La ceramista Maria Pagès solo trabaja con las manos.

En tus manos un puñado de barro: cuatro mujeres ceramistas en Barcelona

El espíritu de un ceramista es más cercano a la voluntad del mito de Prometeo, padre y benefactor del hombre según la antigüedad griega, que a la arbitrariedad de un dios. Porque una pieza de cerámica es haber dado vida a la materia después de haberla amado a través del tacto, probablemente el más incisivo de nuestros cinco sentidos mundanos. Probablemente el que mejor transmite y contagia el amor y el placer.

Mary Shelley escogió el barro de El paraíso perdido de John Milton para la cita inaugural de Frankenstein: “¿Te pedí, / por ventura, Creador, que transformaras / en hombre este barro del que vengo? / ¿Te imploré alguna vez que me sacaras / de la obscuridad […]?“. El siguiente reportaje aborda cuatro artistas actuales de Barcelona que también han puesto un trozo de barro en sus manos para transformarlo en modus vivendi. Los puntos de encuentro entre el oficio de alfarero y el mito de la creación son abundantes. O para ser más exactos, el de la realización de uno mismo en el sentido de la permanente búsqueda de la liberación.

En los cuatro casos, en el de Maria, Mar, Rosi y Miriam, la arcilla supone romper con los patrones de una sociedad que se empeña en hacernos a su manera. De ahí que el espíritu ceramista es más cercano al mito de Prometeo, padre y benefactor del hombre según la antigüedad griega, que a la arbitrariedad de un dios cualquiera. Porque una pieza de arcilla salida del horno es el resultado de una espera larga. De la escrupulosidad con el detalle. De la caricia capaz de dar vida a la materia después de haberla amado a través del tacto, probablemente el más incisivo de los cinco sentidos mundanos. Probablemente el que mejor transmite y contagia el amor y el placer entre los hombres. El tacto es exigente y, al mismo tiempo, no admite la impaciencia. El tacto es presente. El niño aprende con el tacto porque es su vehículo de intimidad, de inocencia. Las cuatro admiten el rigor y el consecuente enfado que les lleva a tirar piezas si éstas no se ajustan a la expectativa. A tirar muchas. Y, sin embargo, aceptan, y diría que con cierta devoción, como un padre o una madre, el resultado imperfecto de la creación.

Las cuatro artistas han alcanzado un nivel de diferenciación que las hace únicas en el universo presente de la cerámica

La música es un factor común en los respectivos talleres: clásica, Johnny Cash, Adrià Puntí, Ferran Palau, Patti Smith, Pj Harvey, Beirut, Amadou & Mariam. También la radio, pero aun cuando no hablen ni de política ni del virus. Aprender a copiar y buscar la semejanza es loable. Durante las entrevistas han aflorado múltiples fuentes de inspiración: Barceló, Picasso, Miró. La fotografía de Nan Golding o Harley Weir, y escultores como Constantin Brancusi o Jean Arp. De todos modos, las cuatro artistas han alcanzado un nivel de diferenciación que las hace únicas en el universo presente de la cerámica.

El azul marino caracteriza las piezas de cerámica de Maria Pagès.

Maria Pagès, el camino es la búsqueda

Barcelona no destaca por la tradición alfarera. De hecho, el Museo de la cerámica, que databa de los años sesenta, cerró las puertas a principios de siglo para integrarse en el Museo del diseño. De todos modos, los nuevos tiempos, en parte sujetos a la tendencia de recuperar antiguos oficios hace que algunos casos hayan encontrado en la cerámica una excusa para explorar su arte. Uno de estos casos es el de Maria Pagès Bonnin (en Instagram: @mabonnin). Maria nace y crece en un entorno de artistas. Este hecho propicia que ya de pequeña se instale en la vocación del trabajo manual. Para Maria la cerámica es el trabajo de la paciencia y afirmación de uno mismo: “este aprender a esperar el resultado hasta que, horas más tarde, abres la puerta del horno. Esta espera es lo que atrapa“, comenta.

Una de las características de la obra de Maria es el uso de las manos como único recurso, sin tornos ni moldes. La clave pasa por visionar el carácter del trabajo antes de encarar la pieza, a pesar de que el proceso conlleve desviaciones respecto la idea inicial. Es como quien busca moldear las propias emociones sabiendo que, éstas, procurarán torcer la voluntad. El camino es la búsqueda. El experimento, más que la academia. Y concretar con el toque final: la decoración y la ilustración de la pieza que, en el caso concreto de Maria, se centra en el azul marino y el blanco roto mediterráneos, que beben de una niñez de fines de semana y veranos en Cadaqués. Su huella distintiva es la justa disposición del acabado. En algunas ocasiones, a través de la adaptación de la técnica Gyotaku, una ciencia que los pescadores japoneses utilizaban para registrar los peces que pescaban y vendían en la lonja o en el puerto.

