Expo Chagall
Detalle del cartel de la exposición Chagall. Los estados del alma.

Los estados del alma de Chagall

El Museu Diocesà de Barcelona nos brinda esta exposición que establece un diálogo entre las obras del maestro ruso y las piezas góticas propias, en dos marcados ejes: el amor como motor y las pasiones humanas

Hace unos años mi marido, que por trabajo residía en la ciudad francesa de Nancy, me llevó a Metz con la excusa que debíamos visitar su catedral, no solo por mi pasión por el mundo gótico, sino porque allí me esperaba una sorpresa que no podía desvelarme. Conocida como la Linterna del Señor por la cantidad de vitrinas que la conforman, no fue sino una de sus capillas la que llamó fuertemente mi atención pues, de repente, aquel concepto de Jerusalén celestial que se me antojaba tan abstracto durante mis años de estudio, se tornó en una experiencia increíblemente mágica gracias a las vitrinas que Chagall diseñó entre 1958 y 1968 para la catedral de Saint-Étienne.

Nacido en el seno de una familia judía en Vitebsk —actual Bielorussia—, las inquietudes artísticas de Marc Chagall le llevaron a mudarse a París a principios del siglo XX donde alcanzaría su madurez artística, para volver a su país de origen años más tarde, y ser partícipe de la renovación cultural del mismo. Las discrepancias con algunos de sus contemporáneos, como Malévich y su insistencia en mezclar política y arte, lo condujeron de nuevo a otro país, Alemania. Pero su condición de judío y la situación en Europa, le empujaron de nuevo a emigrar, aunque esta vez, tuvo que ser hacia los Estados Unidos, para no volver a Francia hasta terminada la Segunda Guerra Mundial.

El Museu Diocesà de Barcelona nos ofrece, hasta finales de octubre, una exposición con una cuarentena de sus obras, entre aguafuertes y litografías, que dialogan directamente con las piezas góticas de la propia colección del museo, en dos marcados ejes que son el amor como motor y las pasiones humanas. Articulada en un par de espacios, podemos disfrutar tanto de una de las primeras series de grabados que produjo en 1926 por encargo del marchante Ambroise Vollard, Los siete pecados capitales, así como también de una parte de la serie que creó en torno a la Biblia, donde se centró en los personajes femeninos del Antiguo Testamento.

Una cuarentena de sus obras, entre aguafuertes y litografías, dialogan directamente con las piezas góticas de la propia colección del museo

Vivir dos guerras mundiales, además siendo judío, hubo de marcarle por fuerza, pero su obra, onírica, llena de luz, color y gran cantidad de esperanza, adquiere una dimensión emocional y espiritual que nos habla de sus recuerdos, su nostalgia, mezclada con la imaginería del folclore popular ruso, y su propia tradición religiosa. Como apunta Helena Alonso, comisaria de la muestra, el artista quería transmitir con sus obras “la alegría de vivir que está en la tradición del judaísmo jasídico” y difundir “un mensaje universal de amor, que para él es un motor de su vida y en el que confía a pesar de todas las vicisitudes que padeció“.

Expo Chagall
Dos piezas pertenecientes a la exposición.

Es interesante y muy enriquecedor como se ha organizado esta exposición con la idea que las piezas se interpelen entre ellas a la vez que interpelan al espectador, tratando, del mismo modo que hizo Chagall, de buscar aquellos puntos en común que no solo unen a la religión judía y a la cristiana, sino a todo ser humano en un mensaje de paz. Pero más interesante resulta esa visión de los personajes femeninos que hace Chagall, dándoles una nueva dimensión y actualización allá por los años 60, en busca de unos valores universales que bien pueden llegar hasta el día de hoy y ligarse de lleno con nuestro empoderamiento como mujeres, para contraponerse a las figuras de las vírgenes góticas.

Si en algo han querido ser innovadores y sorprender, ha sido en crear una playlist a través de la plataforma de Spotify para que la música nos acerque un poco más al artista e ir más allá del propio espacio expositivo, recorriendo desde la tradición musical que pudo acompañarlo en las celebraciones judías, aquellas piezas que le gustaban o las que le inspiraron para crear obras, como El plafón de la Ópera de París.

Las piezas se interpelan entre ellas a la vez que interpelan al espectador, tratando de buscar aquellos puntos en común que no solo unen a la religión judía y a la cristiana, sino a todo ser humano

Artista multidisciplinar, no solo destacó en el campo de la pintura, sino que también la cerámica, el grabado, la ilustración o los vitrales, forman parte de su producción, así como también sus colaboraciones en escenografías y vestuarios durante la época en la que estuvo al mando del Teatro Judío Estatal de Moscú. Aunque también recibió encargos para decorar templos y lugares de culto de otros credos distintos al suyo. Y es que la espiritualidad que se desprende de las obras de Chagall, está por encima de cualquier culto, pues apela a la emoción y a la magia que reside en el alma del ser humano. “En la paleta del pintor —afirmaba— solo hay un color que da sentido a la vida y al arte: el color del amor”.