Pet Shop Boys Primavera Sound 2023
Pet Shop Boys Primavera Sound 2023- ACN Jordi Borràs

Sobre la superficialidad

El concierto inaugural del Primavera Sound, a cargo de los Pet Shop Boys, ofreció un espectáculo atractivo, cómodo y emocionante que supo enlazar los pilares del pasado con las velas del futuro

En miércoles se hace extraño, pero allí estábamos todos los asistentes a la inauguración del Primavera Sound llenando la pasarela de entrada al Fòrum. No sé si es porque era miércoles o por la nueva disposición de los escenarios, o porque todos hemos cambiado en un año, pero ayer se podía respirar y observar el concierto al mismo tiempo y el servicio (tanto el de barra como el ambulante) se mostraba cercano e impecable. No te sentías en un festival lleno de artificio y purpurina, como el año pasado, sino en un encuentro honesto y de tamaño humano que quiere, simplemente, pasárselo bien sin sentirse en una lata de anchoas instagrámicas. Éste es el Primavera inclusivo, cómodo y cercano que nos gusta, pero cuesta un poco de objetivar sus cualidades. Quizá sea la organización del espacio, quizás la civilizada media de edad que vino ayer, quizás ambas cosas, pero quizás también es que ayer actuaban los Pet Shop Boys. Imposible no sentirse como en casa.

La última vez que los vi, en ese mismo festival, habían apostado por un carnaval multicolor e infantil. Ayer la estética era techno, Matrix, metálica, casi fría, pero eso incluso conseguía que todo el calor y ternura viniera de la música. En una entrevista oí cómo preguntaban a Neil Tennant si lo que él hacía (junto con Chris Lowe) era música superficial, y él respondió una verdad como un puño: “No se me ocurre mejor manera que llegar a la profundidad que desde de la superficie”. Y es que es eso: esta aparente frivolidad, en el caso de los Pet Shop Boys, viene impregnada en cada idea y en cada nota de una ternura que es imposible tomársela en broma. Ayer había una gran apuesta audiovisual y una puesta en escena minimalista, máscaras y gabardinas (a veces no sabes si canta Tennant o Michael Caine), y una especie de farola donde Tennant se colgaba y sobre la que parecía tener que llover británicamente en cualquier momento. Como diría que Tennant no sabe bailar, se agarra a las farolas y palmea como si fuera una madre contenta de hacer disfrutar a los niños. Pero antes de eso la bienvenida era seca, sobria, con un Suburbia trágico o más bien melancólico que contrastaba con la posición hierática tras una máscara verticalísima. Luego ya está, después a palmear. Sin máscara. A Tennant se le vio contentísimo, a Lowe se le vio tan inexpresivo como siempre tras los teclados. Un buen resumen de lo que ha sido el origen del techno que presenciamos en los años 80: alegría y seriedad, ternura y frialdad, superficialidad y profundidad. Todo a la vez.

Luego siguieron sus infalibles y numerosísimos hits como Go west, It’s sin o Domino Dancing, con una especial mención a la elvisiana You were always on my mind que es donde todo el mundo empezó a levantarse y a perder la vergüenza. Los bises (West End Girls y Being Boring) dieron lugar a la dedicatoria de todo el concierto a Tina Turner, pero en el bolsillo ya nos tenían desde más o menos la tercera canción. Al principio sufres porque te sientes un visitante del pasado llegado al año 2023 desde un tiempo muy lejano, y por tanto sufres por ti pero también por ellos, por si el invento todavía funciona. Funciona perfectamente, funciona en todas las edades, funciona en barceloneses y turistas, y en expats, y en gays, y en heteros, y en todas las condiciones y opciones y razas. Debe ser un verdadero placer salir al escenario sabiendo que eres el compositor de tal montón de himnos, y que si tanta gente todavía los reconoce (y los vive) significa que la clavaste.

Un buen inicio de festival, que continuaremos visitando durante la semana, pero que ha tenido el detalle de ofrecer un concierto capaz de resumir la esencia del Primavera y enlazar sus orígenes con su futuro. Tiene que costar un poco. Nos hacemos mayores. Pero algo siempre queda de nosotros, también en algún rincón del futuro, cuando hacemos las cosas bien.