Neus Arqués
La escritora Neus Arqués. © Pep Barbany
EL BAR DEL POST

Neus Arqués: A gusto con la palabra grande

A los doce años, en un arranque de clarividencia, Neus Arqués escribió en su diario que de mayor iba a ser escritora. “Después, me pasé los siguientes treinta años distrayéndome y tratando de olvidar aquella determinación, que a los doce había decidido que sería escritora. No tanto por el hecho en si de escribir, sino por la perspectiva de vivir de ello”. El cambio llegó con su novela de debut. “Yo siempre escribo cosas para responder preguntas que me hago, y un día, con unas amigas, nos preguntamos qué haremos cuando ya nadie nos mire”. Así nació Un hombre de pago

— ¿Y qué pasó? ¿Pegaste el bombazo con ella?

“La verdad es que al principio no. La autoedité porque, según iba explicando de qué iba, los amigos y conocidos iban pidiéndome que se la pasara para leerla, porque la historia les intrigaba”. Pero además de imprimir aquellas copias para allegados, algunas otras fueron distribuidas entre lectores a los que ella conocía y respetaba. “No había Internet, no había influencers, pero hice una campaña que se parece bastante a cualquiera de las que se hace hoy en día para lanzar un libro”. Y así acabó entrevistada en varios medios, incluidos El País y La Contra de La Vanguardia. “Y aquello ya sí que fue el inicio de lo que ha venido siendo mi trayectoria, porque ahora ya me dedico a eso y a dar clases”, explica acodada a la barra, disfrutando de un Dry Martini y paladeando el silencio ambiental de una tarde recién devenida crepúsculo.

— ¿Fue entonces cuando te acordaste de aquella promesa que te hiciste de ser escritora de profesión?

La parroquiana imprime una sonrisa ladeada y astuta en su rostro. “No te creas. Tardé lo mío en poderme llamar a mí misma escritora. Es una palabra muy grande que quizás hoy se ha banalizado. Pero sigo escribiendo, tanto ensayo como narrativa, con la enorme suerte de contar con algunos lectores fieles que me siguen en cualquier aventura”. Hasta la fecha, suma siete ensayos, seis novelas, tres biografías, un relato y sendos guiones, uno audiovisual y otro de audioficción. Y lo que te rondaré, porque asegura estar metida de lleno en “una nueva novela, un ensayo sobre el oficio de escribir, que creo que hay que dignificar más, y un proyecto audiovisual del que informaré pronto”. Definitivamente, ya se siente a gusto con aquella palabra grande y puede llamarse escritora, con todas las vocales y consonantes.

Neus Arqués
Neus Arqués suma siete ensayos, seis novelas, tres biografías, un relato y sendos guiones, uno audiovisual y otro de audioficción.

Cien kilómetros a la redonda

En 2020, en pleno confinamiento, buscando en el proverbial baúl de los recuerdos, Neus se dio de bruces con los cancioneros de su infancia, “que eran cuadernos en los que escribía las letras de las canciones que se oían en la radio y que más me gustaban”. Quién sabe si movida por algún arrebato de nostalgia, o preguntándose cómo pudo haber tenido la constancia de ir apuntando las letras de todas aquellas canciones, atenta a rellenar los huecos toda vez que sonaban, cayó en la cuenta de un aspecto curioso. “Los que más triunfaban en aquella época, a primeros de los 70, eran cinco nombres: Nino Bravo, Juan Bau, Juan Camacho, Bruno Lomas y Camilo Sesto. Ellos eran los amos de las listas españolas y reparé en que todos venían del mismo sitio. Todos habían nacido en un área de cien kilómetros en Valencia. Indagando más, descubrí que las similitudes en sus vidas no terminaban ahí. Sólo por citarte una: de aquellos cinco artistas, tres murieron en accidentes de auto. De nuevo, me hacía muchas preguntas y vi que había ahí una historia que contar”.

De aquellas preguntas surgió la serie Mítics 70 que se puede ver en estas fechas en el canal valenciano À Punt y en Movistar+. Pero había más donde escarbar. “Aquellas vidas eran realmente extraordinarias”, de modo que, en un mano a mano con el periodista musical Jordi Meya, han pergeñado la recién publicada novela Veu de foc (AlRevés), que recorre, a través de la figura ficticia  del buscador de gloria musical Juan Vicente Llorens, los entresijos de una industria musical pretérita despiadada eclosionando en un país todavía aquejado de idiosincrasias catetas, miedos arraigados y una generalizada cojera intelectual. Un auténtico Far West de la canción ligera.

Neus Arqués y Jordi Meya
Neus Arqués y Jordi Meya, autores de Veu de foc (AlRevés). © Eduard Tuset

La cuestión de integrar

“Barcelona es mi ciudad, pero hay momentos en los que no la reconozco, en que tengo la sensación de que se está expoliando, vendiendo a trocitos, sucumbiendo a una presión turística que trae un dinero que no creo que revierta enteramente en la ciudad, y que a cambio hace que nos la estemos perdiendo”, lamenta la escritora enamorada de una Barcelona que orilla con el mar, “que es la posibilidad de todo” y donde tal vez alguna noche pueda embelesarse “paseando por una calle totalmente vacía y silenciosa”.

— ¿Nos están echando los turistas a los barceloneses?

“El problema es que, al final, la ciudad está tan tensionada por estos turistas que acabamos metiendo en el mismo saco a todos los que no son de aquí: al turista que viene de visita, al expat que se está dos años, y sólo se relaciona con otros de su condición, y al que viene de fuera a establecerse y trabajar aquí. Y nos acaba costando integrar a todas las personas con las que, para bien o para mal, compartimos espacio urbano”. Y sorbe el último aliento de su Dry Martini. “Pero no es algo imposible”, prosigue, y para apuntalar esta aseveración la ejemplifica con un caso que le pilla cerca. “En la comisión de las fiestas de Gracia de la calle Joan Blanques de Baix coexistimos graciencs de toda la vida con otros vecinos como una japonesa que vive desde hace muchos años en el barrio o mi marido, que es estadounidense. Y juntos formamos tejido social”.

— En este Bar pasa algo parecido. Se crea un amplio tejido social de personas que convergen aquí atraídas por nuestra suculenta oferta gastronómica. Lo digo por si, después de ese Dry Martini, te apetece cenar algo. Hay menú, platos combinados, carta, tapas… ¡todo exquisito!

Neus Arqués sonríe ampliamente y frunce el ceño dirigiendo una mirada de inteligente azul marítimo a la oferta gastronómica.

— Yo prefiero carta, —replica.– me gusta poder elegir, y que acabe con un buen postre. 

— ¡Pues ningún lugar más indicado que este!