Atravesar la cortina metálica que cuelga de la puerta de un local para acceder a una panadería o a un colmado. La historia de Kriskadecor, una empresa con sede en Montblanc (Conca de Barberà, Tarragona), nació ligada a esta escena tan cotidiana —sobre todo en los pueblos— y a estas finas cadenas, cuya principal misión es impedir el acceso de los insectos a los establecimientos o domicilios.
De esto hace casi 100 años —la compañía se fundó en 1926 y el primer cliente fue una pastelería— y, si bien las cortinas metálicas siguen siendo la seña de identidad de Kriskadecor, su negocio ha evolucionado en todos los sentidos, especialmente hacia el mundo del interiorismo y la decoración. Por una parte, su producto ahora tiene unos fines mucho más sofisticados y, por otra, la internacionalización de la compañía, apoyada por ACCIÓ, la agencia para la competitividad de la empresa de la Generalitat de Catalunya, ha sido total.
La historia de la empresa la inició Josep Maria Sans Amil, quien fue el fundador de la compañía y quien diseñó la máquina que permitió fabricar en serie las cortinas metálicas y popularizarlas. Su hijo, Josep Maria Sans Folch, llevó a cabo un exhaustivo trabajo de investigación para mejorar el producto: diseñó nuevos tipos de eslabones con los que fabricar las cortinas y empezó a trabajar con aluminio anodizado, lo que permitió incorporar una amplia gama de colores al producto acabado. Ahora, Josep Maria Sans Esplugues, tercera generación de la familia fundadora, es quien lidera la empresa junto a su hermano Maties.
“A partir de 2003 buscamos nuevos usos, de más valor añadido, para nuestras cortinas. De este modo, dejamos de enfocarnos en los domicilios particulares y los pequeños comercios y empezamos a pensar más a lo grande”, asevera Josep Maria Sans Esplugues. Una de las claves para este cambio de rumbo, explica el director general de la compañía, fue entrar en el mercado estadounidense de la mano de un distribuidor local. Desde ese momento, la participación en grandes proyectos se ha ido sucediendo prácticamente sin parar.
El negocio de Kriskadecor es casi totalmente internacional. El 80% de la facturación, de algo más de 5 millones de euros, corresponde a mercados extranjeros. De entre todos ellos destaca el estadounidense, país donde cuenta con clientes como Google, Paypal, Calvin Klein o Hard Rock Cafe. De hecho, desde 2016 la empresa dispone de una filial con sede en Miami encargada de labores comerciales y de distribución en Estados Unidos. La compañía ha contado con el apoyo de ACCIÓ en su proceso de internacionalización a través de la red de 40 Oficinas Exteriores de Comercio y de Inversiones de la agencia gubernamental, que ayudan a empresas catalanas a hacer negocios en más de 100 países.
De cara al futuro, Sans explica que el objetivo de Kriskadecor pasa por seguir creciendo en Estados Unidos, además de abrir nuevos mercados como Irán, Corea del Sur o Japón. “También prevemos reforzar la división de recubrimiento de edificios, que es una de las más exigentes técnicamente. Uno de nuestros últimos proyectos ha sido el revestimiento de una residencia de estudiantes en Montpellier y fue todo un reto”, cuenta el empresario.
De los Oscar a la Casa Batlló
Ciertamente el portfolio de proyectos internacionales de la empresa impresiona. Uno de los primeros escarceos de Kriskadecor fuera de nuestras fronteras para vender cadenas metálicas decorativas —las cortinas para domicilios y comercios ya las comercializaba internacionalmente desde los años 60— fue en la gala de los Oscar de 2005, cuando sus cortinas formaban parte del atrezzo del escenario.
Otros de los proyectos que ha llevado a cabo la compañía es el recubrimiento del pabellón de Ecuador en la Expo Internacional de Milán en 2015 o la espectacular decoración del Westfield Mall, en Países Bajos, en el que usó más de 12 millones de eslabones, con más de 1.000 km de hilo de aluminio. Sin embargo, el proyecto al que Sans le tiene más cariño es local. “Poder estar en una de las obras más icónicas de Gaudí, como es la Casa Batlló, para nosotros es increíble”, señala el empresario.
Las dudas de las empresas catalanas para salir al exterior
La internacionalización de un negocio puede suponer grandes beneficios para una compañía, pero, evidentemente, no está exenta de riesgos e incertidumbres. Para tratar de mitigar ambos, ACCIÓ pone a disposición de las empresas la Oficina Tècnica de Barreres a la Internacionalització. A través de esta ventanilla única, ACCIÓ ofrece apoyo gratuito en menos de 72 horas a las empresas que encuentran obstáculos que dificulten su negocio y que tengan que ver con la exportación, importación, abrir oficinas en el extranjero o problemas derivados de la movilidad de trabajadores.
El año pasado, la Oficina Tècnica de Barreres a la Internacionalització recibió 2.000 consultas, la mayoría vinculadas a las normativas para acceder comercialmente a un país (25,5%), cuestiones sobre aduanas (19%), fiscalidad (10,3%) y logística y transporte (8%). En cuanto a los países sobre los que las empresas han planteado más consultas, encontramos a Reino Unido (9,8%) y Estados Unidos (9,4%), seguidos de China (7,8%) y Rusia (6%).