Nada más entrar, una lámpara muy pomposa da la sensación de estar estropeada. Parpadea, con más o menos intensidad, hasta llega a deslumbrar. La inmensa mayoría de visitantes pensará que algo falla, a no ser de que sean capaces de entender código Morse. Si van acompañados de alguien que capte algún mensaje, pregúntense si no será también un espía como los que protagonizan la nueva exposición del CaixaForum. Por si acaso, no digan nada comprometedor.
Con la colaboración de la Cinémathèque française, Top Secret. Cine y espionaje repasa la figura fascinante de los espías, desde Mata Hari hasta Carrie Mathison, pasando por James Bond y Edward Snowden. Con casi 300 piezas, la muestra analiza cómo estos trabajadores misteriosos han creado un mito cinematográfico que engancha y refleja, a su manera, los conflictos que se viven en cada época. Clips de películas, carteles originales, fotografías, archivos clasificados, trajes y gadgets ambientan un recorrido que empieza en la Primera Guerra Mundial y llega hasta la actualidad. No faltan las películas españolas, con Mataharis de Icíar Bollaín y Garbo, el espía de Edmon Roch.
Superada la prueba del código Morse, la exposición ofrece pistas sobre los principales acompañantes que necesita un buen espía. Desde cámaras ocultas en joyas, libros, mecheros o corbatas a micrófonos escondidos en teléfonos fijos, todos ellos un poco desvirtuados con los actuales smartphones, permitiendo a todo el mundo controlar y ser controlado. Pero también hay que aprender a cifrar mensajes, ya sea enviándolos con lámparas o con las mismas manos, hasta con los párpados. Cualquier objeto puede servir para pasar información, como radiografías convertidas en vinilos para transmitir mensajes fuera de la Unión Soviética. Lo mismo para hacerse con datos relevantes, como hizo la artista francesa Julien Prévieux, quien consiguió en una entrevista las huellas dactilares del máximo responsable de la seguridad de su país, el ministro de Interior, haciéndole coger un bolígrafo. Ya tenía lo necesario para hacerse pasar por él. Por aquel entonces, ese dirigente era Nicolas Sarkozy, futuro presidente de la República Francesa.
Pero como todo el mundo sabe, los espías, si alguna licencia tienen, es la de matar. Aquí vuela aún más la imaginación, con armas inesperadas que nadie querría ver de frente. Una colonia puede servir para flamear a alguien y un paraguas para parar balas. También hay zapatos que clavan cuchillos y pipas que disparan dardos. Hasta se han creado pintalabios-pistola. Aquí no podía faltar un amplio despliegue del universo James Bond, sea con el actor que sea, el espía gentleman por excelencia y con un largo historial de asesinatos y conquistas. La muestra incluye objetos utilizados en las películas, desde el cocodrilo submarino en el que se ocultó Roger Moore en Octopussy o un traje manchado de sangre que llevó Daniel Craig en Casino Royale.
Entre tanto Hollywood, la exposición incluye objetos reales de los servicios de inteligencia de Reino Unido, también bastante fantasiosos, como un abrigo reversible que se convierte en un traje de tweed para despistar, un sombrero con pistolera incluida o una libreta con trucos para maquillarse. De hecho, saberse disfrazar es también una parte importante del trabajo de espía. En plena Guerra Fría, la otra cara de James Bond son los espías del Bloque del Este. Una selección de fotografías del archivo de la Stasi indica cómo se tenían que vestir para pasar completamente desapercibidos. Pelucas y bigotes, incluso moldes de narices, servían para cambiar rápidamente la apariencia, como tan bien enseñaron Matthew Rhys y Keri Russell en The Americans.
La muestra, que ya pasó por el CaixaForum de Madrid, dedica un capítulo especial a las espías, o representadas como femmes fatales o directamente borradas de la historia. No podía faltar Mata Hari, condenada a muerte por presuntamente haber espiado a favor de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Un nombre romantizado por las interpretaciones de Greta Garbo, Jeanne Moreau o Sylvia Kristel que siempre se evoca cuando cualquier mujer se atreve a imbuirse en este negociado dominado por hombres. Top Secret. Cine y espionaje también pone el foco en una figura menos conocida pero clave en el mundo del espionaje, Hedy Lamarr, actriz e inventora de múltiples artilugios, como un sistema secreto de codificación de transmisores, precursor del GPS y el wifi. La plataforma Caixaforum+ ofrece un documental que redescubre a esta estrella de Hollywood de los años cuarenta.
Algo contará esta exposición que los comisarios, Alexandra Midal y Matthieu Orléan, llegaron a recibir llamadas anónimas en el proceso de investigación que hicieron para recabar información y montar el recorrido. Vete a saber, debieron pensar los entrevistados, igual eran espías y descubrían algún secreto de los servicios de inteligencia con la broma. Para los que quieran comprobarlo, tienen hasta el 17 de marzo de 2024. Además de visitas guiadas, el CaixaForum ha programado un escape room para sentirse como un espía de verdad.
