Residencia Literaria Llibreria Finestres
La finca que acoge la residencia literaria, con la Cala Sanià a las puertas.

Un refugio para escritores emerge entre los pinos y las calas de Palamós

El proyecto está impulsado por el empresario y filántropo Sergi Ferrer-Salat, también propietario de la librería Finestres. El espacio busca atraer a nuevos talentos y creadores consolidados, tanto locales como internacionales, para que desarrollen sus libros, con capacidad para acoger a medio centenar de autores cada año.

Con el rumor de las olas del mar y el vaivén de los pinos de fondo, una finca se alza con su blancura, casi brillante, en medio de la nada, en un acantilado de la Costa Brava. No es fácil llegar a ella, con un camino de tierra que reta con trompicones a los vehículos que se atreven a adentrarse, proponiendo como alternativa un largo camino a pie que permite alejarse de todo e irse imbuyendo en el entorno, calmado y agreste. Es ahí donde el empresario y filántropo Sergi Ferrer-Salat ha decidido poner en marcha una residencia literaria para nuevos talentos y creadores consolidados, siguiendo con la apuesta por el mundo de los libros que inició con la apertura de la librería Finestres hace tres años.

No ha sido una elección casual. Su familia, propietaria del grupo farmacéutico Ferrer, adquirió a principios de los setenta la finca ubicada en Palamós para pasar los veranos. Tenía la gracia de haber sido construida por el matrimonio formado por el coronel zarista exiliado Nicolai Woevodsky y la aristócrata inglesa Dorothy Webster, también responsables del castillo de Cap Roig que ahora se llena cada verano de música con el festival de Cap Roig. Pero, lo más relevante es que, unos años antes de la llegada de los Ferrer Salat, la había ocupado el escritor estadounidense Truman Capote, aislado en ese paraje natural para escribir A sangre fría, una de sus novelas más celebradas e impulsora del nuevo periodismo. Para Ferrer-Salat, ese detalle, sin olvidar los paisajes que la acompañan, rodeada por el Camí de Ronda y coronada por la Cala Sanià, confirman a la casa como el escenario ideal para convertirse en “una de las mejores residencias literarias del mundo”.

Antes de la inauguración oficial hace pocos días, el equipamiento lleva casi un año probando su modelo con huéspedes como Irene Solà, Sabina Urraca, Leila Guerriero, Pol Guasch, Alba Muñoz y Gabriela Wiener. De hecho, la primera, autora de la aclamada Canto jo i la muntanya balla (Anagrama), fue la única en dar alguna pista sobre la existencia de este nuevo espacio. Lo hizo en los agradecimientos de su última novela, Et vaig donar ulls i vas mirar les tenebres (Anagrama), siendo en Palamós donde la terminó. Hecha la puesta de largo, los nuevos escritores que acogerá serán Mariana Enriquez, Kae Tempest, Robin Robertson e Irene Pujades.

El encargado de coordinar y supervisar su estancia es Nicolás G.Botero, director del proyecto. Viene de la Santa Maddalena Foundation, una residencia literaria ubicada en la Toscana donde ejerció de curador literario hasta 2020. “Una residencia literaria no es un lugar donde solo se va escribir un libro”, sostiene, dando importancia también a las relaciones que se tejen con los compañeros con los que se comparte vivienda durante todo un mes.

Para ello, las comidas son una parte esencial del día a día de los autores, con una dieta de proximidad a manos de la chef Ariadna Julián, previamente centrada en liderar su propio restaurante en Sabadell, El Fil d’Ariadna, y a quien Ferrer-Salat ya conocía de Monvínic, donde se encargó de su cocina antes de que cerrase. Los inquilinos tienen un par de horas de margen para desayunar, pero a las 13.30 se come y a las 20.30 se cena, momento en el que coinciden y se ven después de horas encerrados en sus cuartos. No están obligados a hacerlo, como en el caso de Leila Guerriero, quien solo salía para cenar y no paraba de trabajar desde la mañana hasta la noche.

Para convertirse en inquilino de este paraje idílico de Palamós, solo hay que ser un autor, de cualquier nacionalidad y lengua, con un idea por desarrollar. Habrá tres vías para acceder al programa. En primer lugar, a través de los programas y premios que convoca la propia librería, ofreciendo plaza a todos los ganadores. También habrá una convocatoria abierta, en la que se tendrá que presentar proyectos de novelas, cuentos y poemas que ya estén en marcha. Por último, el programa se encargará de invitar directamente a creadores que puedan estar interesados, con el foco puesto en perfiles internacionales para mezclarlos con locales. Una vez seleccionados, podrán quedarse en la casa durante un mes con todos los gastos de alimentación y alojamiento cubiertos, conviviendo un total de cuatro escritores en cada tanda. La previsión es acoger a 44 escritores cada año, cerrando solo en el mes de agosto.

