Quim Bonastra artista e investigador
El artista e investigador Quim Bonastra. © Joan Deulofeu
EL BAR DEL POST

Quim Bonastra: Insaciables apetitos artísticos

“Me he dedicado a muchas cosas. Quizás la que ha supuesto un esfuerzo más continuado en el tiempo ha sido mi carrera como investigador y profesor universitario en Geografía Humana. Tengo un gran apetito y una gran curiosidad y no me da miedo probar cosas nuevas, por lo que he tenido un grupo de pop a finales de los 80, he tenido un pub musical especializado en música de los 60, he organizado fiestas, conciertos y saraos diversos, he sido DJ, he llevado un blog de cocina, he comisariado exposiciones, he hecho de artista visual… Y seguramente me dejo cosas”.

El artista e investigador Quim Bonastra saborea un Spritz. Ha llegado al Bar con la noche tiñendo el cielo de la ciudad y “con ganas de cachondeo y de salir de casa después de la pandemia”. Lo suyo ha sido y sigue siendo una búsqueda y descubrimiento constante de estímulos y nuevos fregaos en los que meterse en cuerpo y alma: “Cada nuevo descubrimiento supone un esfuerzo, una inmersión, un dedicarse a tope a aquella cosa, que siempre anda en paralelo con otras, algunas de las cuales, inevitablemente, tienen que ir quedando en un segundo plano a causa de las limitaciones físicas y temporales. Esto conlleva desprenderse de lo que ya no puede ocupar un primer plano, cosa que provoca cierto dolor y cierta tristeza. Tengo que pasar el duelo por lo que dejo atrás. Es un dolor que se mezcla con la alegría y la excitación por lo nuevo”.

Sorbe un poco de la bebida típicamente véneta, a base de prosecco y Aperol, y concluye, con la sonrisa de quien vive con mucha intensidad sin nunca acabar de tomarse demasiado en serio, siempre capaz de coger distancia de sí mismo: “Me doy cuenta de que esta conversación me está sirviendo como un poco de terapia”.

Ampliación del foco artístico

Orgulloso de su incursión en el mundo de la creación artística, a la que lleva dedicándose los últimos años, Quim Bonastra aclara que “yo ya me dedicaba a cosas artísticas, desde la docencia y desde la investigación. Así que la creciente implicación ha sido una evolución natural en la que te ves envuelto. Empezó con la docencia universitaria, utilizar el arte para que tus estudiantes aprendan geografía se amplió a la investigación sobre arte, educación y geografía, lo que, a su vez, se amplió a comisariados de exposiciones. Eso me llevó, casi sin darme cuenta, a la creación. En paralelo, con unos colegas que conocí en el MACBA montamos un colectivo artístico que cumple ahora tres años: MITO Collective. Trabajamos, a partir de diferentes técnicas y metodologías, sobre los mitos que se forman en la contemporaneidad, que entendemos como Alessandro Baricco: ensamblajes de elementos heterogéneos y caóticos”.

Durante la pandemia el colectivo puso en marcha el proyecto Irrealidad Aumentada. “A partir de las sensaciones y percepciones sobre la realidad que estábamos viviendo y que tenía la gente con la que hablábamos, creamos una serie de lemas como Hackers & Cuerpos, Snacks & Doctrina o Misterio Diáfano que, más que significar algo en concreto, conectan con lo prerracional y precognitivo. De ahí nació un proyecto de arte en espacio público mediante el que los ciudadanos se convirtieron en artistas, proyectando los lemas desde el lugar en el que estaban confinados, sobre la fachada de sus vecinos. Así, el que proyecta es a la vez espectador, creador y dispositivo de exhibición, y debe tomar decisiones clave en la obra: su duración, su espacio de visibilidad, su momento de aparición, el registro de esta aparición. También, en consecuencia, lidia con las posibles consecuencias de su actuación, que también forman parte de la obra: desde críticas de los vecinos a aplausos, desde intentos de boicot de la proyección a interés porque vuelva a producirse”. Irrealidad Aumentada ha llegado a veinticinco ciudades, en los cinco continentes.

Quim Bonastra
Quim Bonastra con los miembros de MITO Collective. © Joan Deulofeu

— ¿Y desde MITO tenéis algo en mente a corto plazo?

— Sí, la performance audiovisual Espejismo Lúcido. Apuntes para el cierre de una pandemia. La vamos a presentar en la sede Oliva Artés del Museu d’Història de Barcelona el miércoles 24 de noviembre, con entrada libre y sin reserva. La idea es hacer un exorcismo colectivo de la pandemia, en qué el público podrá colaborar enviándonos mensajes a través de sus dispositivos móviles que nosotros convertiremos en imágenes y palabras.

Miratge lúcid en el MUHBA - Oliva Artés por Quim Bonastra
El proyecto Espejismo Lúcido. Apuntes para el cierre de una pandemia se presentará el miércoles 24 de noviembre en la sede Oliva Artés del Museu d’Història de Barcelona. © Quim Bonastra

Barcelona por voluntad propia

“A finales del siglo XVIII, un embajador del Imperio Otomano y su séquito desembarcaron en Barcelona de camino a Madrid donde debía entrevistarse con Carlos III. Como procedía de un territorio sospechoso de ser foco perenne de la peste, tuvo que cumplir una cuarentena en un lazareto en lo que ahora sería más o menos la playa del Bogatell. El campamento que montó era fastuoso y los divertimentos que organizaba para pasar el tedio de la cuarentena eran de lo más exóticos, excéntricos y cafres a la vez, e iban desde conciertos de sus músicos hasta batallas entre facciones improvisadas de su séquito. Enterados de ello, los ciudadanos de Barcelona acudían cada día en masa a la playa para ver ese espectáculo tan inaudito. Creo que esto explica bastante bien la Barcelona que me gusta. Una ciudad que sin renegar de lo que es, sabe apreciar las cosas interesantes que llegan de fuera e, incluso, las sabe incorporar de manera crítica”, explica Quim, leridano de origen, que confiesa tener con Barcelona una relación de amor.

“Barcelona es una ciudad que sin renegar de lo que es, sabe apreciar las cosas interesantes que llegan de fuera e, incluso, las sabe incorporar de manera crítica”

“Tengo la suerte de poder vivir en esta ciudad por voluntad propia. Mi vida y la de mi pareja sería menos complicada y más barata en Lleida, pero aquí estamos. Y no entiendo a los que todo el día critican la ciudad: que si esto ya no es lo que era, que si en otros lugares son más espabilados y saben hacer mejores negocios, que si nos están quitando la ciudad, que si me quiero ir a vivir al campo”. Quim es crítico con aspectos como el exceso de turismo, la desmedida especulación inmobiliaria o “la pérdida de algunos lugares en los que habíamos sido felices”, pero reivindica “algunos cambios que se están dando aquí y que muchos critican como, entre otras cosas, que los peatones recuperen parte del espacio ocupado por los vehículos de motor”.

Y, finalizado su Spritz, Quim Bonastra pide otro, pensando en voz alta en la cena inminente, que será “a la carta, con entrantes, principal, segundo, vino, postre, y café. Seguro que no me lo acabo todo —esgrime una sonrisa—, pero tengo una vista voraz”. Casi tanto, como su insaciable hambre artística.