Uno de los pendientes de cerámica de Mar del Hoyo.

Mar del Hoyo, belleza femenina en la arcilla

Mar del Hoyo (@levensjewels), actriz de formación, encontró la manera de combinar la exigencia de moldear personajes con el entretenimiento de la cerámica. Lo que pasa es que la cerámica se ha acabado convirtiendo en una alternativa pasional. Probó la cerámica de manera casual durante un viaje a Francia. De aquella primera experiencia salieron unos pendientes, y los pendientes han sido la plataforma hacia múltiples colecciones de joyería. Con su pareja iniciaron el proyecto Levens Jewels como un juego. Ella con las joyas y él con la cámara, la mezcla orgánica perfecta para catalogarse en las redes hasta el punto de convertir la marca en un auténtico alter ego.

Alguna de las creaciones de Levens Jewels.

Mar asegura que la arcilla es sinónimo de amabilidad, aunque, a veces, dice, acaba adoptando rastros de una complejidad notable. También la asimila a la belleza femenina porque, según ella, permite concretar mejor la estética, probablemente al estar más vinculada a la emoción que otros materiales como el hierro o el vidrio. En las piezas de Leven Jewels flota una disposición atávica, mística. A veces desafiante, miliciana, apache. La joya habla de los mundos interiores del artista de la misma manera que lo hacen los personajes en el escenario. Pero sin duda también juzga sobre quien la luce.

Piezas diseñadas por Rosi Viader.

Rosi Viader, inspiración en las líneas escandinavas

Rosi Viader (@viadefang) viene de una familia de ebanistas que, curiosamente, fabricaba tornos para la cerámica. Rosi estudia artes y oficios en la Escuela industrial y pronto se orienta hacia la cerámica dada la conexión que ésta tiene con la notación ancestral. Las de Rosi recuerdan la restauración y la evolución contemporánea de piezas descubiertas en un estudio arqueológico. Esta particularidad quizás es consecuencia de la finalidad funcional de la obra, aunque sin ahorrar detalle en la creatividad. A Rosi le gusta combinar el barro con diferentes materiales. Por ejemplo, la madera. Y reconoce en el fuego el rol del alma que sustenta el equilibrio entre el diseño y la practicidad. El estilo de Viadefang, la marca de Rosi, encuentra la inspiración en las líneas escandinavas: trazos sencillos, básicos, aun y destacando en la diferenciación a través del diseño particular.

Las culturas antiguas influyen en el arte de Miriam Cernuda.

Miriam Cernuda, un viaje a una dimensión primitiva

Miriam Cernuda (@workingtheredwoods) asegura que la cerámica se infiltra en su vida de manera natural, casi sin que tuviera tiempo de darse cuenta. Se forma en joyería y diseño industrial, pero se acaba enamorando de la arcilla ahora hará quince años cuando comienza a jugar con ella, hasta el punto de acabar convirtiéndose en una necesidad que a menudo deseaba incorporar a sus proyectos profesionales. Tanto es así que decide aparcar las otras vías y dedicarse de lleno al arte de moldear el barro y su universo inagotable. Para Miriam la cerámica es un viaje a una dimensión primitiva, la que reconoce como esencial en su manera de entender este arte. Probablemente, incluso, dice, la cerámica le despierta algo extraordinariamente cercano al instinto. Como cuando encuentras ese medio que te mece el alma y que, a pesar pasar horas y días, no sólo no agota sino que reconforta. Miriam identifica el proceso de moldeado de la arcilla a un baile que fluye a medida que se van imprimiendo las propias emociones. Quizá por eso le gusta dejarse llevar por el legado de las culturas antiguas y los métodos tradicionales de fabricación. En definitiva, por el origen y la relación del origen con el ser: el peso, la textura el color y, por supuesto, el tacto.

Algunas de las creaciones del taller de Miriam Cernuda.

Tras escuchar a Maria, Mar, Rosi y Miriam tengo la percepción de que existe una especie de bidireccionalidad entre el humano y el barro. Como si el barro fuera capaz de transmitir la pasión que transpira la piel. Si es así, visto el arte de estas cuatro propuestas, los demás somos simples aficionados que, además, exigimos modelar a semejanza de los dioses el alma de quien nos ama. Toda una temeridad.