Irene Reig
La saxofonista y compositora Irene Reig.
El Bar del Post

Irene Reig: Música, de alma y profesión

“Con Joan Casares y Pau Sala llevamos un montón de años tocando, pero nunca habíamos grabado nada nuestro. Hacía tiempo que la idea me rondaba por la cabeza y finalmente lo hemos hecho. La verdad es que estoy bastante contenta”, explica Irene Reig a propósito de Mira (The Changes) su novísimo disco grabado en formación de trío, que “hemos editado en vinilo, pero no en posavasos”, como especifica aludiendo al formato CD, que evidentemente no le gusta. Ni falta que hace.

Se acoda a la barra y pide “una Alhambra 1925, la verde” y “ya que puedo elegir qué escuchar, el Triology de Kenny Garrett”.

“Soy saxofonista y compositora –explica a continuación–, aunque en la primera etapa de mi formación musical tocaba el piano clásico, finalmente me pasé al lado oscuro y le metí caña al saxo, al Jazz y la música moderna. Gracias a ello, he podido viajar muchísimo lo que me ha aportado mucho como persona y como música. Sí, uso música para definir mi profesión, porque creo que es correcto hacerlo así”, explica esta barcelonesa que no llega a treintañera y que, además de su actividad como compositora e intérprete, forma parte de The Changes, “un colectivo y sello discográfico con el que hemos sacado once referencias ¡Y en plena pandemia!”.

La saxofonista del Raval acaba de grabar en vinilo Mira.

El elenco de The Changes incluye a algunos de los más notables nuevos talentos del Jazz barcelonés, millennials con mucho que decir como los hermanos Casares, Giuseppe Campisi, Pol Omedes, Héctor Floría, Oriol Vallès o Joan Mar Sauqué. Y luego, por supuesto, está Irene al frente de diversos proyectos.

“Estoy especialmente orgullosa del segundo álbum que grabamos con The Bop Collective, Iaspis, que suena espectacular. Lo grabamos en los Wisseloord Studios de Hilversum, Países Bajos, con Attie Bauw a los botones. El sitio, los micros que nos pusieron y el trabajazo que hizo Attie no tiene nombre”.

–Supongo que no te queda tiempo para mucho más.

–¡Qué va! Ahora mismo estoy mucho en Almería, tocando en la Clasijazz Big Band Pro, un proyecto local que es una suerte de Big Band autogestionada, ideado por Pablo Mazuecos y que mola mucho. Nos han visitado músicos como Voro García o Perico Sambeat. Ahora estamos montando el repertorio de la Bernard van Rossum Flamenco Big Band. ¡No paramos!

Una escuela moderna

Para Irene es muy importante haber estudiado en la Oriol Martorell, “una escuela que tiene la música y la danza integradas en su plan de estudios. Es decir, que salías por la tarde habiendo dado matemáticas, solfeo, música de cámara y literatura, por decir algo. Todo estaba mezclado, y cursabas lo que se suele considerar como actividades extraescolares dentro del horario lectivo. Es verdad que hacíamos más horas que el resto de los institutos, pero valía la pena”.

Así fue su primer contacto con el mundo de la música hasta que ella y su compañera, Sara, oyeron hablar de un centro de su barrio: la Escola de Músics del Raval. “Decidimos presentarnos a las duras pruebas de acceso para estudiar allí. El nivel era altísimo y los primeros meses lo pasé bastante mal, porque yo entré ahí desde secundaria y las compañeras que llevaban desde primaria tenían un nivelón, leían partituras a vista a la perfección, sacaban todos los dictados de oído en dos o tres veces. Era increíble. Pero bien, eso me puso muchísimo las pilas y fue lo que me hizo ver que realmente quería dedicarme a la música”.

–¿Y lo del Jazz, de dónde te viene?

–En esa época también conocí a Joan Casares que me empezó a poner discos de Jazz y que me presentó a su padre, que es quien me ha dado la base de todo lo que toco ahora. Aquello fue un antes y un después en mi trayectoria.

Reig se ha formado en el  Institut Escola Artístic Oriol Martorell y en la Escola de Músics del Raval.

La ciudad que podría ser

“Yo soy de Barcelona, del Raval concretamente. Adoro Barcelona por muchas cosas. Creo que es una ciudad preciosa y que tiene mucho que ofrecer”, explica Irene, a la que no le cabe en la cabeza que “hayan ido desapareciendo los locales de toda la vida como los colmados, y hayan ido apareciendo tiendas de souvenirs con esculturas de toritos y camisetas de I love Spain, como ejemplo del tipo de turismo que atrae la ciudad y de cómo la han vendido. Para mí eso es algo horrible, con lo bonita que es Barcelona y la oferta cultural que tiene”.

–O que podría tener.

En esta relación de amor-odio con la ciudad, tan propia de tantos barceloneses, la historia urbana está entre los aspectos que enamoran: “Me encanta el origen del Fossar de les Moreres. Dicen que, en el siglo XII, el párroco de Santa María del Mar necesitaba un cementerio más grande para enterrar a sus fieles. Le preguntó al propietario del solar que hoy es el Fossar si le podía ceder ese espacio. Éste le dijo que sí, a condición de que se usara en un plazo de quince días, es decir, que se hubiera enterrado algún muerto para probar su necesidad como camposanto. Pasados los quince días sin ningún fallecimiento, el propietario iba camino a Santa María del Mar para reclamar de vuelta su terreno, pero cuando llegó bajo las moreras que había en la plaza, le dio un ataque al corazón y fue él mismo quien inauguró el cementerio”.

–Y cuando no estás en Barcelona, tocando, ni viajando por ahí, ¿qué te gusta hacer?

–Pues me gusta bañarme en el mar y me encanta ir a mi montaña favorita que es Montserrat y verla desde mi pueblo, Piera, que es desde donde se ve mejor. Además, me gusta el ajedrez.

E Irene Reig, sonriente, mirada grande que oscila entre el azul y el verde, mil ideas arremolinadas en su cabeza, buscando la nota con la que ser expresadas, pide otra cerveza y echar un vistazo al menú de hoy.