casa leopoldo barcelona
Interior del restaurante Casa Leopoldo, en la calle de Sant Rafael, en el Raval de Barcelona.
BARCELONA Y GASTRONOMÍA, AHORA EN UN SOLO LUGAR

El restaurante Casa Leopoldo reabre en Barcelona

El restaurante resurge gracias al grupo Banco de Boquerones y bajo la batuta del chef Albert Pineda 

El milagro gastronómico se ha producido en pleno Raval: Casa Leopoldo, el célebre restaurante donde Manuel Vázquez Montalbán devoraba sabrosos platos de rabo de toro al vino tinto, acaso como fuente de inspiración literaria, acaba de volver a la vida. Deja atrás una etapa de UCI y una aparente muerte. El artífice de la épica recuperación es el grupo Banco de Boquerones, que ya ostenta ocho establecimientos en el centro de Barcelona y ha obrado otras proezas como reconvertir en restaurantes espacios comerciales con solera como Casa Ràfols o Can Framis.

fachada renovada de Casa Leopoldo
Fachada renovada de Casa Leopoldo

El historial de Casa Leopoldo es insólito y pudo acabar en tragedia culinaria. El negocio abrió con ese nombre en su actual emplazamiento en la calle de Sant Rafael, 24 en 1936, tras un rodaje previo como bodega en otra dirección, donde Leopoldo Gil había levantado la persiana en 1929. El hostelero consiguió arraigarlo en el corazón del barrio chino, pero fue su nieta, Rosa Gil, quien lo llevó a la fama al combinar genialmente un espacio carismático, una cocina de puchero inmortal y un ambiente artístico-tertuliano que le daba carácter.

Una de las salas del restaurante
Una de las salas renovadas de Casa Leopoldo.

Nueva historia en el Raval

El padre del detective Carvalho, así como Terenci Moix, Eduardo Mendoza, Maruja Torres y Juan Marsé, entre otros muchos, frecuentaron sus manteles y acuñaron a Casa Leopoldo en la historia local. Pero con los años, ni el bullicioso centro turístico de Barcelona ni el rediseño urbanístico de una parte del Raval parecieron bastar para darle la eternidad. Así que todo empezó a complicarse a finales de 2015 cuando Rosa, dueña y vecina del inmueble, quiso jubilarse y bajó el telón más de un año.

Un pica pica en las mesas de Casa Leopoldo.
Un pica pica en las mesas de Casa Leopoldo.

Fue entonces cuando el negocio vivió una primera resurrección (guisos incluidos) en 2017 de la mano del dúo de chefs Romain Fornell y Òscar Manresa, que lo reconvirtieron en 2019 en bar de tapas de calidad junto con Rafa Peña (Gresca). Sin embargo, llegó la dichosa pandemia y el invento cerró en 2020.

Croquetas variadas y dos montaditos de ensaladilla rusa.
Croquetas variadas y dos montaditos de ensaladilla rusa.

El momento más agónico, no obstante, se vivió en 2022 cuando para pasmo de los barceloneses el local reabrió a costa de haberse transformado en un restaurante chino de menús de mediodía a 12,5, donde los rollitos de primavera habían barrido toda sombra de cazuelas con chup-chup. Solo se mantenían sus característicos azulejos de estilo portugués, como parte del patrimonio protegido incluido en el catálogo municipal de Establecimientos Emblemáticos de la ciudad.

Una cazuela de gambas al ajillo.

Rescate urgente

Ese episodio de bochorno local acabó también en cierre y lo situó en aparente coma, hasta que Banco de Boquerones, o mejor dicho sus artíficies, Sofia Matarazzo y Bruno Balbás, lo reanimaron con dos ingredientes urgentes: cariño e inversión. Así, el establecimiento con casi tantas vidas como un gato, ha recuperado lo mejor de su estructura histórica, pero ha añadido algunos elementos de confort y cierta modernidad al interiorismo. Como la gran bancada aterciopelada de una de las salas, o la reinvención de los comedores privados.

