Mago Pop Nueva York
El Mago Pop ya está en Nueva York. © Emilio Madrid

Un zapato perdido en Broadway

El Mago Pop hace el preestreno de su espectáculo en Broadway, con un nutrido repaso de sus mejores trucos y una puesta en escena muy centrada en su propia aventura vital. Un catalán con talento en el corazón de Nueva York indica, más en hechos que en palabras, el camino que emprenden los tercos y los soñadores. Ésta es la crónica de la buena huella que acaba de dejar.

El Barrymore Theatre es de tamaño medio, una especie de pequeño Tívoli a la americana, construido a principios del siglo pasado y muy cercano al corazón de las pantallas frenéticas de Times Square. En una de estas pantallas, la que hace esquina con la calle W47 donde se ubica el teatro, aparece intermitentemente el anuncio del nuevo espectáculo del Mago Pop. Ya saben: cara de niño pícaro, ademán de actor profesional y un “ya estoy aquí” en los ojos tan indisimulable como comprensible: se encargará él mismo de dejar claro, durante todo el espectáculo, que le ha costado mucho llegar hasta aquí.

Se ha ocupado de ello ya desde el momento en que algunos pasajeros han viajado desde Barcelona con Level, una compañía que lleva el nombre y la cara del mago en la cola del aparato e incluso en los reposacabezas de cada asiento. Antonio Díaz ha decidido no sólo desembolsar bastante dinero en promoción, dado el carácter único del momento, sino también hacer de su aventura un hito a compartir por todos sus espectadores. Nada es imposible se convierte, por tanto, en una frase que no sólo hace referencia al ilusionismo: hace referencia, sobre todo, a la historia de Antonio Díaz.

El mejor número del Mago Pop es un clásico sin palabras, y tiene que ver con un zapato que le aparece y desaparece del pie mientras él nos distrae tirando cartas aparecidas de la nada o haciendo bailar una bolita entre los dedos a velocidad supersónica. Este número interpretado al ritmo de chanson francesa (muy bien escogida por las dinámicas en el escenario) es el que muestra Antonio Díaz más esencial, más prodigioso y más humilde a la vez. La simplicidad es lo que le hace poético y sorprendente, y lo que te hace sentir más imbécil como espectador: pero ¿cómo puede haberle desaparecido de nuevo el zapato?

El Mago Pop
Nada es imposible se convierte en una frase que no sólo hace referencia al ilusionismo: hace referencia, sobre todo, a la historia de Antonio Díaz.

De hecho, éste es quizás el contraste más delicado: simplicidad y Broadway no casan mucho. Si el Mago Pop ha accedido a este teatro tan inaccesible para la mayoría (acompañado y dirigido por el gran Mag Lari) es, precisamente, porque su espectáculo es un show. Es grande, excesivo, exagerado, trepidante, lumínico, hiperbólico, porque Broadway también es así y porque ya él ya intuyó, desde su Teatro Victoria, que el Paral·lel debía intentar ser excesivo como Broadway. Nada extraño, pues. El zapato para los románticos: en el espectáculo de Antonio Díaz no faltarán llamas, grandes plataformas, cajas colgantes, pantallas de video, vitrinas circulares, teletransportaciones, telepatías, confeti, focos cegadores y helicópteros.

Al entrar, una cajita de golosinas para cada espectador (con efecto sorpresa hacia el final del espectáculo). Al salir, largas discusiones sobre los trucos que se pueden intentar adivinar en cada número (con un éxito relativo). Seguramente lo más exitoso, a nivel de show, no es un helicóptero sino la rapidez inexplicable con la que cambia su presencia por la de una colaboradora vestida de rojo. El inglés de Antonio Díaz es un inglés de Badia del Vallès muy fluido, muy ensayado, muy hispano pero a la vez bastante impecable. Nos ofrece un “bona nit” obligado y habla muy rápidamente, tanto que hace sufrir incluso.

El Mag Lari mira el espectáculo de la première desde platea, aparentemente relajado, comprensiblemente histérico. La intención es, desde el primer momento, no sólo dejar al espectador sin aliento sino, más allá de eso, no darle tiempo para tener aliento. La acción es de extrema trepidancia, hiperactiva. Hablando de aliento, sin embargo, un consejo: la frase del vídeo donde dice que el mago dejó a Stephen Hawking speechless, si no es una broma (y entonces habría que remarcarlo), debería quitarse por indelicada.

La intención es, desde el primer momento, no sólo dejar al espectador sin aliento sino, más allá de eso, no darle tiempo para tener aliento

En el apartado de los “peros”, sólo otro: tengo dudas del hilo argumental por el que la aventura de Antonio Díaz deba ser el centro del espectáculo. Evidentemente ya lo discutieron, y decidieron que esta constante explicación sobre los orígenes humildes del mago, sobre Barcelona, ​​sobre su niñez, sobre sus sueños y la capacidad de hacerlos realidad no sólo es un relato enternecedor, sino que además incorpora un mensaje claro sobre qué es la magia y sobre la capacidad que tenemos todos de superarnos (tener ilusiones funciona). Lo entiendo. Y lo suscribo. Sin embargo, se convierte en excesivo. En algún momento antes de la mitad del espectáculo tenemos la sensación de que importa más Antonio Díaz que la magia. No creo que éste sea un riesgo que este gran ilusionista pueda permitirse: la línea entre un soñador y un wannabe puede ser demasiado fina.

La hazaña es grande. El resultado es casi perfecto. La huella en Broadway es destacable, tanto o más que la compra de todo un teatro en Missouri. El Mago Pop da el salto, como lo dieron nuestros mejores artistas, y explora para ver cómo puede crecer aún más. Sólo por eso, la admiración y el reconocimiento deben ser completos: más allá de si esto repercutirá en su sueño de transformar el Paral·lel, que estoy seguro de que sí, está claro que la aventura de este showman es un ejemplo de ambición y de realización de los propios sueños muy saludable para un gran número de gente. En su disciplina, está demostrando ser de los mejores (o el mejor). Sólo eso ya debería alegrarnos, o dar envidia. El mensaje queda claro, y es mucho más comprensible a través de los hechos (que hablan por sí solos) que a través de las explicaciones. El Mago Pop ya no tiene que contarnos nada. Sólo tiene que seguir maravillando.

Nada Es Imposible El Mago Pop
En el espectáculo del Mago Pop que se puede ver estos días en Broadway, la acción es de extrema trepidancia, hiperactiva.