Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) no quería entregar su último libro a Seix Barral de lo bien que se lo estaba pasando. “Lo he disfrutado mucho”, cuenta el escritor sobre Montevideo, novela definida como “una ficción verdadera, un gran tratado sobre la ambigüedad del mundo”. Cuesta desgranar el argumento, un rasgo muy vilamatiano, pero lo que hay que saber es que es que la cosa va de un escritor que no puede huir de la literatura y que se embarca en un viaje circular a través de puertas y cuartos contiguos que comunican París con Cascais, Montevideo, Reikiavik, St. Gallen y Bogotá.
La semilla de esta historia se encuentra en el cuento La puerta condenada de Julio Cortázar. En él, el protagonista, “particularmente gris” según Vila-Matas, llega al hotel Cervantes de Montevideo recomendado por un amigo. En la habitación de al lado, le dice el gerente, vive una mujer sola que trabaja y vuelve tarde por las noches. El problema viene cuando, caída la noche, el protagonista escucha en la habitación contigua el llanto de un bebé y una mujer consolándole.
Al cuento de Cortázar, hay que añadirle otro para entender la última novela del escritor barcelonés, en este caso, escrito por Adolfo Bioy Casares. En Un viaje o El mago inmortal, se sucede una trama similar, además de extrañamente coincidente. El protagonista también quería hospedarse en el hotel Cervantes de Montevideo, pero el taxista se equivoca y le lleva a otro. En su caso, en la habitación de al lado, no se oía el llanto de un bebé, sino a una pareja queriéndose.
Ambos escritores escribieron un cuento parecido, con el hotel Cervantes como núcleo central, y, cuando le contaron la coincidencia, a Vila-Matas se le quedó ahí. Y empezó a investigar. Un día buscó si existía ese hotel tan literario y descubrió que se encontraba en un estado de total decadencia, utilizado hasta para hacer intercambio de parejas. Cuando su editorial le invitó a hacer una gira por Chile, pidió que incluyera Uruguay y así poder pasar por Montevideo. Obviamente, se fue a ver el hotel Cervantes. Preguntó por la habitación de la que habla Cortázar, la 205, y en el establecimiento no sabían que había pasado por ahí el escritor argentino, pero sí su compatriota, el cantante Carlos Gardel.
Fue en ese momento cuando Vila-Matas decidió iniciar una investigación, transformada hoy en Montevideo. “Pretendía lo de siempre, saber si realidad y ficción son lo mismo o casi lo mismo”, sostiene el autor. A él no le dieron la habitación de Cortázar, pero a su personaje sí. “Entré en el registro fantástico sin darme cuenta y ahí empezó a entrarme miedo. Me lo estaba pasando en grande”, relata. Todo con la ambigüedad sobrevolando en cada página, tanto que sufrió por el final, entre narradores y personajes que no son lo que parecen.
Con constantes dudas y juegos de espejos, intentando buscar su “habitación verdadera”, como Virginia Woolf, Vila-Matas ha conseguido “ser libre al máximo”, sin hacer concesiones a nadie. Si a alguien le pudiera saber a poco el viaje por puertas y ciudades del protagonista de Montevideo, convertido en escritor, pero anteriormente delincuente, el autor barcelonés avisa de que sigue escribiéndolo, aunque se haya publicado este miércoles. “Ahora siempre que leo algo que me gusta lo escribo en un Word porque está relacionado con el libro”, avanza de manera críptica.
Con Montevideo, Vila-Matas “pretendía lo de siempre, saber si realidad y ficción son lo mismo o casi lo mismo”
“Han pasado tres años desde su novela anterior, una pandemia y circunstancias personales transformadoras, vital y literariamente”, señala su editora, Elena Ramírez. La primera redacción del libro le ocupó un año, para después entrar en el hospital y ser transplantado de riñón, donado por su mujer, Paula de Palma, a quien le dedica la novela con un “tiembla mi alma enamorada”. Sin entrar en detalles, ha agradecido la labor del Hospital Clínic, queriendo recordar que el porcentaje de éxito de los transplantes de donantes vivos es muy superior al de los donantes muertos.
A medida que se fue recuperando, “después de una experiencia extrema”, volvió al texto y lo revisó con profundidad, escribiendo “con toda la intensidad del mundo”. Un proceso que se ha acompañado de la euforia que ha sentido tras la operación, empezando “un nuevo mundo”, en el que, no obstante, sigue declamando contra los que buscan autoficción o personajes siempre buenos, contra los que ponen un “Prefería no hacerlo” en paredes de oficinas. Y avisa: “Si te tomas en serio la literatura, estás perdido”. Para los que no se lo crean, que piensen en la habitación 205 del Hotel Cervantes de Montevideo, ahora transformada en una atracción turística de la que Vila-Matas se siente responsable.