Hace mucho que se habla de la construcción de una gran biblioteca pública estatal en Barcelona, aunque poco se haya avanzado en su concreción desde que se firmó la primera declaración de intenciones, ni más ni menos, que a finales de los años noventa. Después de muchas idas y venidas, el proyecto empezará a visualizar los primeros movimientos este año. El Gobierno licitará en marzo la demolición de un edificio en desuso que se encuentra en el lado izquierdo de la Estación de França, donde se tendrá que erigir el equipamiento cultural, que también ocupará el párking y el solar adyacentes.
El Ministerio de Cultura prevé empezar las obras el próximo verano. En declaraciones a The New Barcelona Post, la directora general del Libro del Ministerio de Cultura, María José Gálvez, señala que estos trabajos se alargarán hasta finales de año, con la mirada puesta a principios de 2023 para el inicio de las obras de la futura biblioteca provincial, caracterizada por la titularidad estatal y la gestión autonómica. Esto se traduce en que la construcción del edificio corresponde al Gobierno, mientras que la Generalitat será quien decida qué fondo tendrá y cómo se prestará el servicio. El Ayuntamiento de Barcelona ha sido quien ha cedido los solares en los que se edificará.
El proyecto arquitectónico que se empezará a construir el año que viene, con la previsión de acabar las obras en 2027, se aprobó en 2010 y fue ideado por el despacho Nitidus, liderado por Josep Maria Miró. Como llevaba años en un cajón, estos meses también están sirviendo para actualizarlo. “Es una adaptación que hemos querido que no sea invasiva”, explica Gálvez. Cambios de normativa en cuestiones como la sostenibilidad o la accesibilidad serán los que se incorporarán, así como la nueva configuración urbanística de la zona.
El proyecto arquitectónico que se empezará a construir el año que viene, con la previsión de acabar las obras en 2027, se aprobó en 2010 y fue ideado por el despacho Nitidus, liderado por Josep Maria Miró
Estas últimas revisiones no tendrían por qué retrasar un proyecto que se arrastra desde 1997, fecha en la que las tres administraciones implicadas firmaron la primera declaración de intenciones. La ubicación escogida fue el antiguo mercado del Born, pero con el inicio de las obras se encontraron restos de la ciudad de 1714 y el proyecto se paralizó. A esto le sucedió un baile de nuevos destinos y se acabó apostando por un espacio al lado de la Estación de França.
Después de muchos retrasos y contratiempos, el Ministerio de Cultura, primero con José Manuel Rodríguez Uribes y luego con Miquel Iceta, han fijado la culminación de este proyecto como prioritario. “En esta legislatura teníamos muy claro que queríamos impulsar y acometer este proyecto”, subraya Gálvez. Barcelona es una de las pocas capitales de provincia en España que no dispone de una biblioteca pública, que superan la cincuentena en todo el país. Según remarca Gálvez, la de Barcelona será la más grande de todas las bibliotecas provinciales. “Barcelona no es cualquier ciudad. Es una ciudad literaria por la Unesco y tiene unas vinculaciones con el mundo de la edición y la creación literaria que la sitúan como tal”, añade.
El Gobierno destinará un total de 40 millones de euros hasta la puesta en marcha de este proyecto, de los cuales ya ha invertido un millón de euros. “Ahora ya no hay marcha atrás posible”, insiste Gálvez. Este compromiso del Ejecutivo central se tradujo en retomar el proyecto junto con la Generalitat y el Ayuntamiento, volviéndose a reunir por primera vez desde 2014. Hasta el momento, ya se han encontrado dos veces y la próxima se espera para marzo.
A la par de la actualización arquitectónica, también se tiene que revisar el proyecto bibliotecario, teniendo en cuenta que las necesidades culturales han cambiado mucho desde 2010. La jefa del Servei de Biblioteques del Departament de Cultura, Sílvia Sanahuja, explica a The New Barcelona Post que “no serán grandes cambios” y se incorporarán cuestiones como más espacios polivalentes, que permitan adaptar el equipamiento a múltiples usos, huyendo de la imagen tradicional de biblioteca, a la que ir a buscar libros, estudiar y poco más. “Tiene que ser un equipamiento cultural de referencia y tienen que pasar muchas cosas”, recalca, acogiendo múltiples actividades, como presentaciones de libros, talleres, o recitales. Sanahuja, que viene, precisamente, de dirigir la biblioteca pública de Girona, señala que aún queda mucho para definir otras cuestiones, como el nombre que tendrá, si estará tematizada o cómo se organizará.