Calamarcitos con guisantes lágrima del Maresme.
Calamarcitos con guisantes lágrima del Maresme.

Ahora uno lleva el nombre de Rosa Gil y es rosa chillón, al estilo de las medias de los toreros que marcaron las primeras etapas. Por ello también, han regresado a las paredes los mejores carteles taurinos del momento, recuperando parte de la historia perdida. Y otra sala privada, más grande, en verde y para hasta 18 comensales unidos en una gran mesa, se ha bautizado como Manuel Vázquez Montalbán, que ya logró una mesa propia marcada con una placa.

Paella de marisco en Casa Leopoldo.
Paella de marisco en Casa Leopoldo.

Pero hacer lucir el escenario de poco serviría sin la prueba de fuego de los platos. Por fin, la nueva Casa Leopoldo se compromete a mantener vivos, pero sin connotaciones rancias, los platos tradicionales catalanes con ingredientes de proximidad y con la justa actualización en las elaboraciones y aportaciones. Reaparecen con soltura en un momento en que lo auténtico está recuperando el favor de muchos comensales hartos de artificios o de platos internacionales clonados por doquier.

La etapa de Albert Pineda

Su carta se abre con opciones de Pica-pica que no inventan nada pero hacen relamerse a la clientela: de la ensaladilla rusa a la coca de recapte, pasando por riquísimas croquetas de jamón ibérico o de boletus con mayonesa trufada. Y luego se crece con un repertorio de platillos para compartir que rescata con dignidad (calidad mediante) cazuelitas como las gambas al ajillo o las albóndigas con sepia. Destacamos la frescura y equilibrio de los calamarcitos salteados con guisante de lágrima del Maresme.

Rabo de toro al vino tinto.
Rabo de toro al vino tinto.

Los principales incluyen un apartado de carnes donde el rabo de toro al vino tinto y los peus de porc sense feina con foie, hinojo y manzana verde, están llamados a ser hits. Abarcan de la tradición inmortal de la butifarra con mongetes del ganxet, al lingote de cordero en su jugo con chirivías, saliéndose de corsés nostálgicos. Entre los pescados, brilla el suquet de rape y marisco para incondicionales de las cazuelas sin prisas, y despunta en demanda el bacalao a la llauna, aunque la casa también apuesta por el pulpo con parmentier de patata y mojo canario.

Y resultaría inconcebible en este viaje gastronómico no contar con arroces, que van del negro al del señorito, pasando por el de butifarra con butifarra, costilla y setas.

Suquet de rape y marisco.
Suquet de rape y marisco.

La oferta de postres es clásica, de la crema catalana a su versión del Músico, con bizcocho de almendras y moscatel, pasando por tartas caseras, quesos y helados.

Horario largo y precio contenido

El mago que desde hace pocos días rescata con gracia el recetario original añadiendo su propia adrenalina es el cocinero Albert Pineda (Barcelona, 1987), quien desde unos meses es también chef ejecutivo del grupo Banco de Boquerones tras tripular varios de sus fogones. Suma más de 18 años de trayectoria en cocinas que van de Australia a Brasil o Japón, lo que inyecta toques de fusión y tendencia (en otros locales) a su “pasión” por la cocina tradicional y mediterránea.

En Casa Leopoldo hay que aplaudir también el excelente servicio en sala. Y el esfuerzo de contención en la factura, con aperitivos asequibles y principales que en general se mueven entre los 20 y 23 euros, y una corta pero interesante selección de vinos.

También cuentan con menús de grupo. Otro elemento llamativo es su dilatado horario y sin días de cierre, a juego con el ajetreo del barrio y su proximidad a la Rambla. No es un emplazamiento que actualmente encandile a los barceloneses, pero que merece la excursión y la reconciliación. Y que tendría la bendición de Vázquez Montalbán.