Hacía seis años que Carme Riera (Palma, 1948) no publicaba ninguna novela. La escritora se ha pasado mucho tiempo enfrascada en la biografía de Carmen Balcells, Carmen Balcells, traficante de palabras (Debate, 2022), y se dejó ver brevemente con La paz de los sueños felices (Bruguera/Edicions 62), una novela ilustrada que era más un cuento para adultos en el que reivindica la figura de las sirenas. Para la editora de Edicions 62, Pilar Beltran, tanta espera convierte el lanzamiento de Una sombra blanca (Alfaguara/Edicions 62) “en un evento de primera magnitud”, con el regreso de una autora que sabe cómo tejer una novela para que vaya creciendo en cada página, sin importar la multiplicidad de voces. “El lector tiene que ir construyendo el texto a medida que avanza”, señala Riera, permitiendo que la narración vaya madurando cuando sus fundamentos se cuestionan, siendo consciente de que sus personajes, como pasa con los de carne y hueso, no siempre dicen la verdad. “Como una muñeca rusa”, resume Carolina Reoyo, editora de Alfaguara.
Hasta se permite que Una sombra blanca pase a caballo entre el sur de Estados Unidos y Mallorca, como ya hizo en Cap al cel obert (2000), donde combinó su isla natal con Cuba. De Mallorca, lo tiene claro, nunca se ha ido, sigue en ese “lugar tan cercano y entrañable”. Tirando del hilo, recuerda cuando era pequeña a una niña que vivía en la isla sin sus padres, cuidada por otros, lo que la impactó mucho, una trama presente en la novela. Esa pequeña, llamada Diandra Luker, se convirtió en productora de cine y se casó con Michael Douglas. Sobre Estados Unidos, cuenta que ha podido narrarlo porque ha vivido ahí diversas veces. “América me cambió el punto de vista”, confiesa. Hasta se acuerda de algunos lugares en los que estuvo, como un bar de ostras muy pintoresco, donde se tiraban los restos en la misma mesa.
La sorpresa, remarca su editora en catalán, recae en que se aventura a indagar sobre las experiencias cercanas a la muerte. “Quería escribir desde hace años sobre un tema que me preocupa: ¿qué pasa cuando nos morimos?”, explica Riera, sin olvidar que esta novela se escribió con la pandemia de por medio. “Todo el mundo tiene miedo a la muerte; si hubiese otra vida, le tendríamos menos. Me gustaría pensar que existe”, añade. La escritora hace que la protagonista de Una sombra blanca, la mundialmente conocida cantante de ópera Barbara Simpson, sufra un infarto en plena actuación pero no se acaba de ir del mundo porque tiene una cuenta pendiente por solucionar. Riera se ha dedicado a documentarse sobre aquellos casos de pacientes que sobreviven después de estar en muerte clínica, quienes explican que se adentran en un lugar de paz, muy luminoso. “La novela se puede entender como una de autoayuda. Si ponemos esto como eslogan, tenemos alguna posibilidad de que funcione”, comenta irónicamente la escritora, también catedrática de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y miembro de la Real Academia Española (RAE).
Este desencadenante se mezcla constantemente con la música, desde las óperas de las que habla Barbara Simpson, con guiños al Liceu y el festival de Perelada, hasta la vida de músicos ambulantes que llevaron los padres de la protagonista. “Me gusta mucho la ópera”, recalca Riera, quien escribió el libreto de L’Arxiduc, sobre la vida del Archiduque Luis Salvador, aristócrata austríaco que vivió en Mallorca entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Además, ahora le han pedido que escriba una ópera sobre los judíos conversos de su isla, presentes en la novela Dins el darrer blau (1995), trama que continuó en Cap al cel obert. Siendo Tosca de Giacomo Puccini una de sus óperas preferidas, no extraña que sea la que está interpretando la soprano cuando sufre una crisis cardíaca. Además lo hace en el Met de Nueva York, una sala que Riera visita siempre que puede.
A pesar de que han pasado casi 50 años de darse a conocer con el libro de cuentos Te deix, amor, la mar com a penyora (1975) y sumar una decena de títulos, Riera aún tiene muchas dudas ante cualquier nuevo proyecto, como con el título esta vez, probando múltiples opciones —Los colores del arcoíris o El retorno de la diosa blanca— hasta acabar en Una sombra blanca. “El peor momento del mundo son las galeradas, son terribles”, subraya la autora. Por ello, nunca se relee, lo que le ha llevado a olvidarse de muchas de las cosas que ha escrito, hecho que comprobó cuando dejó de entrar a una conferencia en la que tenía que participar pensando que hablaban de otra persona. Lo que sí que tiene bastante claro a estas alturas es que “la literatura no sirve para mover el mundo”, como llegó a creer, pero no por ello sigue advirtiendo sobre aquellas situaciones que considera injustas, como la discriminación racial y de género que aparecen en Una sombra blanca. “Los escritores transgredimos desde la lengua y todo lo políticamente correcto no nos debe afectar”, defiende. De momento, tiene dos ideas para nuevas novelas, pero aún no ha querido revelar ningún detalle.