Las mejores bibliotecas del mundo

Hace apenas un mes hemos sabido que la nueva biblioteca del barrio de Sant Martí de Provençals de Barcelona, identificada con el nombre del gran escritor colombiano Gabriel García Márquez, ha obtenido el reconocimiento como mejor biblioteca pública del mundo en 2023, según la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas.

El jurado del premio, como destacaban las noticias de aquellos días, valora criterios arquitectónicos, la integración de soluciones tecnológicas y la conexión con la calidad del entorno local. Se trata de un premio, pues, que podría otorgarse a cualquier equipamiento público cultural, deportivo o incluso sanitario.

Para entender el sentido del premio hay que constatar que las bibliotecas llevan muchos años ampliando y enriqueciendo la mirada clásica de la biblioteca como “institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos”, como la define el Diccionario de la RAE. En cambio, las bibliotecas se alejan cada vez más de algunos estereotipos que durante mucho tiempo han formado parte del imaginario popular.

Por un lado, las bibliotecas han evolucionado ampliando sus contenidos. Su materia prima siguen siendo los libros, pero los fondos también se abren a nuevos formatos y temáticas. Prensa y audiovisuales ya hace muchos años que están en los catálogos, mientras que, en los últimos años, los cómics y los juegos de mesa, por ejemplo, han crecido en presencia y aceptación.

La consulta y préstamo de documentos, por otra parte, ya hace tiempo que se ve complementada con todo tipo de actividades, desde los clubes de lectura a los más variados cursos y conferencias, pasando por la habilitación de espacios para el estudio o, en el caso de la provincia de Barcelona, por el despliegue de programas como el Bibliolab.

Hablando, como estamos haciendo aquí, de innovación y excelencia bibliotecaria, hay que remarcar cómo este programa representa la voluntad de las bibliotecas de trabajar en cuatro funciones (descubrir, aprender, crear y compartir) en proyectos y actividades muy diversos, actuando como verdaderos laboratorios ciudadanos.

La figura de los y las profesionales, clave para el éxito en la transformación del modelo bibliotecario, está en permanente evolución

Así pues, las funciones de promoción del hábito lector y de comprensión lectora (como el programa Lexcit promovido por la Fundación Jaume Bofill) continúan formando parte de la esencia de la biblioteca y conviven con el desarrollo de nuevas temáticas y ámbitos que ganarán cada vez más peso, como los retos de la Inteligencia Artificial, la alfabetización mediática e informativa (proyecto Entre línies, llegint la desinformació), la salud mental y comunitaria, la alimentación y el medio ambiente.

Finalmente, la figura de los y las profesionales, clave para el éxito en la transformación del modelo bibliotecario, está en permanente evolución, añadiéndose a su perfil nuevas competencias y habilidades. El personal de biblioteca, por ejemplo, se conecta cada vez más con la ciencia y las tecnologías emergentes, la dinamización cultural y la especialización de temáticas y públicos. Progresivamente, además, se prevé que vayan formando parte también de los equipos perfiles especializados en educación social y trabajo comunitario.

La biblioteca como infraestructura social

Y es aquí donde empezamos a ver que una biblioteca es ya, hoy en día, mucho más incluso que un espacio consagrado a la lectura y el conocimiento. Partiendo de la base de que los tres elementos citados (contenido, función y profesionales) también se encuentran en sus formas más actualizadas en bibliotecas como la Gabriel García Márquez (gracias al trabajo en red), lo que se pretende destacar con el reconocimiento internacional que ha recibido es, en realidad, la función de infraestructura social que tienen las bibliotecas hoy en día.

Una biblioteca es ya, hoy en día, mucho más incluso que un espacio consagrado a la lectura y el conocimiento

Forman parte de los “palacios para el pueblo” a los que se refiere el sociólogo norteamericano Eric Klinenberg como elementos fundamentales para construir una sociedad más igualitaria y cohesionada. Se trata de los lugares físicos (como todos los tipos de equipamientos que citábamos) que congregan a personas de todo condición y las organizaciones que configuran las maneras en que las personas interactúan en una sociedad.

