca central de Barcelona maqueta
La biblioteca constará de tres volúmenes, crecientes en altura y anchura, con seis plantas en el punto más alto. ©Rafa Marín