Librería y turismo no pegan

La librería La Garba de la Barceloneta ha cerrado sus puertas este último viernes de enero. Sus responsables habían anunciado la triste noticia a primeros de año, a través de un mensaje publicado en su cuenta de Instagram que merece la pena reproducir parcialmente.

“Los símbolos son mucho más importantes de lo que parecen. Los símbolos son una foto fija de lo que somos, de la esencia que conservamos. Cuando uno de ellos desaparece, ya presentimos que perdemos mucho más de lo que parece a simple vista. No perdemos lo que son, sino lo que representan”.

Por lo tanto, desde La Garba, son plenamente conscientes de que su cierre tiene una fuerte carga simbólica, que les trasciende. La desaparición de la última librería de la Barceloneta, La Garba, se circunscribe en el proceso de desaparición del barrio marinero de la ciudad en su conjunto o, en todo caso, de la muerte inexorable de su alma.

Quizás algunos recordaréis que La Garba ya cerró en el 2019, por jubilación del propietario anterior. También que, entonces, se pudo salvar la situación y el negocio reabrió unos meses después, gracias a una campaña de la Associació Barceloneta Alerta.

“Es verdad que La Garba no es gran cosa. Uno no puede perderse durante horas entre los estantes y las mesas buscando descubrir el libro maravilloso que quizá le cambiará la vida. (…) Las dimensiones de cuarto de piso dan para lo que dan, y en eso sí que representa muy bien al espíritu del barrio en el que habita”.

Un negocio, el de La Garba, por lo tanto, modesto. Una librería pequeña, con pocos títulos y, quizás por esta razón, muy bien escogidos, con la cabeza y el corazón, por sus responsables.

“Pero La Garba era un espejismo. Tarde o temprano, estaba condenada a desaparecer; cómo lo están los pocos comercios de toda la vida que todavía resisten, cómo sabemos, aunque queramos negar la evidencia, lo sabemos…, nuestro barrio”.

Nada menos turístico que una librería. Un espacio al que no se puede ir con prisas. Un negocio basado en la relación, a menudo de años, entre cliente y librero. Un comercio de palabras que, a la fuerza, debe ser un baluarte en defensa de la cultura, de la lengua, del catalán. En el caso de La Garba, un trabajo heroico que desarrollaba en un terreno particularmente hostil, entre restaurantes, hostales y negocios de alquiler de tablas de surf, donde seguro que es más fácil ser atendido en inglés, francés, italiano o ruso que en la lengua propia del país.

Xevi Noya, librero de La Garba, me cuenta que los negocios enfocados al turismo de sol y playa han empujado el precio de los alquileres comerciales del barrio a unos niveles imposibles para un negocio pequeño como la librería. Por eso, tras dos años de búsqueda de un nuevo emplazamiento con un alquiler más razonable, han acabado por tirar la toalla.

Pero el cierre de La Garba no se explica solamente porque los alquileres en la Barceloneta estén por las nubes. El librero explica que estos últimos días de apertura “ha entrado gente del barrio a lamentarse por el cierre, algunos de los cuales no habían puesto los pies en la librería en estos casi cinco años en los que ha sido gestionada por una asociación del barrio”. En este sentido, Xevi concluye: “Choca bastante esta militancia de barrio cuando se apaga un referente. ¿Estas voces que ahora lloran, no todas, dónde han estado todo este tiempo?”. Pues imagino que estaban en el mismo lugar que los cientos de barceloneses que hace dos días lamentaban con grandes aspavientos el cierre del cine Comedia, a pesar de que llevasen años sin pisar ninguna sala de proyección.

El caso de La Garba y la Barceloneta no es ni mucho menos excepcional en una ciudad progresivamente arrasada por el turismo. Sí, he dicho “arrasada”. De todo lo que tenía de genuino Barcelona, se tiende a conservar solamente la carcasa. Se vacía su contenido, en buena medida porque, al turista, solo le interesa tomar fotos del continente.

El caso de La Garba y la Barceloneta no es ni mucho menos excepcional en una ciudad progresivamente arrasada por el turismo

En 2021 publiqué una novela satírica en la que imaginaba el futuro de una Barcelona asaltada por la fiebre turística, lamentablemente no muy distinta a la actual. En Barcelona demà o aquesta tarda (Columna Edicions, 2023) fabulaba sobre los responsables de una librería histórica del centro de la ciudad que, cansados de que sólo les entraran guiris pidiendo para ir al baño, reconvertían el negocio en una librería-urinario y se hacían de oro. Tiempo al tiempo.

La Garba acepta, resignadamente, su final, arropada por una clientela pequeña, pero fiel con quien, estos últimos días, ha compartido lágrimas y abrazos. Pero se va con un aviso para navegantes:

“(…) otros, con el tiempo, se darán cuenta de la importancia de este símbolo caído, perdido. La noche cae sobre la Barceloneta y el barrio se pierde en las nieblas del recuerdo de quien fue”.

Una mala noticia para la cultura, para el barrio de la Barceloneta y para Barcelona en general.