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n despacho en la avenida Diagonal vio nacer el germen de Educa tu Mirada, escuela de cine en la que la simbiosis entre el audiovisual, el arte y lo humano es la base en la que se construye este oasis de profundidad en medio de tanto ruido. Javier Urrutia, filósofo y teórico literario especializado en estética y estudios comparativos, gestó este proyecto en Barcelona cuyos seminarios ya viajan por varias ciudades de la geografía española. Es una escuela itinerante y presencial que empezó en pequeñito divulgando las claves de lo invisible: imágenes, afectos y sentimientos a través de películas, cuadros, fragmentos literarios… trazando hilos y traspasando umbrales lejos del enfoque técnico y convencional habituales y entendiendo este arte como un código universal, como el camino a seguir para llegar a ser (o por lo menos intentarlo) individuos libres y conscientes.
“Vivimos en un mundo saturado de información y de imágenes, y lo peor es que esas imágenes ya no nos provocan nada, son sospechosamente parecidas y asépticas. ¿Cómo podemos volver a sentir la fascinación o la ilusión por la vida?”. Convencido de que crear imágenes significativas y bellas puede conectarnos a la realidad, que se forja de imágenes, Urrutia asegura que nutrir nuestra imaginación y nuestro imaginario es cultivar también nuestro ser. Por ello se ha rodeado de un equipo que comparte la misma locura que él por esta disciplina, entre los que se encuentran Andrés Duque (“Iván Z”, All You Zombies” u “Oleg y las raras artes”), Mireia Iniesta (“La Academia de las Musas”), Adrián Silvestre (“Natalia Nikolaevna”, “Los objetos amorosos”) o Rosa Delgado Leyva (“La Pantalla Futurista. Del Viaje a la Luna de George Méliès a El Hotel Eléctrico de Segundo de Chomón”) junto a otros y otras valientes que miran el cine desde el otro lado del espejo, y que de vez en cuando se reúnen para resucitar obras, ideas, imágenes, proyectos.
Un laboratorio para traspasar lo cinematográfico
Obras de Dulac, Buñuel, Vigo, Deren, Serra, Mekas, Warhol, Akerman, Brakhage, Anger, Farocki, Zulueta, Weerasethakul… marcan la ruta para explorar los límites de lo cinematográfico en un curso-laboratorio anual en el que se investiga el cine de autor y experimental, pues hoy, reivindican desde Educa, se pueden encontrar indicios de lo cinematográfico desde en las modernas prácticas de los youtubers hasta en las imágenes satélite u otros procesos informáticos sofisticados que en principio nada tienen que ver con el cine “convencionalmente” entendido. En el temario: la vacilación de lo real, los no-lugares, el terror feminista, geología y nuevos media, los límites del deseo…; en el profesorado: un cineasta experimental, una teórica audiovisual, una crítica feminista, un filósofo.
Bastaría con que la blancura de la pantalla pudiera reflejar su propia luz para hacer estallar el universo. El cine es un arma magnífica y peligrosa si la maneja un espíritu libre. Es la mejor herramienta conocida para describir el mundo de la mentira, de la emoción y del instinto.
Luis Buñuel, 1953.
Sexualidad, formas peligrosas y David Lynch
Seminarios itinerantes de cine y sexualidad, cine y adolescencia, cine y danza, David Lynch o sobre fronteras entre realidad y ficción o cine de monstruos, sombras y oscuridad, están viajando desde hace meses entre Barcelona, Mallorca y Madrid para educar miradas y retirar velos, para aprender a ver y cuestionar y descifrar este código universal llamado “cine”. Seminarios intensivos que ahora son once pero que van mutando y evolucionando de reunión en reunión. “Las temáticas nos eligen a nosotros. El origen es irracional y salvaje, y poco a poco se va domesticando, va tomando cuerpo en forma de seminario o curso”.
Con ell@s podemos afirmar que Barcelona alberga una de las escuelas de cine más vanguardistas y libres cuyo objetivo no es enseñar ni hablar de técnica sino de sensibilidad estética, de espíritu crítico y de igualdad de género. La clave es haber roto con la especialización y subrayar los nexos y puentes entre obras, autores y artes para investigar, a fondo lo puramente cinematográfico.
Porque “mirar películas es volver a nacer constantemente”, es importante aprender a ver lo que se mira, pues hacerlo conlleva un recorrido interno, un movimiento que nos provoca algo y rompe con la mirada aséptica que nos rodea. Porque ver, asegura el fundador de este oasis, “nos convierte en visionarios, en seres iluminados por el hecho de vivir”.