Nicolás G.Botero Residencia Literaria Finestres
Nicolás G.Botero, director de la Residencia Literaria Finestres.

Una habitación propia

Nada más entrar, una gran biblioteca da la bienvenida. “Está en crecimiento”, señala Botero, con muchos estantes aún vacíos. Con el equipo de la librería Finestres, se va haciendo una selección pensada para escritores que están inmersos en un proceso creativo, no tanto llenándola de clásicos sino con títulos que les ayuden en esa travesía. Se ve que algunos de sus libros ya están vividos. En una esquina, sin llamar mucho la atención, el primer creador que escribió en esa casa tiene su pequeña colección de títulos, con más de un ejemplar de A sangre fría. Y, estando donde se está, tampoco falta Josep Pla.

Nada más entrar, una gran biblioteca da la bienvenida, con algunos de sus libros demostrando que ya están vividos

Subiendo por las escaleras, se llega a la primera y la segunda planta, donde dormirán y escribirán los futuros inquilinos de la residencia. Cada uno de ellos tendrá su habitación propia, para no defraudar a la Woolf, pero también un estudio y un baño. También hay una sala de estar con una televisión increíblemente grande. A todas las habitaciones las invade el exterior, pero hay alguna con vistas más privilegiadas, divisando a lo lejos el azul marino y, más cerca, la piscina de la que también dispone la casa. Para la gran mayoría, más distracción que inspiración. Para contrarrestar, en la finca no hay cobertura y solo se tiene conexión wifi. Ah, y no se aceptan invitados.

Pero la residencia literaria tiene un anexo. Conocida entre el equipo impulsor como “la cabaña”, la parcela dispone de una caseta algo alejada, casi a los pies de otra cala, la de los Canyers. En poco espacio, se combina una cama en el altillo con una mesa de escritorio con vistas directas al mar y el baño en la planta baja. Se espera que aquí se instalen los autores que Botero considera como los más atrevidos porque está completamente aislada y no tiene ni wifi, pero, completamente reformada, puede que sea la más tranquila y atractiva, en medio de la nada y con el mar a pocos pasos. En la entrada, una linterna frontal se encarga de recordar que esa estancia es solo para aventureros.

Habitación Residencia Literaria Finestres
Una de las habitaciones de la finca.

Y una librería para Palamós

Ferrer-Salat ha querido extender la huella de Finestres en Palamós más allá de la nueva residencia literaria. El empresario reabrirá el local que quedó vacío con el cierre en 2019 de la librería Gavina, dejando huérfano al municipio. Él mismo recuerda sus paseos hasta el establecimiento para ir a buscar lecturas cuando veraneaba ahí. Entre la primavera y el verano del año que viene, se inaugurará la primera filial de la librería de la calle Diputació, siguiendo el camino que también emprendió la librería barcelonesa NoLlegiu en Palafrugell, ocupando el lugar que había tenido la histórica Mediterrània y había sustituido por unos años la Vitel·la hasta el pasado otoño. Parece que a Ferrer-Salat nada le parece suficiente y se ha fijado que la conocida como Barraca d’en Dalí, caracterizada por tener la puerta torcida y dando la casualidad de que está muy cerca de la finca de la residencia literaria, está cerrada a cal y canto y se encuentra en mal estado. Por su cabeza ya ronda la idea de que necesita una restauración.

Tanto con la nueva librería como con la residencia literaria, el presidente del grupo Ferrer continúa una carrera de mecenazgo que empezó su familia con la Fundación de Música Ferrer-Salat, impulsada por su padre, Carles Ferrer Salat, en 1982. También cuenta con la Fundación Ferrer Sustainability, con proyectos como cocinar diariamente para personas vulnerables del Barcelonès y el Maresme, en el que también participa la chef Ariadna Julián. Para hacerlo posible, el grupo biofarmacéutico destina el 50% de sus beneficios a financiar estas actividades que defiende que tienen que servir para redistribuir la riqueza, reducir las desigualdades y garantizar la igualdad de oportunidades. En 2022, el grupo ganó 28 millones de euros.

Cabaña Residencia Literaria Finestres
La conocida como “la cabaña”, donde se instalará el cuarto escritor de cada grupo.