El MOCO Museum se ha convertido en un referente en arte contemporáneo de la ciudad desde la apertura de su sede en Barcelona en octubre del año pasado. Sus magníficas instalaciones, situadas en el antiguo Palacio Cervelló, en el número 25 de la calle Montcada, acogen a los más famosos y prestigiosos artistas internacionales. Actualmente, junto a una obra de Damian Hirst, una de Yayoi Kusama, varios Basquiat, Bansky y nombres como Kaws, Kays, La Chapelle, Murakami, Haring, Thom o Warhol, encontramos la obra de Guillermo Lorca, uno de los artistas más relevantes de la pintura figurativa actual.
Guillermo Lorca nació en Santiago de Chile en 1984 y es hijo de la escritora Beatriz García Huidobro. Él mismo se considera un pintor autodidacta; empezó a pintar con ocho años maravillado por las obras de Gustave Doré. Según sus propias palabras, empezó a partir de un viejo libro de Velázquez con fotografías ampliadas de sus obras. Formado con el pintor chileno Sergio Montero (próximo, también, al estilo de Doré), se matriculó en la Universidad Católica de Chile y la abandonó para irse a Noruega en 2006 y ser aprendiz del pintor Odd Nerdrum, figura controvertida del mundo del arte por sus métodos de enseñanza y sus dogmas, y por estar fuertemente influenciado por Rembrandt y Caravaggio.
En 2007, Guillermo Lorca regresó a Santiago de Chile donde expone su primera muestra individual, Debushka, en la Galería Matthei, y pinta retratos murales para la estación de metro de Baquedano (2009-2010), convirtiéndose en el pintor más joven en hacerlo. Interesado en el arte callejero, en 2013 participó en el Art Spot Miami y apareció interpretándose a sí mismo en la película Summer of Flying Fish, de la directora Marcela Said, filme que fue presentado en el Festival de Cine de Cannes del mismo año. Con el auge de las redes sociales y en concreto de Instagram, sus obras obtienen mucha visibilidad y comienzan a hacerse tremendamente populares.
De un estilo neobarroco, casi con referencias renacentistas, las obras de Lorca nos proponen un universo particular entre la magia y el realismo. Se creen el clasicismo y la composición de Rubens, con la mezcla de imágenes de la publicidad y los entornos digitales.
Con personajes de los cuentos de hadas, se establecen secuencias oníricas, naïf, que huyen de la estética kitsch y del hiperrealismo, debido a sus altas dosis de tensión, configurando de esta manera una personal mitología violenta, que a veces se vuelve sangrante.
Los lienzos de Guillermo Lorca son monumentales y plasman la lucha entre la naturaleza y la humanidad, entre el peligro y la inocencia. De escasa producción, el pintor admite pintar mediante fotografías y utilizar el collage y las nuevas tecnologías para construir sus imágenes a través de programas de edición. Pinta al óleo y usa pequeños parches para enfatizar la dispar proporción de las figuras y jugar con las perspectivas. Igualmente, hace uso de la pintura diluida para dejar manar los aspectos líquidos, viscosos y poco estables del cuadro. Huye de la realidad para construir la suya propia y rechaza la idea de un erotismo explícito, al menos, en sus obras más recientes.
El uso de la imagen femenina es el reflejo de su alma, que es mujer, y usa retratos de sus sobrinas, el recuerdo de infancia de su hermana o la imagen de su ex novia para construir a los personajes
Parte de una idea de paisaje, una especie de conflicto al que va añadiendo imágenes como si de un banco de fotografías se tratara, hasta encontrar la imagen perfectamente diseñada. Así pues, la figura de la niña con el pelo de colores es la influencia de las series japonesas de dibujos animados, la representación de una parte valiosa del espíritu humano, la infancia, algo hermoso, idílico, que peligra por su fragilidad y que vale la pena atesorar.
