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Un lector en una biblioteca. © Laura Guerrero
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Bibliotecas en femenino

La desaparecida y recordada periodista Mària Sánchez y otras cinco mujeres dan nombre a seis equipamientos en Barcelona

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido actualizar los nombres de seis bibliotecas de la red pública, que estarán dedicadas a seis destacadas mujeres. Así, la escritora Ana María Moix da nombre a la biblioteca de Fort Pienc; la también escritora y periodista Rosa M. Arquimbau, en la Vila de Gràcia; la biblioteca Vilapicina i Torre Llobeta es conocida ya como Carmen Laforet, autora de la inmortal novela Nada; otra escritora, y bibliotecaria, Aurora Díaz Plaja, es el nuevo nombre de la biblioteca Nou Barris; la de Canyelles está dedicada a la activista social M. Àngels Rivas, y por último, la Zona Nord es para la periodista Mària Sánchez.

Con estas, Barcelona duplica el número de bibliotecas con nombre de mujer, que hasta ahora eran cinco. Sin ánimo de desmerecer al resto de nominadas, me permitirán que centre mi atención en la compañera de profesión, amiga y referente de la información local Mària Sánchez. Su muerte nos cayó como una losa hace ahora un año a todos quienes la conocimos. No solo era una gran profesional, sino que además era una muy buena persona que se ganó la estima de todos los que compartimos con ella horas de ruedas de prensa y coberturas informativas en Barcelona.

Fue el exalcalde y hoy ministro Jordi Hereu quien me dio la noticia a primera hora de la mañana de aquel 16 de marzo de 2023. Me quedé paralizado y tardé un rato en reaccionar. Un cáncer de tiroides detectado hacía solo unos meses se la llevó. Mària nos dejó un recuerdo imborrable no solo por su profesionalidad, sino también por su simpatía, fotogenia ante la cámara y solidaridad con los compañeros.

Aquellos años fueron una especie de época dorada de la información municipal. Los periodistas competíamos entre nosotros a la hora de ofrecer noticias. Quienes ejercíamos en los medios más notorios del momento pugnábamos por conseguir mejores exclusivas. Y aunque la competencia siempre fue leal, cada uno jugaba las cartas de sus fuentes y se guardaba la información que tenía en primicia para contrastarla en privado. Nos guardábamos mucho de desvelarla en una rueda de prensa.

Mària, en cambio, la utilizaba abiertamente, porque su prioridad no era la exclusiva en sí, sino hacer la mejor crónica. Además, siempre estaba dispuesta a echar una mano a cualquier compañero, ya fuera porque no tenía determinadas fuentes o porque había llegado tarde. Entonces, Mària salía al rescate y compartía lo que hiciera falta.

Alma del programa pionero en el medio ambiente Escarabajo verde, fue una periodista que hizo del rigor informativo y su calidad como persona sus señas de identidad profesional. Visto con los años, podríamos debatir si su buen hacer periodístico siempre respetuoso tenía que ver con su calidad humana y si esta la hacía aún mejor periodista. Probablemente las dos son correctas.

Mària Sánchez - RTVE
La periodista Mària Sánchez. © RTVE

Los profesionales que formábamos parte del pool de la información municipal fuimos cambiando con los años, pero Mària siguió. Era el enlace entre dos generaciones de periodistas, la que guardaba la memoria histórica del grupo. Por eso era referente. Como dijo la también compañera periodista Clara Blanchart en su funeral, era la joven de las mayores y la mayor de las jóvenes.

Se fue tras 35 años de carrera en la redacción de informativos de TVE en Catalunya. Sin tacha. Hacía su trabajo con meticulosidad y discreción y con especial interés por las cuestiones sociales. Sin aspavientos ni sobreactuaciones. Su compañero Manel Lucas recordó hace un año que Mària también se enfadaba a veces, pero que al cabo de un rato se le pasaba porque, decía textualmente, se cansaba de estar enfadada.

Mària se fue tras 35 años de carrera en la redacción de informativos de TVE en Catalunya, sin tacha, hacía su trabajo con meticulosidad y discreción y con especial interés por las cuestiones sociales

Mària no solo se había ganado el respeto de sus compañeros de profesión, también el de alcaldes y concejales que trataron con ella. Por eso, a los pocos días de su fallecimiento, el pleno municipal votó por unanimidad y entre palabras de elogio que se le concediera la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Barcelona.

Estos días me he preguntado si la medalla y dar nombre a una biblioteca le habría gustado, dado su carácter. He optado por pensar que lo habría recibido con una cierta contradicción. Por una parte, con el orgullo del reconocimiento a un trabajo bien hecho, pero quizá también con el vértigo que producen unas distinciones que jamás buscó. Aunque estoy casi seguro de que, si le hubieran dejado escoger la biblioteca a la que dar nombre, muy probablemente habría escogido la que le han dado, la de la Zona Nord, la de los barrios a menudo olvidados de Ciutat Meridiana, Torre Baró y Vallbona. Mària, la del acento en la Mà, era así.