Exposición en el Macba
La exposición 'Preludi/Intenció Poética' convierte el Macba en un poema.

Poesía en el Macba

La exposición 'Preludi/Intenció poètica' supone un retorno del museo al orgullo por su colección, pero mostrada de una manera más poética que narrativa. La obra habla por sí sola, y el museo se convierte así en una obra. Un poema. Y, además, un poema con el que podemos sentirnos reflejados.

El Macba es todavía el gran tabú de nuestro sistema museístico, aquel edificio blanco de Richard Meier que lamentablemente dio más espacio a Richard Meier que al museo, pero que aún así dignifica el corazón del Raval mientras intenta gritarnos al oído que somos seres contemporáneos. Que no podemos evitar ser seres modernos, porque, por mucho que nos gusten los clásicos, resulta que vivimos en el presente. Sin embargo, vivir en el presente tampoco deja de ser una opción: hay demasiada gente que prefiere ignorar el presente, lo que sucede ahora, y cobijarse en los infalibles refugios del Modernismo, del gótico o el románico, de nuestros impresionistas o del triunvirato Dalí-Miró-Picasso. Es una opción. Cerrar los ojos es una opción.

Como mucho, para ponerse al día, algunos se dejan caer por exposiciones sobre arte digital o se aventuran a anunciar museos de arte tecnológico en la Fàbrica de Canons. Dicen que el presente es esto, que el futuro es esto, y entonces no me extraña que acabemos todos visitando momias doradas virtuales en el Ideal. Si el presente es esto, si el futuro es ponerse las gafas o coger la tablet o apretar la pantalla para disfrutar de una experiencia trescientos sesenta, inmersiva, táctil y tresdé, o cuatrodé, que te haga sentir como si fueras dentro del cerebro de algún genio porque las tecnologías te lo permiten entender todo mucho más (y sobre todo entretenerte), entonces es que estamos perdiendo el presente de vista. Mientras todo esto ocurre, que está muy bien, la contemporaneidad se expone en el Macba. No sólo en el Macba, pero en el Macba. Si quieres saber dónde vives, en qué año vives, en qué cultura vives, en qué angustia vives. También puedes perdértelo, evidentemente: el antiguo Egipto te debe quedar mucho más cerca, seguro.

El Macba ha encontrado una línea discursiva que se sitúa entre la rabiosa actualidad y nuestras celebradas vanguardias: tirar de colección. Siendo depositario de una de las colecciones más importantes del país, pero también la más ecléctica y con mayor potencial de sorpresa, la política que sigue es hoy realizar menos exposiciones temporales (carísimas) y más exhibición del patrimonio custodiado en el centro. No es nada muy distinto de lo que hace el Moma, donde no nos cansamos de ver repetidos las sopas de Warhol, las damas de Picasso o los nenúfares de Monet. La diferencia es que en el Macba encontramos nuestra contemporaneidad, combinada con otras contemporaneidades internacionales. Nuestra visión, nuestra aportación. Qué diantre dice nuestra era de nosotros, y viceversa.

En el Macba encontramos nuestra contemporaneidad, combinada con otras contemporaneidades internacionales

La exposición Preludi/intenció poètica muestra la voluntad del museo de poner la obra en el centro, mucho más que un relato, mucho más que una exhibición de patrimonio: venid, que hemos hecho poesía. Esta obra está aquí porque conecta bien con esta otra, como un verso, como una canción, y no debería ser necesario que nadie te explicara por qué: nadie te explica por qué una nota va después de otra, o por que un color sigue al otro en el arco iris. Toda obra de arte tiene una intención poética, como la tiene el Universo, y el Macba ha decidido tener también la suya: emancípate de guías, de explicaciones, de lógicas, y ven a disfrutar de una obra de arte en forma de museo. Una verdadera experiencia inmersiva: sumérgete, por unos instantes, en tu siglo. Es como la espléndida cama de Tàpies o el Enderroc de Abellí que cuelgan permanentemente de las dos paredes principales: hola, desde aquí tenemos cosas que decir. Existimos. Y eso debería bastar.

Cuando Max de Esteban pretende que nos perdamos dentro de la proyección A Forest, nos perdemos en el mundo de la Inteligencia Artificial, pero fijándonos en los marcos ideológicos donde opera: es decir, no tanto en la tecnología como en su implicación social, e incluso nos preguntamos si el bosque que aparece es real o generado. Cuando Fito Conesa instala una orquesta de viento y metal junto a un lago, es para ver si la tierra responde; cuando Bernat Daviu nos muestra un grupo danzando dentro de un museo, a través de móviles expuestos en una pared, está preguntándose por qué los jóvenes bailan y se filman fuera de los museos y no dentro; cuando Antoni Llena nos expone Senyals de fum des d’un subsòl, nos remite a la pandemia y a la fragilidad del trazo, el paso del tiempo, a los referentes artísticos en forma de dietario dibujado; cuando Regina Giménez nos planta geometrías y colores que nos evocan antiguos libros de geografía o geometría, hace que el color y la ausencia de color acaparen todo el protagonismo.

Y después pasamos a las piezas que ya tienen menos que ver con los sentidos y más con el lenguaje y las letras: poemas visuales de Brossa, roturas de significados con Broothaers, partituras imposibles de Mestres Quadreny. Y cuando nos adentramos en las obras de connotación más doméstica, Domènec nos pone ropa tendida en el edificio Mies Van der Rohe y Lucía C. Pino nos habla de los materiales que hoy nos plastifican el alma bajo una luz medio reparadora, medio tóxica. A destacar, y mucho, la House of the Sun de Pedro Torres: una gran instalación que nos lleva desde el lenguaje más astronómico al reflejo más cotidiano de un rayo en la pared.

Todo esto ocurría, y ocurre, mientras creíamos que la modernidad estaba a un clic. La modernidad se encuentra en el corazón del casco antiguo de Barcelona, ​​y vale la pena una higiénica visita para actualizarse. No es que ir al Moco o a la enésima sala virtual esté mal: es que tiene menos que ver con nosotros. Y menos aún que ver con la poesía.

Exposición en el Macba
El Macba apuesta por exponer sus obras con intención poética, como la de Pedro Torres.