— Grabé mi primer álbum en solitario en los Valentine Recording Studios de Los Ángeles hace tres años. Se trata de un estudio mítico donde habían grabado los Beach Boys y Kenny Rogers. ¡Una pasada! Durante cuatro días grabé todos los instrumentos para catorce canciones.
— ¡Caramba! ¿Y cuándo sale eso?
— El disco verá por fin la luz en otoño de este mismo año para el sello Discos Antifaz, después de tanta espera con el paréntesis de la pandemia. ¡Espero que os guste!
En compartir este adelanto, el multinstrumentista y compositor Ian Kapoudjian no puede reprimir la emoción —ni maldita falta que hace— de quien cuenta los días para ver su sueño hecho realidad.
“Soy un gabacho-armenio afincado en Barcelona desde hace seis años. Nací en Lyon, ciudad de los Hermanos Lumière, y vengo de una familia de músicos que me contagiaron ésta, mi gran pasión. Mi madre trabajaba en Sony Music y mi padre fue compositor, productor y batería profesional llegando a tocar, durante 35 años, con la banda británica de punk, Slaughter and the Dogs. Ninguno de los dos está ya en este mundo. Yo empecé a tocar la batería a los 15 años y he pasado por bandas de rock & roll, de punk y de estilo 60s. Ahora estoy metido en mi proyecto en solitario bajo el alias de Ian Kay, diminutivo que es un homenaje a mi padre, Noël Kay”, explica el músico, fresca Coronita en mano y pitillera rebutida de tabaco rubio sobre la barra mientras, de fondo, la oda de barrio What good is a castle de Joe Bataan refresca la atmósfera.
Encontrando una nueva familia
“Mi padre falleció justo cuando me hube establecido aquí y aquel fue un punto de inflexión importante en mi trayectoria que me llevó a ser lo que soy hoy. Siempre habíamos trabajado mi carrera musical mano a mano y me parece legítimo y necesario seguir lo que habíamos empezado. Después de su muerte lo dejé todo, pero tuve la suerte de que un productor que había sido amigo suyo me propusiera trabajar con él. Aquello logró motivarme y volví a hacer música. Ahora ya nunca me cruzaré de brazos porque me he dado cuenta de que hacer algo artístico honrando su legado es lo que me mantiene vivo. Mi punto de vista es que hay que coger cualquier cosa negativa de tu pasado y transformarla en algo positivo, que te pueda ser útil para tu propio futuro, para evolucionar. Las cosas ocurren porque tienen que ocurrir”, dictamina.
“Mi padre falleció justo cuando me hube establecido aquí y aquel fue un punto de inflexión importante en mi trayectoria que me llevó a ser lo que soy hoy”
— Debió ser un momento muy difícil, estar en una nueva ciudad con todo ese peso encima.
— Diría que sí, que dejar mi país para empezar un nueva aventura en otro lugar ha supuesto una transición importante en mi vida. Algo que requiere hacer concesiones. Como no me queda mucha familia en Francia, para mí es como haber encontrado una familia adoptiva aquí.
— ¿Y te entiendes bien con esta nueva familia?
— A nivel de mentalidad y de actitud hay muchas diferencias entre los dos países. Me siento más cercano a esta alegría que tienen los españoles, pero, a la vez, soy más afín a la educación francesa o británica. ¡Soy un poco un híbrido, vamos!
Una perla con diferentes personalidades
“Estoy aquí gracias al destino, a la gente que conocí, a las chicas de las que me enamoré y a los amigos que me aportan felicidad”, sentencia el parroquiano, para el que “Barcelona es una perla, rellena de tantas personalidades diferentes, que nunca deja de sorprenderte”.
Presa de esa sempiterna sensación de “que me quedan muchas cosas por cumplir en la vida”, todo apunta a que muchas de éstas van a tener lugar en Barcelona: “Aquí estoy muy a gusto. Además, tengo a los mejores músicos de la ciudad trabajando conmigo y acompañándome en esta aventura. Eso sí, no me siento muy cercano a la política de aquí, el independentismo y esas cosas. Estoy en favor de la progresión, no de la regresión. Me gusta la idea de que ésta sea una metrópoli y, a la vez, el corazón multicultural de Catalunya”, argumenta tras apurar su cerveza.
“Barcelona es una perla, rellena de tantas personalidades diferentes, que nunca deja de sorprenderte”
— ¿Y algo que no te guste demasiado de la ciudad?
— Los guiris franceses del Gótico y de la Rambla, que vienen aquí para comer paella y beber sangría —ríe—… ¡Ah, y la cucarachas americanas!
— Pues oye, ¡aquí no hay cucarachas y la oferta gastronómica es de lo mejor que tu paladar podría esperar!
Ian Kapoudjian ríe entonces con todos sus dientes y, tras pedir otra cerveza, dice:
— Pues optaré por menú, pero es que me acabo de acordar de cuando, recién llegado aquí, descubrí las calçotades…
— Uf, a tope, ¿no?
— ¡Madre mía!–, sigue riendo.