El humanismo es una filosofía y una actitud que se centra en la dignidad humana y los valores humanos. Se basa en la creencia de que la individualidad, el libre albedrío y el desarrollo intelectual son aspectos importantes de la vida. El humanismo se ha desarrollado durante siglos como una forma de pensamiento que se centra en la promoción de los derechos humanos, la compasión, la justicia y la igualdad.
Pensar la diferencia implica, pues, formular un nuevo humanismo, un humanismo feminista o concebir el feminismo como búsqueda de humanidad. ¿No te parece maravillosa esta definición y combinación de humanismo y feminismo? Llevo días pensando en este binomio, desde el pasado 14 de febrero, cuando moderé una barra redonda con cuatro voces transversales e inclusivas para hablar del hombre feminista.
Un antropólogo, una empresaria, una periodista y una escritora fueron los cerebros pensantes que nos compartieron cómo ven el feminismo y cómo es un hombre feminista. Y, con ese escenario, estuvimos cuestionando si podemos hablar de amor feminista. El debate fue abriendo melones muy maduros que estábamos deseando probar.
Sería interesante itinerar con estas barras redondas por distintas capitales mundiales e ir creando este collage de cómo es el amor y el hombre feminista
Me parece revelador mezclar la corriente del humanismo con el movimiento feminista. Al fin y al cabo, estamos hablando de filosofía, de momento histórico y de cambios sociales. Estamos hablando de ser y de estar feministas. Como decía la filósofa francesa Simone de Beauvoir, una no nace mujer, se hace mujer, y en el feminismo pasa lo mismo: no se nace feminista, se llega a ser feminista. Es un camino de pensamiento y acción, es un conjunto de herramientas, vivencias, experiencias que nos van pasando y nos van conformando en esa actitud y mirada al mundo.
Explicamos cómo es un hombre feminista, cómo lo imaginamos, cómo lo vemos y cómo lo queremos, y nos ha salido la radiografía de un ser humano maravilloso que solo puede ser positivo, necesario y deseable.
Desde el primer mundo y la amalgama que nos ofrece una capital mediterránea como Barcelona, un hombre feminista es: 1.Bondadoso, 2.Compasivo, 3.Complejo, 4.Consciente, 5.Cuidador, 6.Deconstruido, 7.Empático, 8.Folla-bien, 9.Generoso, 10.Humanista, 11.Inacabado, 12.Inteligente, 13.Libre, 14.Mujer, 15.Pacífico, 16.Persona, 17.Sensible, 18.Sexy, 19.Valiente y 20.Vulnerable.
Y desde este retrato robot, también abrimos otro melón, y nos planteamos si el amor puede ser feminista, y nos salió una definición de amor feminista totalmente inspiradora; es un amor no-monógamo, no se vincula a la maternidad, hay mucho cariño y sentimiento. No es un amor de entrega ni de sumisión, es de admiración, es sobre todo de amor propio, es el anti-Disney y anti-Hollywood, es libre, con vínculos, no binario, es maduro, compasivo y seguro.
Uno no nace feminista, se llega a ser feminista: es un camino de pensamiento y acción
Sería interesante itinerar con estas barras redondas por distintas capitales mundiales e ir creando este collage de cómo es el amor y el hombre feminista y, sobre todo, cómo es el feminismo que queremos y que necesitamos. El feminismo no tiene una sola definición pero, para mí, se sostiene con estos tres pilares fundamentales: igualdad, democracia y libertad. Pude constatar que el feminismo está más vivo que nunca y que solo tiene sentido si vamos desde el humanismo y con una mirada transversal e inclusiva.