El Cruïlla deja atrás este año los generadores eléctricos para alimentar sus escenarios. De la mano de Endesa, el festival se ha adaptado para no estar quemando gasoil durante los conciertos, enchufándose a la red eléctrica de media tensión que alimenta la zona, dependiente de la subestación de Sant Adrià de Besòs. Además, el Cruïlla ha contratado que la compañía le suministre únicamente energía 100% renovable, con origen en las plantas hidroeléctricas que hay en los Pirineos.
Estas medidas permitirán que se convierta en el primero de toda España alimentado con energía renovable, sentando un precedente para que otros le sigan, defiende su director, Jordi Herreruela. “Los festivales de música tienen un gran impacto en su entorno y nuestra responsabilidad es reducirlo de manera significativa y compensarlo”, sostiene. Con este nuevo esquema energético, el Cruïlla ahorrará 13.600 litros de combustible y, por consiguiente, se evitará la emisión de 36.000 quilos de CO2, señala María Lacasa, responsable de patrocinios de Endesa. Y no supone una gran inversión, remarca Herreruela, equiparando el coste de este suministro a dejar de contratar un artista de segundo nivel.
Más allá de enchufarse, el Cruïlla también quiere reducir su impacto eliminando su principal residuo, los vasos de plástico con los que sirve las consumiciones. Este año dejan de tener el típico logo de la organización, con un diseño diferente para cada edición, pasando a ser estándares, marcados solo con los logos de marcas de bebida como Damm o Coca Cola. Así, sin ningún aliciente para llevárselos de recuerdo, se podrán devolver cuando acaben los conciertos y utilizar en otros eventos.
Antes de encontrar esta solución, los organizadores habían buscado diferentes tipos de materiales para los vasos que fueran más sostenibles y hasta métodos para su reciclaje menos contaminantes. De hecho, el año pasado ganó el Sustainable Festival Challenge, concurso para startups que convoca el festival, una empresa que planteaba un vaso 100% compostable y que se tenía que probar con un piloto este 2023. Pero, al final, han acabado priorizando un método de toda la vida, limpiar y volver a utilizar, calculando que necesitarán 12.000 litros de agua para los 200.000 vasos que se servirán, con la posibilidad de rellenarlos hasta 150 veces. Una cifra menor a los 300.000 litros de agua que se requiere para la fabricación de la misma cantidad de vasos.
Otro de los aspectos en los que tiene más fácil reducir su impacto es en el desplazamiento de asistentes, con un máximo de 25.000 cada día. Con un 95% de público local, la mayoría llegan al Parc del Fòrum en transporte público, reduciendo las emisiones frente a otros eventos con asistentes que vienen de otros países y vuelan hasta Barcelona. Eso sí, este año, será un poco más difícil teniendo en cuenta las obras de mejora que afectan la L4 y el tranvía.
Conscientes de que aún queda camino por recorrer, el festival se dedicará este año a analizar su impacto medioambiental, fijándose en los residuos que se generan y las emisiones que se emiten, con el objetivo de encontrar nuevos frentes en los que poder reducir su huella ecológica. El estudio que recoja las conclusiones se prevé que se publique de cara a este otoño.
El Cruïlla también es tecnología
El Cruïlla no solo quiere buscar nuevas soluciones para contaminar menos, sino que también se dedica a relacionarse con otras disciplinas más allá de la música, como la tecnología. Una de las paradas entre concierto y concierto permitirá ver una de las novedades que se presentaron en el Mobile World Congress (MWC). Los congresistas pudieron descubrir en la edición de este 2023 cómo se siente un cantante encima de un escenario, armándose solo con gafas de realidad virtual y convirtiéndose en un miembro de Izal, piloto que se podrá probar en el festival en el estand de la Mobile World Capital Barcelona (MWCapital). También se podrá descubrir a qué huele la ciudad, sin malas sorpresas, y cómo sabe un bombón, hecho por los hermanos Roca, en un entorno digital.
Pero no todo será sentirse como un cantante, oler la Rambla o comerse un dulce. Por el festival, se paseará un robot humanoide, llamado Ari y desarrollado por Pal Robotics, con el objetivo de interactuar con los asistentes. Además, el centro tecnológico Eurecat realizará un mapa emocional del público, haciendo una evaluación neurocientífica, dicen, de su experiencia y sus respuestas, fijándose en sus señales fisiológicas. Hasta habrá una línea de merchandaising digital, ideada por la startup barcelonesa Guzzu, dedicada al Web3.