Como dice Klinenberg en su libro, “aunque la infraestructura social por sí sola no es suficiente para unir sociedades polarizadas, proteger comunidades vulnerables o conectar individuos enajenados, no podemos hacer frente a estos retos sin ella”. La identificación de la infraestructura social con el concepto de “palacios para el pueblo” la hace el autor, precisamente, porque así se llegaron a nombrar las más de 2.500 bibliotecas que el empresario y filántropo norteamericano Andrew Carnegie hizo construir por todo el mundo entre 1883 y 1929.

Los espacios de las bibliotecas, como hemos visto, tienden desde hace tiempo a evolucionar, no sólo en cuanto a la introducción de la tecnología, sino también al reconocimiento de la necesidad de garantizar los espacios de relación sin perder de vista la función básica de acceso a la lectura, la información y el conocimiento. Y se constituyen como referentes de las comunidades en muchas vertientes.

Biblioteca Gabriel García Márquez
Interior de la Biblioteca Gabriel García Márquez. © Maria Pratdesaba/ACN

Referentes simbólicos, por descontado. Precisamente, el próximo 24 de octubre se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, conmemoración que se inició como homenaje a la biblioteca de Sarajevo destruida en el año 1992 al inicio del asedio de la ciudad por las tropas serbias. Las bibliotecas, pues, como espacios de salvaguarda de la cultura de los pueblos y de su memoria colectiva y, por tanto, susceptibles de convertirse también en objetivos en guerras identitarias.

Formar parte de los referentes comunitarios igualmente puede acarrear otras consecuencias no deseadas, como ser el blanco de las iras contra el sistema, tal y como sucedió en las recientes revueltas en las banlieues francesas, o ser objeto de censura en diversos lugares del mundo, con una preocupante tendencia en EEUU de la que han llegado ya algunas muestras también a nuestro país.

Las bibliotecas son espacios de salvaguarda de la cultura de los pueblos y de su memoria colectiva y, por tanto, susceptibles de convertirse también en objetivos en guerras identitarias

La coincidencia de esta efeméride bibliotecaria con la del Día Internacional contra el Cambio Climático nos remite, por otro lado, a la función de las bibliotecas como espacios de conocimiento compartido, incluso generado desde las personas usuarias en forma de ciencia ciudadana, como es el caso del proyecto Llegim el riu.

Por otro lado, las bibliotecas también juegan un papel actuando como refugios climáticos. La biblioteca, en este caso, como referente físico, un lugar seguro y confortable para compartir con el vecindario cuando las condiciones en el espacio público al aire libre no son las adecuadas.

Podemos, pues, afirmar que en buena medida las bibliotecas están en disposición de cumplir tanto las funciones clásicas como las vinculadas a la visión como infraestructura social. Para conseguirlo, es importante reforzar la gestión de la biblioteca en cuanto a recursos, pero lo es tanto o más la capacidad de trabajar en red, entre bibliotecas y en relación con la comunidad que las rodea.

Bibliotecas únicas actuando en red 

En la provincia de Barcelona, la Xarxa de Biblioteques Municipals está configurada actualmente por 233 bibliotecas (incluyendo las 40 de la ciudad de Barcelona, gestionadas de manera consorciada entre el Ayuntamiento y la Diputación) y 12 bibliobuses itinerantes.

Se estima que aproximadamente la mitad de la población de la región metropolitana de Barcelona tiene una biblioteca a menos de 500 metros de distancia y se sitúan siempre entre los equipamientos mejor valorados, si no el que más, en las diferentes encuestas que se hacen a la ciudadanía.

Se puede fácilmente adivinar que dentro de esta red podemos encontrar muchas bibliotecas que, dentro de todas las características y funciones explicadas anteriormente, excelen en una o varias de ellas, generando un fuerte impacto positivo en las personas que las utilizan y en las comunidades donde se ubican.

