Sebastià Bennasar, escritor, traductor, periodista y agitador cultural.
El Bar del Post

Sebastià Bennassar: Escribir en el sentido más amplio

Su imponente tamaño físico no le hace pasar desapercibido cuando entra en el bar, muy pronto por la mañana, madrugador como es él, para acodarse a la barra y pedir un Cacaolat: “posiblemente la mejor bebida del mundo”, en su opinión.

Tiene la mirada viva, despierta, entrenada para captar detalles y microscópicas historias dentro de la pequeña historia que nos rodea, ingredientes con los que alimentar su frenética actividad literaria que, en su faceta de escritor, lleva ejerciendo como freelance quince años, con más de cuarenta títulos publicados de todos los estilos excepto teatro. “Alguno de ellos —admite con humor— incluso francamente malo”.

Pero Sebastià Bennassar es algo, bastante más que, simplemente, un escritor. Como el Dr. Manhattan de Watchmen, este cuarentón mallorquín actualmente afincado en Olot es un agitador literario dotado de poderes cuánticos que le permiten estar en un montón de sitios a la vez.  Como escritor, como organizador de eventos o participante a los mismos, como editor, como responsable de clubes de lectura (tres, nada menos), como impulsor de las letras catalanas y, sobre todo, y por encima de todo, como verdadero diablo de Tasmania de la literatura.

Y se le nota cuando habla. Cómo se expresa. Con esa pasión, voz alta, amor por lo leído, apetito por lo que falta por leer, gestos amplios. Sonrisa de niño ante un escaparate lleno de aventuras, un mundo privado que nunca duerme.

Cuando “escribir” es algo más que escribir

En hablar de momentos clave, de epifanías, de esos instantes en que una decisión cobra forma en tu cabeza y hay un paso que no tiene vuelta atrás, Sebastià habla de sus 17 años: “envié un cuento a un concurso organizado por un periódico de Mallorca y gané. Ahí fue cuando empecé a ver la posibilidad de vivir de escribir”.

Lo que quizás ni el propio Sebastià sabía, en aquel momento, es que, en su vida, escribir iba a ser mucho más que darle a la tecla. Tal vez se dio cuenta de ello con 29 años, “cuando abandoné un trabajo fijo de jefe de sección en el Diari de Balears para venir a Barcelona a estudiar Humanidades en la Pompeu Fabra. Estudiar de mayor ha sido fundamental, porque estudiaba sabiendo lo que quería”. Acabará estos estudios con el premio extraordinario final de carrera, algo de lo que se siente especialmente orgulloso: “viniendo de una familia trabajadora, para mí es algo muy especial”.

Bennassar es un trozo vivo y fulgurante de la cultura de esta ciudad.

Desde entonces, han pasado esos quince años de escritura frenética que, habida cuenta de todo lo demás, parecen cuarenta y cinco. Ha acabado dirigiendo la colección Lo Marraco Negre, de Pagès Editors y Marrajo, de la editorial leridana Milenio. Ha impulsado un sinfín de iniciativas culturales, conferencias, congresos, mesas redondas y festivales literarios de novela negra como Lloseta Negra, Tiana Negra o Gràcia Llegeix. Dirige Bearn, revista cultural online y ha sido muy activo en asuntos como la Asociación de Jóvenes Escritores en Lengua Catalana.

Entretanto, le dio tiempo a irse cuatro años a Lisboa: “Creo que la mayor locura que hice fue montar el Casal Català de Lisboa e impulsar la revista Capicua, dedicada a la traducción de textos del catalán al portugués y a la inversa”.

Su última temeridad, “comprar la editorial Xandri”, un proyecto que, como todos los demás, encara con unas ganas de las que se contagian.

Con B de Barcelona, y de Bennassar

“En Barcelona he vivido algunos de los momentos más fascinantes de mi vida, pero también en esta ciudad, a la puerta de mi casa, es donde asesinaron a mi mejor amigo, el poeta Salvador Iborra, y eso es algo muy doloroso”. Barcelona puede doler, como todos los grandes amores.

Bennassar es un trozo vivo y fulgurante de la cultura de esta ciudad de la que “me molesta sobremanera el hecho de que determinados de sus habitantes se crean que sólo existe Barcelona, la Cerdanya y el Empordà”. Y para de contar.

Pero, a la vez, no se puede no amar el lugar donde tuvo lugar “el nacimiento a muy pocas calles de distancia, en el Raval, de dos escritores fascinantes como Manuel Vázquez Montalbán y Jaume Fuster”, la urbe donde “practicase sus exorcismos Jacint Verdaguer” y, cómo no, el lugar donde se inventó el Cacaolat.

Su visita termina. Los libros y artículos no se escriben solos y el suyo es un nombre que brilla mucho en la muy bien surtida escena literaria de la novela negra catalana.

Quién sabe. Tal vez vuelva sobre el mediodía, si le da tiempo, a por un menú, siempre que no se vea tentado por una ración de sus adoradas albóndigas con sepia. O quizás, ya al atardecer, se deje caer de nuevo por esta barra para atizarse un Bombay Sapphire con Schweppes de limón o, en su defecto, una Caipirinha, y volver a pedir que suene de fondo The Healing Game de Van Morrison, mientras diserta sobre libros cojonudos, suyos o ajenos.

Venga cuando venga, en el bar siempre habrá sitio para que Sebastià Bennassar nos cuente en qué líos literarios se ha metido esta vez.