Desde hace tiempo, la Rambla, uno de los iconos más populares de la ciudad, necesita una reforma. Un pavimento dañado, agujeros en el asfalto por donde circulan los coches, cabinas telefónicas abandonadas o armarios de la red de electricidad en mal estado son algunos de los elementos que evidencian la dejadez de este paseo, por donde los barceloneses no acostumbran a pasar y los turistas hace meses que no saturan la circulación, una muestra más de su soledad.
Después de años de retrasos, tal y como recuerda el contador que Amics de la Rambla instaló encima del Cafè de la Ópera, el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado este martes el proyecto ejecutivo que tiene que permitir la transformación de la Rambla, con los votos a favor de todos los grupos municipales. El presidente de Amics de la Rambla, Fermín Villar, celebra este paso adelante, pero se muestra expectante a la espera de ver la concreción del proyecto ejecutivo y el calendario previsto, después de escuchar demasiadas promesas no cumplidas.
El Gobierno de Ada Colau prevé empezar el año que viene las obras que tendrán que convertir a la Rambla en un paseo más confortable, verde y cultural, con más espacio para los peatones, una mejor ordenación de los usos, reubicando los quioscos de prensa y flores, y más propuestas de ocio, como el Tast a la Rambla o los conciertos en la Plaza Reial. En primer lugar, todo esto se traducirá en reducir el espacio destinado para la circulación de vehículos. Los coches pasarán a tener un único carril a cada lado, de 3,5 metros de ancho. Esta reducción permitirá hacer crecer las aceras laterales, que pasarán a tener una anchura de un mínimo de 3 metros, con el objetivo de facilitar que se pueda caminar tranquilamente delante de las tiendas y establecimientos que rodean el paseo. La parte central también se ampliará en ambos lados, permitiendo mejorar tanto el espacio para peatones como el que tienen los árboles, que verán crecer sus alcorques.
La acera y la calzada se ubicarán en el mismo nivel y solo estarán separadas por bolardos. En este paseo que irá de fachada a fachada se crearán nuevas zonas de descanso debajo de los árboles y habrá bancos y sillas en los laterales del tramo central y debajo de la sombra de los árboles. El tráfico de vehículos quedará restringido a los vecinos, el acceso a los aparcamientos, las bicicletas, los autobuses, la distribución de mercancías y los vehículos de servicios, como ya pasa actualmente en sentido ascendente.
En la futura Rambla para peatones, se redefinirán tres cruces, que se convertirán en plazas de plataforma única, ubicadas en las zonas Moja-Betlem, el Pla de la Boqueria y el Pla del Teatre. Asimismo, en la zona entre el monumento a Colón y Drassanes, se generará un nuevo espacio urbano, caracterizado por la presencia de árboles con pavimentos verdes y drenantes.
Uno de los elementos de la Rambla que también se transformará será el pavimento que le ha dado carácter pero que provoca muchos problemas de mantenimiento. El nuevo, que ya no estará acompañado por el asfalto de las aceras, tendrá piezas de diferentes formatos de piedra natural, granito y pórfido. El alumbrado será otro de los elementos que cambiará, pasando a tener un diseño único más simple y funcional.
La reforma tendrá un presupuesto total de 44,56 millones de euros y el Gobierno municipal prevé incluir en los presupuestos del año que viene una primera partida, aún por concretar. Los trabajos tendrán cinco fases y la primera se iniciará en 2022 en el tramo Colón-Santa Madrona. Con el fin de la concesión, el año que viene también se retirarán los once quioscos de antiguos pajareros que hay al principio del paseo y que ahora venden múltiples productos para turistas. En esta área se ganará espacio para los peatones y se crearán zonas de descanso.