La cita es un lunes por la tarde en su despacho de Palo Alto en Barcelona. Allí el arquitecto Luis Alonso (Madrid, 1955) nos recibe tras varias reuniones con la sede que el estudio Alonso, Balaguer y Arquitectos Asociados (ABAA) tiene en Santiago de Chile desde 2011, cuando el propio Alonso se mudó para dar un primer paso hacia la internacionalización del despacho. “Tomamos esa vía y abrimos oficina en Santiago de Chile, Bogotá y Nueva York y, al estar trabajando con diferentes países, culturas y horarios, la excitación de proyectos desde entonces es aún mayor”, comenta el propio Alonso.
Su legado alcanza los más de 700 proyectos distribuidos geográficamente en 12 países, con destacadas obras del pasado, convertidas ya en referentes, que se suceden con otras muy recientes como el Campus de Innovación y Formación de Iberdrola, inaugurado el pasado mes de abril. “Se trata de una colección de once edificios de múltiples usos, lo que a nosotros nos gusta llamar promiscuidad funcional, que se traduce en la convivencia de diferentes usos y servicios.
Este proyecto, además, incluye una pérgola fotovoltaica de 15.000 m2 que cubre los edificios a 25 metros de altura y alimenta de electricidad todo el conjunto. Hace diez años, cuando ganamos el concurso, este era un tema absolutamente novedoso. Hoy, afortunadamente, la captación de energía eléctrica ya está en boca de todos”, tal y como explica el propio autor.
Otra de las novedades en fase de desarrollo es el nuevo Estadio Comunal de Andorra, que suma una obra más –y ya van 74– a la especialización que tiene el estudio sobre arquitectura deportiva.
Aunque la vida está llena de casualidades, puede que la pasión por el deporte de ambos fundadores del estudio tenga algo que ver con ello. “Tanto mi socio como yo hemos estado muy vinculados al mundo del deporte, éramos rivales de atletismo con 18 años, compitiendo en diferentes equipos, y luego pasamos a competir en maratones”. Corría el año 1983 cuando el estudio ABAA proyectó el Arsenal, el primer centro deportivo urbano en Barcelona. “A partir de ahí, iniciamos toda una serie de trabajos donde buscamos la especialización en este ámbito. Desarrollamos las cadenas Metropolitan, Europolis, O2, Duet y actualmente estamos haciendo lo propio con Youtopia en Chile, además de desarrollar todos los spas para la compañía Aire. En todos ellos se ha buscado dar respuesta a una de nuestras principales preocupaciones: el bienestar de las personas. Y eso pasa por el deporte, el spa y la cultura en general”.
Tras 43 años de recorrido y una pandemia de por medio el estudio afronta nuevos retos de cara al futuro con soluciones que aporten un extra de funcionalidad y bienestar para el usuario. “A la hora de plantearnos hoy viviendas para el mañana partimos de la intuición de las tendencias. En este sentido la pandemia por la Covid-19 se ha convertido en un acelerador de tendencias y ha contribuido a que la gente sea más sensible a ciertos temas que estaban dando vueltas”.
Obras como la Torre Bacatá, en Bogotá, toma todas estas cuestiones y las proyecta en el que se convertirá en el rascacielos más alto de la capital colombiana. Un edificio residencial que convivirá con oficinas, comercios, restaurantes, una residencia de estudiantes y un centro de salud, entre otros servicios. “A todos se nos llena la boca del concepto de sostenibilidad, y para Alonso y Balaguer no hay nada más sostenible que los edificios y los barrios estén el mayor número de días al año en funcionamiento. Eso sí que es sostenible. Energéticamente es mucho más atractivo, porque todo está funcionando siempre”.
Ante esa voluntad de hacer barrios mucho más habitables y “más promiscuos funcionalmente”, Luis Alonso ve clave el giro de estrategia del sector inmobiliario en los últimos tiempos. “Hasta ahora éste se movía por la location, y todo lo demás casi no importaba. Hoy en día ello está cambiando y el sector se abre a otros principios como la vivienda flexible y de servicios, que estamos desarrollando mucho en nuestros proyectos. Eso significa que tu puedes tener tu vivienda de 90 m2 tipo loft en la que fijamos únicamente las partes húmedas (baños y cocinas), y el resto puede adaptarse a las necesidades de cada circunstancia vital a partir de piezas prefabricadas que puede manejar uno mismo.
Así, llegados el caso, cada uno puede montarse una habitación, dos o tres y adaptar el espacio a las necesidades funcionales. Además, en algunas de las promociones estamos intentado integrar todo tipo de servicios que contribuyan a hacerte la vida más fácil, tales como huertos urbanos en las cubiertas, gimnasios, áreas de spa, conserjería centralizada, almacenamiento para frío y calor fuera del domicilio, PET spas o incluso aparcamiento para drones”.
Barcelona, ejemplo cohesionador
“La arquitectura tiene una responsabilidad social gigante que los arquitectos, en general, no hemos sabido transmitir. Puede transformar la ciudad y la ciudadanía, y el gran ejemplo de ello es Pascual Maragall, quien logró cohesionar la ciudadanía a través de arquitectura de buen nivel y de microespacios urbanos con los que generó ciudad amable. El problema es que, en general, eso debe ir acompañado de una apuesta política importante. Y es que detrás de una buena obra, no solo basta con un buen arquitecto, falta un buen cliente que apueste y una autoridad política que crea y acompañe un poco. En ese sentido la obra de Las Arenas (Barcelona) es un ejemplo de ello con un valor añadido que resultó bueno para todos”.
Barcelona, así como otras muchas ciudades, se transformó a principios del siglo XX con la aparición del coche. El invento del ascensor por parte de Elisha Otis, le aportó verticalidad… Y todo apunta que ahora la pandemia también cambiará la ciudad en cuanto a sostenibilidad y servicios/entornos compartidos. “El afán de compartir ha venido para quedarse. Un ejemplo de ello es la proliferación del carsharing, además de otras tendencias como la de compartir espacios de trabajo (coworking), espacios de servicios de la comunidad o espacios públicos, entre otros”.
El estudio ABAA en Palo Alto es una clara muestra de estos espacios compartidos y flexibles. Desde aquí, un equipo cohesionado trabaja a diario para ofrecer una arquitectura funcional y atemporal, basada en criterios de coherencia con el entorno y generando una gran complicidad con el cliente, al que sitúa en el centro. Pero, más allá de su faceta como arquitecto, Luis Alonso aprovecha el tiempo libre para evadirse. “La lectura es mi pasión, sigo corriendo y escribo un libro cada año”. Y toda esa actividad se la va anotando meticulosamente en unas pequeñas libretas –ya va por la número 50 desde que emprendió este particular cuaderno de Bitácora una década atrás– dónde puede consultar todos los libros leídos y películas vistas, con su respectiva calificación con nota, así como los kilómetros recorridos cada día. “Es un tema de promiscuidad funcional llevada a mi terreno. Hay que ser coherente con uno mismo”.