Lalo López Fundación Tony Manero
El músico y compositor Lalo López, uno de los fundadores de la Fundación Tony Manero.
EL BAR DEL POST

Lalo López: Música, porque no hay un plan B

“Soy una persona enamorada de la cultura popular. Podría haber sido un pésimo dibujante de cómics, diseñador, fotógrafo, escritor o cineasta, pero un tío rockero me arrastró involuntariamente hacia la música. Empecé a escribir canciones y hasta hoy día sigo en ello. Es lo que más me gusta y, aunque no sé si soy bueno, no tengo plan B”. Largo como un día sin pan y parapetando una sonrisa detrás de su característico bigote, el músico y compositor Lalo López está acodado a la barra del Bar y pide “un vaso de leche fría, como Archie Goodwin, ayudante del detective Nero Wolfe en las novelas de Rex Stout. ¡Leerlo me hizo enorgullecerme de ser abstemio!”. Y, de paso, quita la FM “que me resulta un suplicio salvo honrosas excepciones. Mejor ponme alguna sesión de mixcloud de cualquier estilo de música afroamericana, no me importa la época”.

Con la mayoría de edad, Lalo descubrió el funk “y aquello cambió mi vida”. Lo siguiente fue crear Fundación Tony Manero con otro parroquiano ilustre, Miguelito Superstar. “Tuve la inmensa suerte de que aquel primer proyecto funcionase como un tiro, lo que me permitió dedicarme de lleno a la música y tratar de montar con mis amigos nuestra pequeña Motown. Así nacieron proyectos paralelos como Chocadelia Internacional, Los Fulanos o Cardova”.

— Efectivamente, aquello fue un auténtico bombazo de bandas y proyectos.

— “Sí, pero tras el boom hubo que gestionar la bajada, lo que, la verdad, nos supuso un trabajo, personal y como banda, intenso. Nos diversificamos: produjimos a otros grupos, hicimos colaboraciones más o menos duraderas con otros creadores, tocamos y giramos con otra gente, y no hemos dejado de sacar material original, cada vez más tratando de reflejar en nuestra música quiénes somos en la vida real”, replica Lalo, quien se toma unos segundos de silencio antes de retomar la palabra para rematar: “Algo apasionante”.

Dedícate a otra cosa, Lalo

En ocasiones ocurre a creadores que los acicates vienen más por las negativas que por sentirse alentados a emprender su actividad. “Un momento clave fue cuando le enseñé mi primera maqueta con temas propios a alguien muy importante para mí y me dijo que no me dedicase a la música. Que aquello era demasiado duro y no me veía preparado mentalmente. ¡No le hice caso! Pero siempre he tenido esa opinión muy presente, y me ha hecho ser consciente de lo privilegiado que he sido, de no hacer muchas tonterías y ser ahorrador. Y de no parar nunca de trabajar. Puede que no funcione, pero el solo hecho de seguir trabajando hace que valga la pena”, añade. Lalo sorbe un poco de su bebida y guiña el ojo antes de apostillar: “No sé si me explico”.

Contento “de seguir viviendo… bueno, sobreviviendo de la música, sin hacer grandes concesiones”, el parroquiano se muestra orgulloso de toda la felicidad repartida al frente de sus proyectos musicales, “lo que es muy guay, porque nuestra intención era esparcir la joie de vivre asociada a la música disco, esa comunión alrededor del baile que nosotros sentíamos con el funk o el boogie. Y creo que lo conseguimos. Con la cantidad de oscuridad que hay en el mundo, eso me parece algo reseñable”.

Lalo López
Lalo López durante una de sus actuaciones en las Festes de La Mercè. © Andreu Adrover

Además de la gira de despedida de Fundación Tony Manero, para este 2022, Lalo tiene a punto un nuevo álbum. “Un disco de blues y spoken word, Lalo Malo, que saldrá en febrero. También estoy articulando otro proyecto de funk contemporáneo, la Lalo López Limited Orchestra, con el que seguir dando salida a mi querencia por los ritmos bailables desde una óptica más personal”, explica. Al margen, el parroquiano sigue al frente de Tobacco Road: “Un programa sobre el pasado y presente de las músicas afroamericanas en Ràdio Gràcia cada semana”.

Una Barcelona sin vía de escape

“De pequeño, mi madre me enseñó a amar esta ciudad y nunca he dejado de sorprenderme con sus distintas caras. Me la he caminado desde la zona alta hasta Ciutat Meridiana, pasando por el Chino u Horta, he buceado en su pasado popular, en su arquitectura, en el underground barcelonés… ¡No puedo escapar de esta ciudad!”, asevera el músico.

Echa la vista atrás para construir, con la memoria, un retal de reconcentrada pureza barcelonesa: “La casa de mi abuela Ofelia en la calle Parlament sería el epicentro de momentos apasionantes de la historia de la ciudad. Una casa de 30 metros cuadrados con una familia de emigrantes de Murcia, de nueve personas, llegada a finales de los años 20, con el tío Manolo en el PSUC y el tío Pepe en la CNT, y huyendo a Francia tras la guerra y haciéndose contrabandista, el encuentro en la posguerra entre mis dos abuelos hambrientos asaltando un silo de grano, mis padres montando manifestaciones antifranquistas, mi tío Lope guitarreando en el Raval a ritmo de rock urbano, domingos de paella, y el pequeño, enviado a por horchata a la Sirvent…”.

Lalo López Fundación Tony Manero
En febrero publicará su último álbum Lalo Malo, un disco de blues y spoken word.

El músico termina su vaso de leche, antes de retomar el hilo de la conversación para lamentar taxativamente aspectos de Barcelona como “la especulación imparable de la vivienda y la expulsión de la gente de los barrios. Y el turismo depredador. Y las tiendas de souvenirs y fundas de móviles. Y la desaparición de la Barcelona charnega, cómo se derriba el pasado reciente y se construye un presente aséptico bajo el estándar europeo moderno. Parece que tengamos que ser los más modernos en todo y eso produce anomalías como unos Encants Vells cuyo espíritu no se corresponde con la estructura que lo alberga. ¿Por qué no puede ser un sitio normal tirando a cutre como Les Puces de París? ¿No podemos ser una ciudad con múltiples capas y estratos y hacerlos convivir entre ellos? ¿No podemos conciliar pasado y modernidad?”.

— Ahí se puede sumar la pregunta de si querrás comer algo, que aquí hay de todo y muy rico.

Lalo López dirige, entonces, una mirada lujuriosa a la repostería, antes de proferir:

— ¡Dulce! Soy lo que los aragoneses llaman morrudo. Y soy bastante cursi, así que la dulzura es lo mío.

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Lalo López está trabajando en un proyecto de funk contemporáneo: la Lalo López Limited Orchestra.