Jaume Fabre
El periodista Jaume Fabre.

Jaume Fabre: Crónica barcelonesa a pie de barrio

Es primerísima hora, la persiana del Bar recién subida, un silencio que llena de apacibilidad los primeros compases de la jornada, antes de que todo ocurra. Llega, saluda afablemente y pide un zumo de naranja.

Le tienta un bocadillo de anchoas, como los que disfrutaba en su día en el bar La Principal cuando trabajaba en el Diari de Barcelona, una de sus numerosas etapas en el mundo de un periodismo urbano que le debe mucho, empezando por los impresionantes volúmenes de Tots els barris de Barcelona, escritos junto con su gran amigo y socio, Josep Maria Huertas Clavería.

“Pepe Encinas siempre se preguntaba cómo podíamos ser Josep Maria y yo tan amigos y trabajar tan bien juntos. Yo siempre he tenido un carácter fuerte, malo, mientras que él era todo amabilidad”, explica el historiador y periodista Jaume Fabre, que al final renuncia al bocadillo, pues ya ha desayunado, como hace cada día, prontísimo. “Duermo muy poco, a las tres o a las cuatro ya estoy despierto, y aprovecho ese tiempo, y el hecho de no tener redes sociales, para trabajar”.

Y ciertamente el tiempo no le ha dejado de cundir al autor de obras como Barcelona: la construcció d’una ciutat; Burgesa i revolucionària: la Barcelona del segle XX; Barcelona, memòria d’un segle (escritas junto a Huertas); Periodistes, malgrat tot; CAU, quan el PSUC era més que un partit o su recién publicado Cròniques del fang, un ambicioso volumen que narra y documenta a fondo el desarrollo del periodismo local, centrado en los barrios, entre 1966 y 1983. Un libro que es, abiertamente, una carta de amor al legado de Huertas.

Croniques del fang Jaume Fabre
Cròniques del fang, el último libro de Jaume Fabre.

— Puedes estar orgulloso de tanta obra.

— Cada vez que saco un libro, siento una gran satisfacción. Me gusta verlo, ver aquel trabajo materializado, pero no me gusta estar en el primer plano. Considero que no tengo un buen carácter y prefiero pasar más desapercibido. Que la atención se centre en cada libro.

De cuando se hacía periodismo

En 1970, Jaume Fabre entra como periodista en El Correo Catalán, iniciándose un periplo de muy largo alcance que le verá firmar artículos y reportajes en medios como Tele/eXpres, Avui, Presència, TVE, Destino, Tele-Estel, La Vanguardia, Signo, Serra d’Or, La Veu del Carrer o El Punt, momento en el que se muda a Girona, donde vive, simultaneando esa ciudad con Barcelona y sin dejar de escaparse a caminar a la montaña, una de sus actividades predilectas.

“Del periodismo se podía vivir muy bien. Se pagaban buenos sueldos que luego podías redondear colaborando con revistas y radios. Y se notaba en el periodismo que se hacía. Hoy ya no se hace eso. Es una profesión precarizada”, explica, recordando coberturas como “la carga policial contra los vecinos de Nostra Senyora del Port”, o aquellos cierres nocturnos en Tele/eXpres que la redacción remataba en el Boadas u otros antros, o los tiempos en que Huertas y él estuvieron al frente de la revista juvenil Oriflama. “La censura nos abría expedientes constantemente y, cuando éstos sumaban tres, había que destituir al director, cosa que se hacía oficialmente, pero de facto seguíamos funcionando exactamente igual, con Josep Maria al frente”.

“La censura nos abría expedientes constantemente y, cuando éstos sumaban tres, había que destituir al director, cosa que se hacía oficialmente, pero de facto seguíamos funcionando exactamente igual, con Josep Maria al frente”

La muerte de éste y de otro gran nombre y apellido del periodismo barcelonés, Josep Martí Gómez, supusieron un duro revés para Jaume Fabre.

— Al menos, su obra perdura en la memoria.

— Creo que, hoy en día, los estudiantes de periodismo, los que ahora están en la universidad, ni siquiera saben quién fue Josep Maria Huertas–, repone con un indisimulado mohín de tristeza.

Jaume Fabré
Jaume Fabre ha trabajado en medios como Tele/eXpres, Avui, Presència, TVE, Destino, Tele-Estel, La Vanguardia, Signo, Serra d’Or, La Veu del Carrer o El Punt.

En defensa de “lo cutre” y del transporte público

“Yo siempre defiendo ‘lo cutre’, entendido como aquello más auténtico y menos de diseño. Por ejemplo, defiendo la Barceloneta de antes, con respecto a la Barceloneta turística de hoy en día”, afirma el parroquiano, oriundo de la zona de Hospital Clínic.

— Pero las cosas, y entre éstas las ciudades, cambian para bien o para mal.

— Por supuesto, y me gusta que así sea. Lugares como la Rambla de Guipúzcoa, la Calle Prim o Via Júlia, que antes eran fango, ahora son calles deslumbrantes, llenas de vida. Me encanta esa transformación.

Otro aspecto que, en su opinión, es positivo para la ciudad es el de la guerra del actual consistorio contra el vehículo privado. “En todas las grandes ciudades europeas y áreas metropolitanas colindantes, la mayoría de sus habitantes viaja en transporte público. No tiene sentido seguir usando el coche en ciudad”.

“Defiendo la Barceloneta de antes, con respecto a la Barceloneta turística de hoy en día”

— Hombre, si es para venir aquí a probar los manjares que tenemos a disposición, igual sí merece la pena. ¿No te animas a almorzar algo? ¿Quizás ese bocadillo de anchoas?  ¿O un almuerzo de cuchara y tenedor?

Una sonrisa leve asoma en el rostro de Jaume Fabre, quien apura su zumo de naranja antes de tomar la palabra:

— Mientras sea casolà y tradicional, servido en mantel de cuadros y sin modernidades innecesarias, me interesa.

— Lo que sólo a un descerebrado se le podría ocurrir definir como menú “cutre”.

A lo que el parroquiano asiente, sin perder la sonrisa.