Dentro de la red de bibliotecas podemos encontrar muchas que excelen en una o varias de las funciones de estos equipamientos

Resulta ciertamente complicado, y hasta cierto punto injusto, tratar de destacar sólo algunas de ellas. Pero simplemente con la intención de mostrar una cierta diversidad territorial, funcional o temática que pueda despertar interés en quien lee estas líneas para explorar más a fondo en la red, mencionaremos la biblioteca de Volpelleres, en Sant Cugat del Vallès, que es una de las que se ha dotado de un espacio físico específico para desarrollar proyectos innovadores.

Otro caso singular es el de la Biblioteca del Fondo de Santa Coloma, con su proyecto comunitario Cocinas del mundo. Es una biblioteca donde se ha instalado una cocina que sirve de eje vertebrador para desarrollar proyectos comunitarios y que reconocen la diversidad cultural del barrio. El hecho de situarse en contacto con el mercado municipal permite introducir recetas de diversos orígenes, fondo documental y actividades en torno a
este eje.

Interesante es también el caso de la Biblioteca Jordi Rubió i Balaguer de Sant Boi de Llobregat, una biblioteca central en la red urbana del municipio que tiene una larga trayectoria en proyectos de innovación vinculados con la salud y el medio ambiente y en conexión con el entorno del Llobregat. Su proyecto reciente más emblemático es la Apiteca, en torno a la apicultura, que tiene como particularidad la instalación de colmenas en el patio interior de la biblioteca.

Las bibliotecas de l’Hospitalet de Llobregat se han animado a traer a nuestra metrópoli una experiencia originaria de Dinamarca, las bibliotecas humanas, en la que los “libros” son personas con perfiles de índole variada, que se prestan a explicar a un grupo de “lectores y lectoras” sus historias de vida, con la finalidad de romper barreras sociales y desafiar estereotipos y prejuicios. El próximo sábado 4 de noviembre tendrá lugar la primera edición en el barrio de Les Planes – La Florida.

En la provincia de Barcelona hay 233 bibliotecas municipales.

Podemos citar igualmente la Biblioteca Josep Pla, de Sant Pere de Ribes. Una biblioteca de proximidad del barrio de Les Roquetes, recientemente reformada y ampliada, con una fuerte voluntad de trabajar con el público joven, dedicando un espacio específico para atender diversas necesidades y usos específicos de este colectivo.

O, ya fuera del territorio metropolitano, la flamante Biblioteca Pilarín Bayés de Vic. Distinguida por su calidad arquitectónica, pero sobre todo por la capacidad de romper con la frontera mental que existe en la ciudad entre el barrio de El Remei y el casco histórico y también por la capacidad de integrar en un equipamiento servicios propios de la biblioteca con otros servicios comunitarios y municipales, como un lab vinculado a la música y la imagen o la Oficina de Atención a la Ciudadanía.

En el resto del territorio, aparte de los bibliobuses, hay bibliotecas en municipios pequeños que hacen un gran trabajo garantizando el acceso a la lectura y la cultura hasta el último rincón del país gracias, de nuevo, al trabajo en red. 

Un trabajo en red que desde el PEMB hemos identificado como esencial en el marco de la misión Vitalidad Cultural del Compromiso Metropolitano 2030 precisamente para hacer crecer las posibilidades de participación cultural para avanzar hacia una metrópoli más justa, equitativa y sostenible.

En la ciudad de los 5 millones y más allá tenemos, no una, sino todas las mejores bibliotecas del mundo

Si las bibliotecas son capaces, pues, de combinar sus funciones nucleares consolidadas con las de constituir un espacio de encuentro y relación entre ciudadanos y ciudadanas y hacer ganar calidad urbana a su entorno, es decir, convertirse en estos “palacios para el pueblo” que conforman nuestra infraestructura social, podremos afirmar que, en conjunto, en la ciudad de los 5 millones y más allá tenemos, no una, sino todas las mejores bibliotecas del mundo.


*Andreu Orte del Molino es jefe de la Unidad de Programación e Innovación. Gerencia de Servicios de Bibliotecas. Diputació de Barcelona.

Oriol Estela es el Coordinador General del Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB)