Diez startups presentan sus planes de negocio en un pitch ante una audiencia atenta, en la que se mezclan emprendedores, inversores y curiosos. Se encuentran en una sala del Palau de Congressos de Fira de Barcelona en Montjuïc, llena a rebosar, dejando a algunos de los asistentes sin silla y obligándoles a quedarse de pie. Tienen menos de cinco minutos para explicar quiénes son y qué previsiones tienen. Hablan de los millones que quieren captar en rondas de financiación, los socios que están buscando, los ingresos estables que ya han conseguido y los muchos países a los que quieren expandirse.
Uno podría pensar que están en una de las muchas ferias que se celebran en Barcelona, pero, entonces, se cuela un poco de chumba chumba en la sala. Además, los ponentes no van demasiado trajeados, visten informales, con camisetas y gorras, preparados para irse luego a bailar en el concierto que suena de fondo. Y es que no son congresistas de salones como el Mobile World Congress (MWC) o el Integrated Systems Europe (ISE), sino que son asistentes del Sónar.
Muchos creerán que solo es uno de los muchos festivales de música que se celebran cada verano en la ciudad y pocos conocerán que también cuenta con el Sónar+D, un programa de charlas y conferencias para conocer las nuevas tendencias de tecnologías creativas, así como fomentar que sus asistentes intercambien ideas y, si se da, tarjetas para futuros acuerdos. Vamos, la fórmula que siguen los congresos que copan titulares durante días cuando llegan a Barcelona. “El Sónar+D es el sitio donde la gente hace negocios y, además, se encuentra con profesionales de otros sectores que no son necesariamente el suyo”, explica su comisaria, Antònia Folguera, “las ferias son muy sectoriales y nosotros, dentro de nuestra sectorialidad, somos muy transversales, los asistentes vienen a ampliar el foco”.
En el pitch donde diez startups se presentan en el Palau de Congressos, tres son locales. Está Soundsmarket, con Pau Agustí a la cabeza, un e-commerce de segunda mano especializado en equipos para DJ que ya se ha expandido a Francia y prevé hacerlo en los próximos meses a Alemania, con la seguridad de llegar al equilibrio económico este mismo año. Luego toma la palabra Aulart, dirigida por Marc Marzenit, una plataforma educativa online que forma a músicos, con profesores como el productor de Coldplay y Jay Z. Cuenta ya con 13.500 usuarios que pagan por sus clases e ingresos de 1,35 millones de euros. Por último, habla SoundStorming, liderada por Arnau Bosch, anteriormente directivo creativo global de Apple. La empresa emergente ha desarrollado una plataforma para que los artistas encuentren nuevas formas de conectar con sus fans y ya cuenta con socios como Universal Studios, con la previsión de levantar hasta 1,5 millones de euros en los próximos meses.
Son cifras altas para una industria que está invisibilizada en la ciudad, critica José Luis Zagazeta, impulsor de la asociación Barcelona Tech Music y empresario con una larga experiencia en el sector en empresas como La Cúpula Musica y Sonosuite. Presentaciones como la del Sónar tienen que servir para dar a conocer a las compañías que mezclan música y tecnología, además de atraer talento y capital. De hecho, una de las empresas que participa en el pitch, la francesa Hall Up, acaba de abrir oficinas en la ciudad.
Pero en el Sónar+D no solo hay presentaciones de empresas para encontrar inversores y socios. El congreso cuenta con un espacio en el que se exponen más de 80 proyectos, más que duplicando la cifra de la última edición, cuando fueron una treintena. La mayoría son disruptivos, como Nephogram, una app para cuantificar el CO2 que se emite cada vez que se sube una foto en redes sociales. “Los influencers son climate killers“, alerta Andrés Galeano, el creador de este proyecto, “tenemos que ser conscientes de que Internet contamina”. A pesar de surgir como una propuesta artística, Galeano ve claras sus aplicaciones empresariales, poniendo de ejemplo que, de la misma manera que Twitter indica a cuantas personas llega un mensaje, se podría decir también cuánto contamina. Floatgrids viene a Barcelona desde Tortosa con una herramienta que ayuda a crear aplicaciones de realidad virtual, facilitando a diseñadores y desarrolladores todos los símbolos y tipografías que puedan necesitar para sus propuestas, estandarizando y agilizando un proceso al alza.
En el Sónar+D se exponen más de 80 proyectos disruptivos, como Nephogram, una app para cuantificar el CO2 que se emite cada vez que se sube una foto en redes sociales
Y, luego, están las propuestas para las que se requiere mucha concentración, como la del Barcelona Supercomputing Center (BSC), con una visualización de datos que busca explicar cómo funciona la inteligencia artificial (IA) para intentar evitar su demonización, señala el investigador Fernando Cucchietti, aplicándola en este caso para agrupar a músicos que se parecen como Rosalía y Calle 13 o Bad Bunny, Morad y Bad Gyal.
También hay propuestas creativas como la de Yolanda Ruiz, que reivindica un sentido que cree olvidado en el mundo digital, el olfato, haciendo que su pieza interactúe con los que se acercan a ella, sin necesidad de tocarla, solo detectando su presencia. Se encuentra en el estand de Hac Te, iniciativa nacida hace unos años que busca explorar las intersecciones entre tecnología, arte y ciencia, cuenta su responsable ejecutiva, Astrid Rousse, además de radiografiar los agentes que colaboran en estas disciplinas, con un total de 360 en Catalunya. Mientras se les acercan posibles futuros socios en el Sónar, tienen la mirada puesta en las residencias artísticas que impulsarán en breve en tres centros de investigación catalanes.
Pero en el Project Area del Sónar+D también hay proyectos consolidados. Uno de ellos es Neuroelectrics, una empresa que produce dispositivos para tratar el cerebro y uno de los ponentes clásicos en cualquier salón que se celebre en Barcelona. Es la primera vez que participan en el festival de música electrónica, explica su director científico, Giulio Ruffini, pero desde hace años buscan las posibilidades que surgen cuando se combina la ciencia con el arte. En su estand en el Palau de Congressos, presentan una propuesta de generar arte mediante la IA a partir de la actividad cerebral, hasta se crea un haiku. “Estar aquí nos permite fomentar la creatividad”, remarca Ruffini, quien señala que se les han acercado interesadas con su propuesta galerías de arte.
A medida que pasan las horas, el público del Sónar+D se nutre de festivaleros típicos, vaso en mano, interesados en ponerse gafas de realidad virtual o conocer las propuestas de este año del Project Area, para el que se recibieron más de 450 propuestas, cuenta su comisaria, Antònia Folguera. “Nos gusta decir que el Sónar no es un festival como los demás. El concepto festival tiene implícito un valor más celebrativo que un congreso o una feria. Pero en él caben muchas maneras de celebrar y, sobre todo, de encontrarse”, expone Folguera, acordándose de que los fundadores de uno de los expositores estrella de anteriores ediciones, la empresa de soluciones inmersivas Broomx, se conocieron precisamente aquí. “En el Sónar se hacen muchos matchs. Si la gente no se encontrase, no pasarían muchas cosas”, remarca. Este año, se prevé que les visiten más de 5.000 profesionales, a la espera del próximo éxito de este congreso que no es exactamente un congreso.