La infancia fugaz es donde encontramos el primer impacto con el miedo, la hostilidad y el rechazo y la muerte. Los animales, reales o ficticios, están sobredimensionados; es el poder de la naturaleza sobre el hombre. Éstos se muestran afables y protectores, o peligrosos y amenazadores. A veces, son sólo meros espectadores dóciles de la escena. Los colores, con una mezcla entre el color y la luz real y el color y la luz irreal, son de tonos mayormente pastel, con un énfasis en el azul claro que se identifica con la inocencia y un rosa de chicle con el que vemos la sangre, la violencia y la carne herida y desnuda.
Queda latente, muchas veces, un elemento líquido, libre, blanquecino, que muestra ecos de leche derramada, el primer alimento que tomamos de niños; o bien podría ser un elemento sexual, el esperma que fecunda y da vida a todos los seres que aparecen en escena. Lo mismo ocurre con la sangre.
La exposición, comisionada por Simon de Pury, uno de los nombres más relevantes del mundo del arte, consta de seis piezas, dos de ellas se pueden disfrutar con la tecnología de realidad aumentada, una experiencia inmersiva a través de MOCO Play, una aplicación diseñada por Studio Irma del artista Irma Vriers, que ya colabora con el museo en la exposición Diamond Matrix.
Con esta aplicación, el visitante se siente invadido por el cuadro y el lienzo parece tomar vida: el follaje se balancea, las cortinas se mueven, el gorila mueve sus fauces, un pájaro sobrevuela el lienzo y las figuras parecen aproximarse, algunas, de forma amenazadora. Todo en el cuadro se torna orgánico, como si el imaginario del pintor se volviera real envolviendo al espectador en una experiencia única.
Las obras de la exposición
The Little Gardeners (2021). Un lienzo dotado con la tecnología MOCO Play donde se juntan unas hadas en medio de una cacería de tigres y flores gigantescas. Las niñas muestran la sangre con solemnidad. El azul celeste y el rosa son los protagonistas de tan sangrienta escena.
The Healer (2020), (MOCO Play). Una niña lava las heridas a un gorila en un interior de apariencia victoriana. Un juego en el que el autor sustituye a los peluches por animales reales. Ecos de La Bella y la Bestia, en palabras del autor.
Bird of Paradise (2019). Tranquilidad y misterio, quietud y movimiento se mezclan de forma magistral en esta obra: unas niñas miran fuera de campo acompañadas por una enorme cigüeña y un perro. Al otro lado, un par de gatos gigantes bajan las escaleras a toda prisa, junto a un bebé. Parece deslizarse lava ardiendo por los escalones.
The Big Bear (2018). Un perro gigante duerme sobre una cama de blancas sábanas, manchándolas con sus patas. Tres niñas responden de forma diferente a su presencia: indiferencia, miedo, serenidad…
The Empress (2020). La mayor obra de la exposición. Un animal herido, una deidad, protege a niñas y animales del fuego en segundo plano. El fuego, también, como algo purificador.
The Landing (2019). Una niña de pelo azul duerme entre un manto de gansos de hermoso plumaje.
The Encounter (2018-19). Otro gran formato que muestra una escalinata baja repleta de un líquido blanco y cuya imagen fue su pareja (Javiera Gaeta) caminando sobre la cabeza del autor y custodiada por dos fieras. Imagen basada en el mito de Judith y Holofernes.
En definitiva, estamos ante un pintor de aspecto clásico pero que sale a la perfección en la posmodernidad. Es una figura emergente a tener en cuenta y que, en una reciente entrevista con el famoso youtuber de arte, Antonio García-Villarán, ha admitido que sus obras han alcanzado cifras por encima de los 150.000 euros en el mercado secundario; un mercado creciente, cambiante, inmerso en los NFTs, formado en el que también es pionero el MOCO Museum.
Esplendor en la noche es una exposición de visita obligada para los amantes del arte y en especial de los amantes de la pintura, y más aún para los amantes, como yo, de la pintura figurativa. Es necesario celebrar que las obras de los “nuevos maestros” como Guillermo Lorca se puedan visitar en nuestra ciudad en un entorno tan excepcional como el MOCO Museum, que ofrece una verdadera experiencia única a todos y cada uno de sus visitantes.
